20 diciembre 2007

Así se hace...


En los medios
Por: óscar MEJÍA
¡ASÍ SE HACE ZAPATA!
Amables lectores, emocionado todavía tecleo estos párrafos. El pasado domingo en la Plaza México fuimos testigos algunos privilegiados de una demostración completa de lo que la fiesta de toros es en su más profundo contenido. Presenciamos una obra de arte, surgida de la inspiración y talento artístico y taurino de Uriel Moreno “El Zapata”.
En su forma, la actuación del torero tlaxcalteca fue impecable. Precisa en sus procedimientos, medida en su dimensión y pulcra en su estructura. Y estoy hablando de toda la tarde. En sus dos intervenciones supo torear por nota en relación a las circunstancias que le presentaron cada uno de sus toros, la tarde fue en su arquitectura magnifica para Uriel.
Esto habla de la madurez que ha alcanzado el diestro a lo largo de sus once valiosos, valerosos, persistentes, constantes, consistentes años como matador de toros.
Siendo técnicamente correctas las dos faenas de “El Zapata”, fueron diferentes en su contenido. Con el que abrió plaza aprovechó el torero hasta la última gota de la escasa raza de su socio, jabonero claro con cara seria, de sosa embestida e indefinido estilo. Desplegó Uriel el menú completo de su tauromaquia en los tres tercios, siendo con los palos el momento de mayor lucimiento. Con la muleta se puso ahí, metido en tierra de nadie sin pedir cuartel hasta agotar las raquíticas posibilidades del de Santa María de Xalpa. Dio fin con pinchazo en buen sitio y radical espadazo.
La obra de arte vino con “Benamejí” 140, colorado listón apretado de cuerna de bella lámina. Toro con bravura y nobleza, que acudió al caballo y fue castigado con medida, mostrándose justo de fuerza. Premiado con arrastre lento a sus restos.
Generoso se mostró el zapata al torear a la verónica para recibir; dueño de la escena, vendiendo con elegancia y sobriedad taurina su representación de héroe legendario, quitó por chicuelinas estatuarias, impactantes, personales. Y volvió a emocionar con sus evoluciones rebosantes de facultades, recursos y arrojo al oficiar con las banderillas, con tinte de drama al ser prendido al final del tercer par, temiéndose lo peor.
Ya había captado Uriel la atención del graderío, ya las miradas fascinadas establecían comunicación con la vibración que el torero emitía desde el fondo de su alma de concertista taurino.
Sereno en su andar, conspicuo en su expresión, seguro y decidido, muleta en diestra mano, desde los medios llamó al socio que se arrancó con fuerza y fue entonces cuando Antonio Campos desde el cielo estalló en júbilo junto con la plaza entera asombrada, al ver a Uriel Moreno cuajar el pase de “El Imposible”. Impresionante, espectacular.
Ya desbordados público y ejecutante, se dio el tlaxcalteca a templar las embestidas por los dos lados con cadencia y profunda expresión, a la mexicana. Y recitar deletreando un poema de largos y lentos párrafos de sentimiento acumulado, de secretos no dichos, de verdades no pronunciadas. El tiempo se detuvo en la ebullición de la faena apasionada de manos muy abajo, eternizando los olés.
Con adornos y destellos de regusto sazonó su labor, rematando la magnífica pieza de sentimiento estético en el justo momento con pinchazo en lo alto y estocada que fulmina. Una oreja de Benamejí fue el premio. Merecidísimo.
Y el artista, el hombre, el torero brotó de la orfandad que la fiesta está padeciendo, para darle nombre y apellido a la torería mexicana, Uriel Moreno a quien apodan “El Zapata”.
Así se hace Zapata. Así es como se conquistan los privilegios que unos tratan de escamotear y otros no saben defender en propia tierra, con el pendón de gallardía, talento y el orgullo de tu raza en alto.
Por esta vez, remato en los medios.
(esta nota la puedes encontrar en toriles.com)

30 octubre 2007

SI EL MAESTRO VIVIERA...

EN LOS MEDIOS 30/10/2007
por Óscar Mejía
...los casos de Rafael Ortega y...

SI EL MAESTRO VIVIERA…
El tema no es nada nuevo. No es cuestión que incumba al arte, ni siquiera a las nacionalidades. Es claro que el Arte no tiene bandera ni escudo.
Lo bello y lo bien hecho, en cualquier parte del mundo lo es y punto.
Eso no se discute.
Antes de entrar en materia, quiero dejar sentado que los toreros mexicanos valen tanto, igual que los de cualquier otra parte del mundo. No por ser mexicano, español o colombiano se es mejor o peor.
Tengo fresco en la memoria la tarde en que Ignacio Garibay, en demostración de torerismo y hombría, le ganó la pelea a Cesar Jiménez en ese mano a mano del 24 de diciembre pasado. Eso sucedió aquí en la plaza México.
Pero para ponernos más cerquita en el tiempo; en Francia, dos tardes sucesivas: Arlés el 7 y Nimes el 16 de septiembre recién pasados; un mexicano apenas alternativado, Joselito Adame, se les fue por delante a dos españoles consagrados, a “El Juli” y al fenómeno de actualidad José Tomás.

Y eso aconteció allá.

