13 junio 2013

LAS CHARLAS CON EL BARDO DE LA TAURINA

MADRID Y EL MÁS ALLÁ

Después de que hicieron su tarea Silveti y Saldívar,  los que  pertenecen  al incompleto ‘Tim’ de las ‘3 S’ y antes de seguir pa’ lante aclaro lo de incompleto y es que a quien maquiló este eslogan de  las tres ‘S, S, S.’ se le peló una cuarta, sin la cual no podía estar completo este artilugio publicitario y mercadológico que lo es la ‘S’ de Juan Luis Silis, torero del que pa’ no extenderme mucho porque ando con los de exportación, solo decir que con lo que trae en la mochila un día  les va a enmendar a todos la página, las vocales y las consonantes y es que este Juan Luis Silis caligrafía  el toreo de la A a la Z,  con ortodoxia hasta acentuar el silabario torero, bueno vuelvo a  la Plaza de las Ventas donde Joselito Adame cual Tarzán de la Taurina, se trepó a la liana y en ella se va a columpiar un ratillo, que no podemos aún asegurar que tanto le dure el vuelo y no nada más a él, sino también a los mochadores de orejas y es que Madrid   no deja de ser un espejismo sobre todo cuando  se ve con el antifaz del paisanismo el que a veces confunde al grado de elevar a los toreros hasta el Castillo de Chapultepec, como si fueran niños héroes, lo cual no concuerda con lo que allá pasa, reconociendo,  que sí,  le reconocieron pero congruentemente o haber recuérdeme usted ¿si después   de las  peludas que se adjudico Adame, los periodistas sobrios, los medios  poderosos, los empresarios y el público a granel,  corrieron  hasta la Catedral de Santiago de Compostela donde pende ese gigantesco incensario al que llaman ‘botafumeiro’ y lo echaron a revolotear  en señal de que  había ascendido al trono de los dioses una nueva ‘Figura del Toreo’ llamada Joselito Adame? y aclaro, que claro que puedo estar equivocado en mi apreciación de lo que es una figura como lo fueron; Rodolfo Gaona, Lorenzo Garza,  ‘Armillita’, ‘El Soldado’, Silverio Pérez, Carlos Arruza, Manolo Martínez y bueno, sé que las objeciones y reclamos salpicaran, pero en todo caso no serán pa’ este escribano, sino para la historia que es la que le da altar a los fuera de serie que lo son las figuras,  el caso es que más allá de ‘la gesta’ de Joselito  y de los otros dos de la ‘S’ hay una fórmula para medir  la resonancia de sus triunfos y esa será las veces que   los paisas aparezcan colgados  en los carteles de  ferias chipen  que están por venir como las de; Pamplona, Valencia, Bilbao, Málaga, El Puerto de Santa María, Murcia, Ronda, Salamanca, Sevilla y el propio  Madrid y no  en algunas como la de Villarejo de Peñuelas y anexas.  
  
Y como no debo lacrar las letras relativas a la comparecencia de los connacionales en el serial madrileño sin un referencial de Sergio Flores, quién pagó  tributo de sangre lo cual confirma una lectura y que es la que éste tlaxcalteca tiene que andarles a los toros con mucho más solvencia y técnica porque está sellado bajo el estigma de ‘carne de toro’ pues ya lo dijo su apoderado, a éste lo levanta un toro y es calada segura, así que ¡cuidado!, porque por el hoyo de las cornadas se les va a los toreros el valor y la afición, y el  que quedó a deber  lo fue el otro de la ‘S’ Juan Pablo Sánchez, ‘El Templadito’, muchachito  que acaricia a los toros con más temple que un colibrí a una flor de loto, con la diferencia que el pajarillo le pega al oficio con denuedo, con afición y cotidianidad lo que el torero aguascalentense no hace, más que cada día de San Juan o pa’ decirlo claro, cuando se le pega la gana y en Madrid, ¡pues no se le pego!, ¿será por aquello que dicen, que le esperan docenas de corridas ya firmadas? así que ahí cuando se le ocurra pegar un palo, pues le andaremos pegando una notilla barroca, y al que si le doy presencia es al novillero queretano Brandon Campos, quién piso la Plaza de las Ventas con zapatillas de fijeza, cabeza de pensante, corazón latiente, actitud valiente, capote ardiente, muleta templada y percha  principesca, pero sobre todo con enjundia torera de esa que es ley maciza y que es la que le va a permitir a Brandon Campos, surcar los alberos reservados pa’ los grandes y es que hay que decir  que de los novilleros de exportación este chaval es una de las más nítidas realidades de las últimas añadas, amén de que es un torero que desde infancia se forjo un  sello propio y eso en esto, es rubrica, por eso cuando me preguntan ¿Que a quien se parece el toreo de Campos? contesto, que al de Brandon.

