El próximo sábado 17 de julio a la una de la tarde sonarán parches y metales en la Plaza de Toros Arroyo para dar comienzo a la vigésima temporada de novilladas, en la cual partirán plaza el rejoneador de Atitalaquia, Hidalgo, Leonardo Zatarain con la actuación especial de los Forcados Mexicanos con un novillo de la ganadería zacatecana de Sergio Rosas y el mano a mano de los triunfadores de la temporada 2009, el potosino Carlos Rodríguez y el alumno de la Escuela Taurina El Cristo de Apizaco, Tlaxcala, Oscar Amador y el sobresaliente el mexiquense Leonel Olguín con cuatro ejemplares de la ganaderia zacatecana deMalpaso, propiedad de Don Ramiro Alatorre. Los invitamos a la Misa con Mariachi a las doce del dia. La Fiesta Brava, Valor, Técnica y Sentimiento |
10 julio 2010
Comienzan las novilladas en la Plaza de Toros Arroyo
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COLOQUIO CON GARCIA LORCA
enviado por LUNA TURQUESA
El amigo español se levantó y abrazó a García Lorca...
Conversación 38
(O DE LAS CORRIDAS)
Madrid, 8 de abril.
“El hombre debe matar los elementos taurinos que hay en él: la adoración de la fuerza muscular agresiva y de la fuerza erótica, igualmente agresiva.
La corrida es la representación pública y solemne de esa victoria de la virtud humana sobre el instinto bestial. El torero, con su inteligencia pronta y despierta, con la ligereza de los movimientos rápidos y elegantes de su cuerpo, supera, vence y da por tierra con la masa membruda, ciega y violenta del toro. La victoria sobre la bestia sensual y feroz es la proyección visible de una victoria interior. Por lo tanto, la corrida es el símbolo pintoresco y agonístico de la superioridad del espíritu sobre la materia, de la inteligencia sobre el instinto, del héroe sonriente sobre el monstruo espumajeante o si prefiere, del sabio Ulises sobre el cruel Cíclope.
Así pues, el torero es el ministro cruento en una ceremonia de fondo espiritual, su espada no es otra que el descendiente supérstite del cuchillo sacrificial que utilizaban los antiguos sacerdotes. Y así como también el Cristianismo enseña a los hombres a liberarse de las sobrevivencias bestiales que hay en nosotros, nada hay de extraño que un pueblo católico como el nuestro concurra a este juego sacro, aun cuando no comprenda con claridad la íntima significación espiritual del mismo.
Se podría recordar también que el rito inicial del antiguo culto de Mitra, aquella religión que en un cierto momento amenazó el triunfo del Cristianismo, consistía en el sacrificio del toro: el taurobolio. Si los humanitarios y puritanos extranjeros, que habitualmente están dotados de inteligencia más bien estrecha, fueran capaces de profundizar el verdadero secreto de la tauromaquia, juzgarían de una manera muy diversa a nuestras corridas”.
El amigo español se levantó y abrazó a García Lorca. También yo, aun cuando no diera muestras externas de entusiasmo tan expresivas, reconocí que su ingeniosa y paradojal teoría era merecedora de una atenta meditación.
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