(Comentario al canto: estos dos consagrados españoles se hicieron en México. Como muchos otros.)
No es patriotismo chovinista. No está en mí la exaltación desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero.
Esto es un asunto laboral. Nada más.
Mi posición es: con la falta de reciprocidad no estoy de acuerdo.
En México, los matadores mexicanos deben tener todas las preferencias y todos los privilegios, sobre los extranjeros, en especial los españoles. (Me refiero a puestos en los carteles, ganado, dinero, etc.)
Que así sea, mientras y en tanto en España siga siendo, que no tengan ni mínima cortesía a los toreros mexicanos, cuando estos van allá. Y haya correspondencia correcta.
En México se les dan todas las facilidades a los extranjeros, sin embargo en España bloquean a los nuestros.
El tema es claro, si los españoles quieren garantías y ventajas acá, los mexicanos deben recibir el mismo trato en España.
Y que se vea en la competencia leal en el ruedo, en igualdad de condiciones aquí y allá, quien es quien.
Todavía nos da grima los casos de Rafael Ortega, y de cómo le fue a José Luis Angelino, (con todo y ser éste, poderdante del empresario de la Monumental Plaza México), que acabaron confirmando sus respectivas alternativas mexicanas en Madrid, casi de limosna, fuera de la feria de San Isidro, en cartel de segundones.
Y los casos de muchos otros, entre ellos el de Manolo Mejía, ahora defensor de los carteles españolistas, quien por ahí del ‘93 regresó de España cabizbajo, pensando en el carnet de subalterno, por lo mal que lo trataron en aquel país. ¿Te acuerdas Manolo?
Decir que con carteles formados con solamente o mayoría de españoles se soluciona el problema en las taquillas, es una falsedad.
Está demostrado. Las peores entradas en la Plaza México, en su historia, han sido en la última década, con carteles privilegiando extranjeros. No lo digo yo, se ve.
Y en provincia ni les platico.
Salvo Pablo Hermoso y “El Juli” que son verdaderamente atractivos, aunque cobran mucho y queda poco; como lo fueron Camino o Capea en su tiempo, con los demás importados no te comes una tortilla dura. (Ya veremos con José Tomás como les va) Quitan puestos a los nuestros en propia casa y enseñan modales acartonados a nuestros principiantes. Y lo peor, sin que se refleje ventaja en las taquillas. Por el contrario, con los sueldos que cobran y en dólares… y los moños que se ponen, son pá perder a la segura. Yo lo sé.
No existe ninguna buena razón, desde el punto de vista comercial, ni artístico que justifique por que se desplaza a los toreros mexicanos a favor de los de España en México.
Ni por qué, al mismo tiempo, los toreros mexicanos no son tomados en cuenta en las plazas españolas.
Nada que explique porque se están garantizando 9 puestos para extranjeros en la temporada grande de la Plaza México, equivalente en calidad con la de Madrid. Siendo qué en la feria de san Isidro no contrataron a ningún mexicano.
A mi se me hace, que los coletas ibéricos pueden ser buenos o malos toreros, pero no son tontos; se dan cuenta de que en México les dan todo lo que quieren sin que tengan que corresponder allá en nada.
Saben que EL TOREO A LA MEXICANA ES EL MÁS BELLO, que no hay expresión taurina más hermosa en el mundo que la forma mexicana de torear. Y eso de que se lo vayan a demostrar allá, no les conviene. ¿pá qué?, dirán ellos, darles a los mexicanos oportunidad de que les junten las enjabonadas y les pase a ellos lo que a sus abuelos en 1935, quienes optaron por excluir a los diestros mexicanos de las plazas de España, en lo que se dio por llamar el “ Boicot del miedo” Y va de historia…
Fue en el año de 1934 cuando en Barcelona se presentó un cartel insuperable: Belmonte, Lalanda y Fermín Espinosa “Armillita Chico”. Esa tarde el maestro Fermín le cortó dos orejas, un rabo, cuatro patas y las criadillas al toro “clavelito”. Azaña sin precedente, superando a sus alternantes.
Antes de empezar la temporada 35/36 Fermín tenía firmadas 36 corridas, habiendo sido líder del escalafón en las anteriores con más de 70. Balderas, Garza, Liceaga y un buen número de mexicanos disfrutaban también de gran cartel. Cobrando buen dinero.
“…Los toreros españoles tuvieron entonces, el poco español, el poco caballeroso y el poco digno gesto, de organizar un boicot para que los toreros mexicanos no fueran a quitarles fechas…” (Paco Malgesto en su libro: “ARMILLITA, MAESTRO DE MAESTROS”).
Y atención, a consecuencia de que los nuestros ya no toreaban en España, los ibéricos tampoco asistieron a plazas mexicanas. Y fue entonces cuando floreció y creció la época de oro del toreo mexicano. Con carteles sin españoles.
Pues lo mismo está pasando ahora: los matadores mexicanos están virtualmente vetados en España. No hay reciprocidad laboral.
Imagino, que si el Maestro Armilla regresara a la vida, se nos vuelve a morir pero de vergüenza, al ver a los toreros mexicanos sumisos y cruzados de brazos, siendo ofendidos como profesionales al desplazárseles de su propia casa y no reclamar sus derechos.
Pero, para eso de luchar por sus derechos, hay que estar unidos y arrimarse al toro…
…caray!
Por esta vez, remato en los medios…

(también puedes leerlo en toriles.com)