Exposición de la tauromaquia

rafaeltlaxcala@yahoo.com

HOY 13 DE JUNIO 80 ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE CÉSAR GIRÓN

  CÉSAR EN SEVILLA, FOTO ARJONA
Además de haber sido
un Venezolano Universal

César Girón es 
ejemplo de vigor y carácter

para una nación invadida y degradada 

  • EL VITO

Cuando los Girón llegaron a Maracay, cubiertos por el polvo de los caminos y los ruidos de un camión destartalado, Juan Vicente Gómez  manejaba los hilos de la política venezolana. Hilos que tensaban terror, manejaban corrupción, y tejían la traición, en una corte plena de áulicos. Nombres y apellidos los de aquella corte, que se repetirían por años, nombres que volverían a brillar en la marquesina de la historia social y política de Venezuela, sin importarles quien detentara el poder.

Aquellos nombres eran,  y siguen siendo, el poder detrás del poder. Los mismos que mandaban y que se imponían sobre una sociedad oprimida y excluida, hasta que en 1935 murió Juan Vicente Gómez… y Maracay se quedó solo.

Los Girón llegaron a Maracay arropados por el ruido del motor del camión. Carlos y Esperanza hicieron su entrada con tres muchachos a cuestas. Una hembra, Yolanda, la mayor, un varón, Carlos, que ya caminaba y un tripón en brazos de nombre César. Este, César Girón había nacido en Caracas, en el barrio de la Roca Tarpeya el 13 de junio de 1933. Pro se convertiría el maracayero más famoso del mundo y en un punto de inflexión del toreo nacional. César Girón sería quien demarcaría el antes y después en la historia taurina de Venezuela. Hoy habría cumplido 80 años de edad.

Maracay a la muerte de Juan Vicente Gómez se convirtió en una ciudad abandonada, en  ella sólo se quedaron don Ramón Martínez Rui, casado con doña Cristina Gómez Núñez, hija del general Gómez, y don Luis Pérez, que había sido  el administrador de los bienes de Juan Vicente Gómez. Indudable demostración de valor de don Ramón, quien más tarde sería un personaje muy próximo a Girón, por motivos y circunstancias distintas a loas toros.

 Don Ramón Martínez y don Luis Pérez, junto a sus familias dieron la cara y se convirtieron en maracayeros ejemplares. Solo se quedaron en las ciudad los excluidos de aquella élite, de la que había sido la cúpula que vivía arropada y amparada por el poder.

Se quedaron los labradores de la tierra, los ordeñadores de las vaqueras, los obreros de los telares, los matarifes y los peones del matadero ... y se quedaron  los Girón, que pertenecían a los excluidos. No tenían dónde ir.

La familia Girón vivía de las habilidades del viejo Carlos, típico “toero”, que hacía viajes desde Cumboto y mudanzas a La Villa y San Juan de los Morros. El viejo arreglaba los frenos de un camión, o le cambiaba el aceite y las bujías, destapaba cañerías, pintaba paredes, reparaba techos. A don Carlos lo llamaban “Chinchurrero”,  porque en su camión transportaba vísceras y chinchurria que desechaban en el matadero de Maracay. Las vendía al detal, por los barrios en las afueras de la ciudad. Eran barrios muy pobres, de casas de caña y bahareque, de techos de paja, calles de tierra y sin cañerías, calles que se convertían en barriales cuando llovía, donde los muchachos andaban descalzos y con niguas entre los dedos de los pies. La gente que poblaba aquellos barrios tenían en sus casas muchos perros. Perros para que ladraran y avisaran cuando alguien se acercaba. Perros con mucha hambre que perseguían al camión de Girón, el “chinchurrero”, en su desespero por comer.

