DE PAMPLONA Y SUS RUIDOS
Bardo de la Taurina:
Pa’ este chalao de capirote Pamplona es embeberse de la tinta más
pamplonesa que lo fue y lo será la del ‘Monstruo’ Ernest Hemingway, personaje
universal que una tarde quedó atrapado por esa su ‘Fiesta’ que el mismo
escribió y que es fiestas sobre la fiesta, la que orquestan los
entusiastas del santito Fermín, alegría que por estos días fue
plena de torería, borrachera, lujuria, cachondearía, música, que la
transforma en sitio de citas taurómacas, desmadrosas, excesivas, sudadas,
extasiadas y nunca limitadas como lo deben de ser las orgias bien organizadas,
y es que Pamplona es vorágine que no tiene desperdicio y por ello es la
congregación tal vez más espectacular de lo que es una fiesta popular que
se eleva a ritmo de chupinazos a Fiesta de Toros, lo
que me lleva a pensar que la Fiesta Taurina nunca deberá de ser coto de algunos
pocos ni en su actuar incluyendo toreros segregadores, ni en su manejo
incluyendo a empresarios monopolistas o lo que le sigue y si en cambio
debe de ser lo suficientemente abierta y atrayente como para jalar hasta su
ombligo a las masas, que son las que con su presencia
le dan a la Fiesta Brava ese sentido de Fiesta Popular con la que se
repletan los graderíos.
Por eso entre otras cosas las festividades de la ciudad que se dice
fundo Pompeyo son imán de atracción y por ello no debo dejar de soslayar que
mucho de esto se debe a que el pueblo y quienes llegan a él lo hacen atraídos
por la presencia del espectáculo.
Y desde luego las fiestas embriagantes de vid y torería se mantienen
como tradición, porque los empresarios vierten sobre las copas y el
albero lo mejor que tienen y al decir lo mejor me estoy refiriendo a vino con
cuerpo, a toros con trapío y a toreros con bouquet. ¿Quién
dijo Salud?
Leonardo Páez:
Un aparente desorden con profundo sentido humano y
ejemplar taurinismo, es como puede definirse a la estridente Feria de San
Fermín. Los tendidos de sol –unas diez mil localidades– entonan a coro por lo
menos dos de las composiciones de san José Alfredo, no de Lara o Tomás Méndez,
apasionados taurófilos: El Rey y Ella (Me cansé de rogarle…). Losacrílego
para el aficionado convencional es que las miles de gargantas cantan esas y
otras piezas, no entre toro y toro, como se haría en una plaza común, sino
durante toda la lidia y en disparatadas combinaciones.
Ya podrá unmaestroestar toreando por soberbios
naturales a un geniudo toro de Fuente Ymbro, o un joven
jugarse el físico ante un miura, que el espontáneo coro, acompañado por una de
las muchas bandas de música que ahí alternan, se arranca con esperpénticos
popurrís.
Comienzan con El
Rey y, sin darle un trago al vino, las enfiestadas gargantas continúan con
el tema musical de la Twenty Century Fox
–tararará, tararará, tarararaaá. En seguida, sin acordarse del bocadillo o de
besar a la pareja, prosiguen con… ¡La
Chica Ye-Yé! Los matadores, familiarizados con este comportamiento tan
bizarro, se reconcentran en lo suyo y no tienen inconveniente en que a su
labor, por trascendente que sea, la acompañen frases como “No te quieres enterar,
ye ye, que te quiero de verdad”…
Lo queno ha hecho el resto del mundo taurino es que
desde 1959 Pamplona inició esta Feria del Toro con encierros ejemplarmente
presentados y que las importantes utilidades que generan las corridas van
íntegras a la Casa de Misericordia, organizadora de los festejos y asilo modelo
de ancianos.