05 junio 2008

QUÉ CHULADA ES PUEBLA

Jaime Oaxaca

[ 24/05/2008 ]

Si el exceso de premios en las corridas de toros fuera el remedio para arreglar la fiesta de toros en México, ya estaría resuelta.

Bajo esas condiciones, la plaza de Puebla sería la mejor del mundo, porque en la pequeñita feria, se cortaron -en promedio por festejo- cinco orejas y media, más medio rabo. Sí, porque en los cuatro festejos se repartieron 22 orejas y dos rabos, ante la alegría y complicidad de los asistentes. Sólo los trofeos concedidos a Eloy Cavazos fueron pitados, aunque luego terminaron por aplaudirlo cuando daba la vuelta al ruedo.

¿Qué fue lo que pasó?

En realidad se debió entregar ese inmenso manojo de premios, los toreros estuvieron sensacionales, realizado faenas meritorias a toros con trapío o los jueces de plaza han sido manga ancha y manirrotos.

Lamentablemente, la actuación de los jueces ha dejado mucho qué desear. Ellos han convertido el palco de la autoridad en algo que ha dejado de ser precisamente ¡autoridad! Le han dado deslustre al biombo. Han transformado un lugar de respeto en el palco de la deshonra.

Dos jueces que ha nombrado el ayuntamiento que está en funciones desde febrero de este año: El doctor Alberto Vázquez Benítez y Héctor Fernández Huarte. Son ya varios años que vienen ejerciendo la labor de autoridades de plaza y nuevamente han conseguido los puestos, sabe Dios cómo. Es don Alberto Vázquez la persona que mangonea a las autoridades municipales, vanagloriándose de ello.

Alberto Vázquez con sombrero texano, hace mucho que dejó de ejercer su autoridad

Echaron fuera al matador en retiro Manolo Ureña, asesor del doctor Vázquez. Al parecer Ureña le apretaba para que no fuera tan espléndido y aunque Alberto no le hacía mucho caso, era incómodo que le hicieran ver su ineptitud al conceder premios.

Estoy seguro que los señores Vázquez y Fernández saben de toros, sin embargo, no es su conocimiento e

l tema de este texto. La cuestión es su torpeza a la hora de premiar.

Si consideran que soltando orejas y rabos a diestra y siniestra, es hacerle un bien a la fiesta de los toros, están muy equivocados. Su forma de otorgar trofeos ha sido descabellada, sin argumentos taurinos. No sé con quién tratan de quedar bien. Acaso con la empresa, con los toreros, con los ganaderos. No lo sé, lo que sí han logrado es perder la dignidad.

Los profesionales de la fiesta y lo

s taurinos se cachondean de la plaza de Puebla. Cuando hay orejas bien ganadas, nadie cree que así haya sido.

El galo Sebastián Castella obtuvo uno de los dos rabos otorgados en la feria. Ese 26 de abril me acomodé en el burladero de los apoderados y ayudas; la persona que recibió el rabo, luego de la consabida vuelta al ruedo del torero, me dijo: “pues no era de rabo, pero… qué quieres”. A los pocos minutos, ese hombre, habló vía teléfono móvil con alguien de un portal taurino, sin recato soltó maravillas del rabo obtenido.

Sebastián Castella vino a Puebla por 40 mil dólares. ¿Cuánto cobrará por matar toros?

Se supo, porque ese mismo día el señor Alberto Vázquez lo mencionó mientras estaba en el biombo, que el diestro Castella había cobrado 40 mil dólares por haber venido a Puebla.

No pretendo desacreditar lo realizado por los toreros en la feria. Ahí quedó la buena actuación de Castella, los lances de Jerónimo, la quietud de José Mauricio, la entrega de El Zapata; curiosamente, la mejor faena de El Cejas no fue premiada. El otro rabo concedido fue a Rafael Ortega; sin exagerar, una oreja era demasiado. Tampoco se puede olvidar la buena actuación de Karla de los Ángeles y los tres naturales de Melina Parra, sobre todo el tercero, ¿el mejor de la feria?

Dos aspectos de la labor de Rafael Ortega ante una res de Montecristo
a la que le cortó el rabo

De toros mejor ni hablamos, los dos jueces aceptaron todos sin chistar, de las 20 reses lidiadas en las tres corridas, sólo tres de la dehesa de Malpaso y, chance, uno de Pepe Huerta (del 16 de mayo) tuvieron presencia.

Eso sí, en todos los festejos hicieron tocar a la banda de música ¡qué chula es Puebla! Sin ser taurina es la de acá. Ahora así lo podemos presumir: ¡qué chulada es Puebla!



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