10 marzo 2008

La fiesta brava le toca al poeta determinadas fibras


■: la fiesta no tiene que estar en auge para que se escriba bien de ella

Si las bellas artes abordan el tema taurino es porque genera necesidad de creación

■ La poeta, con varios premios internacionales, confiesa su afición a los toros

La fiesta brava le toca al poeta determinadas fibras, dice Lucía Rivadeneyra

A veces los milagros ocurren, incluso en países milagreros. Camino por el atiborrado aeropuerto de la ciudad de México y escucho a mis espaldas una voz femenina que me llama. Es, maravilla de sincronicidades, la poeta moreliana y universal Lucía Rivadeneyra, admirada en esta página de toros de La Jornada, acaparadora de premios nacionales de poesía y ser humano de excepción, en medio de tanta decepción.

Su obra ha obtenido, entre otros, el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino, el quinto Concurso Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa y el Premio Nacional de Literatura Efraín Huerta, en el género poesía. Desde hace 25 años es catedrática de la UNAM, donde estudió comunicación y la maestría en literatura mexicana.

Apenas el domingo mencionaba en la columna ¿La fiesta en paz? la obligación de leer Rumor de tiempos, antología publicada por la Secretaría de Cultura de Michoacán, en esmerada edición de Jitanjáfora, Morelia Editorial y Red 2006, que reúne una selección de sus libros Rescoldos, En cada cicatriz cabe la vida y Robo calificado cuando, informa mientras caminamos:

“Vengo de Mérida, donde asistí a un foro sobre mujeres que fue una sucesión de valiosos testimonios, oportunidad de toma de conciencia, ocasión de revisar paradigmas y confirmación de la necesidad de más foros de este tipo a lo largo y ancho del país.”

Rumor de tiempos, explica, es un libro que refleja la experiencia de vida de una mujer. Como toda selección es dolorosa, pues se quedan cosas fuera. Lo bueno es que allí se recupera buena parte de mi primer libro, Rescoldos, agotado hace tiempo.

“Desde que tengo memoria, una de las obsesiones en mi vida es la fiesta brava, que se me aparece donde menos me la espero. Quise incorporar la intensidad de la fiesta, el rico lenguaje taurino y el cuerpo deseado. Por ello conformé la sección Sol y sombra, con seis poemas y uno de regalo, para no perder la costumbre.

“El sentido erótico de mis poemas lo adapto al mar, al tema carcelario y por supuesto a la fiesta brava. Como que todo es pretexto para recuperar el erotismo, que podría ser la capacidad de los seres humanos de llevar la sexualidad a un estadio de creación cotidiana e imperecedero. La creación entendida como la innovación con la otra persona con el propósito de recrear y de recrearse, deleitarse.

“En la UNAM expongo a mis alumnos la interrelación de las bellas artes con la fiesta. Si las bellas artes se han ocupado del tema taurino es porque éste genera necesidades de creación, inspira y motiva. La fiesta, hoy tan atacada, no necesariamente tiene que estar en auge para que se escriba bien de ella. Al poeta ‘algo’ le toca determinadas fibras y entonces viene esa obra. Ahí está Lorca y su Llanto por Ignacio Sánchez Mejía.

“Desde niña tengo imágenes taurinas indelebles, charlas, fotos, faenas, Arruza rejoneando, la Plaza México llena, David Silveti y su expresión interior... Hay que tener pasión para escribir sobre la fiesta y sobre lo que sea. Lo cotidiano se nos puede revelar como objeto poético a partir de una visión apasionada y de una vivencia auténtica”, concluye Lucía Rivadeneyra, cuyo libro se puede solicitar al teléfono 01 443 3 12 18 28 o a redutac@hotmail.com

Publicado en La Jornada

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