El viejo Carlos contrató a Gustavo Urbina como “espanta perros”, para poder hacer sus despachos de chinchurria, bofe, criadillas, corazón, riñones, hígado, pero tuvo que echarlo porque Gustavo era demasiado travieso y convertía la espantada de los perros en una fiesta.

Carlos Girón lo hacía todo y con todo se ayudaba. Con las empanadas que cocinaba doña Esperanza y las camisas que ella lavaba. Sus clientes eran militares sin graduación y alguno que otro cuartel. Vivían en un cuarto de la casa de vecindad de la Avenida Páez, una de aquellas casas que llamaban “corralones”. Un patio muy grande y dos o tres cuartos por familia. Un baño y un lavandero, para todo el mundo. La Casa de la Páez estaba a unas cuadras de la Escuela “Pilar Pelgron”, donde César estudió hasta tercer grado. Más tarde le cambiaron nombre a la escuela por el de “Guevara Rojas”. Esas eran todas las oportunidades de estudio en aquel pueblo, centro del poder militar y político de Venezuela, asiento del gomecismo más radical. Los otros caminos que tenían los muchachos para abrirse horizontes en la vida era como aprendices en las vaqueras, el Lactuario de Maracay, los sembradíos de añil, los Telares y la vaquería en las fincas.

Todo esto ocurría en tiempos de Pérez Jiménez, cuando comenzó a crecer Maracay, cuando se acentuó la miseria alrededor de las ciudades ,porque los campesinos atendían el llamado de las urbes petroleras y abandonaban los montes y las sabanas.

 Manuel González “Manuelote” influyó mucho en la vida de César Girón. Era un hombre de gran tamaño y volumen, con voz de trueno y de hablar sentencioso. Un hombre respetuoso, que se hacía respetar. Manuelote tuvo en la vida  un serio concepto de la amistad, pues tenía en un altar construido con clavos de honestidad y de decir la verdad a costa de lo que fuese. César, desde chiquito, andaba con “Manuelote”, fue su instructor en su formación mundana. Iban juntos para arriba y para abajo, montado en el camión chingo, o vigilando la mercancía de carga.

César no pensaba en ser torero. Era una época en que los sueños de los muchachos eran con bates remachados de tachuelas, pelotas de pabilo y guantes de lona. Estaba muy fresco en el ambiente el triunfo nacional más importante de la historia, la conquista del Campeonato de Beisbol Amateur en La Habana. El primer triunfo civilista de los venezolanos, del que nacieron los héroes sin charreteras que la nación vivió en las transmisiones de radio, comentó por las esquinas, y siguió en los periódicos. Cada partido de pelota fue un evento del que nacían héroes en uniformes de peloteros. “El Chino” Canónico, “El Pollo” Malpica, Romero Petit, “Redondo” Benítez, Chucho Ramos, José Antonio Casanova, “El Brujo” Bracho, que era de Maracay, “El Ovejo” Finol, “El Conejo” Fonseca, eran los nuevos héroes, hombres de carne y hueso que conquistaron el Campeonato de 1941 cuando Venezuela en La Habana se convirtió en Campeón Amateur de Beisbol.

Así era el escenario de aquel mundo al que llegó hace 80 años César Girón. Un mundo que conquistaría en sus escenarios taurinos, un universo muy reducido al que regó con las mejores noticias de su tierra venezolana, porque Girón no se rajó por la falta de oportunidades.

Jamás lloriqueó considerándose un excluido, por considerarse y haber sido un conquistador en aquella vida de triunfos y de conquistas. César Girón admirado por personajes admirables, es a la distancia del tiempo un ejemplo para este país de llorones, de hombres y mujeres arrinconados y sumisos ante la grosera invasión extranjera que pretende, y logra, borrar nuestras tradiciones e historia ejemplar