02 octubre 2008

Francisco Lazo... El adiós de Eloy Cavazos

2 de octubre de 2008

De los más distinguidos en la baraja taurina


AMIGOS, bien pudiera ser que la despedida de los ruedos de Eloy Cavazos Ramírez se llevará a cabo al acercarse o cumplir sus 2000 corridas de toros, en su larga trayectoria de 42 años de alternativa y tres previos de novillero, así como sus primeras hazañas al torear un becerro a los ocho años, allá en Ciudad Guadalupe, donde nació, y que colinda con Monterrey, capital de su estado Nuevo León. El 21 de septiembre de aquel año de 1980 llegó a las mil corridas, es decir hace unos días celebró la efemérides en casa el llamado "Pequeño Gigante del Toreo". Su crónica, pues, sigue enriqueciéndose de sucesos que han de quedar grabados como el buen torero que es en todos los años que tiene en la fiesta y que ha llegado a tan elevada suma haciendo historia en las plazas del mundo. Se dicen pronto estos datos pero vivirlos en los ruedos es un proceso poco común y hasta el momento inigualable en cosos mexicanos. Los números resultan fríos y al mismo tiempo elocuentes, pues es fácil sumar pero más difícil jugarse la vida tantas veces y para completar su cuadro clínico de 24 cornadas, Eloy también ha padecido la cisticercosis que lo tuvo alejado de los toros por dos años. Eloy ha toreado bajo todos los climas, soleados, nublados, bajo la lluvia y una vez soportando una granizada que no le hizo huir y de milagro no salió descalabrado. Pero han sido más y más los buenos momentos, los triunfos vestido de luces desde que Eloy tenía 13 años, el sabor agrio de las heridas y el dulce de los éxitos como ningún otro torero de nuestro cuadro artístico ha logrado completar, pues no es cualquier cosa tantos y tantos años de verle la cara al toro. Y Eloy considera un trago amargo matar al toro que ha sido su compañero, y tantas veces su amigo, en la tan apasionante y peligrosa actividad del toreo y un día a la pregunta de cómo podía explicar su habilidad para estoquear con certeza y tumbarlos pronto, respondió: "Ese es su destino y yo procuro hacerlo lo más rápidamente posible para no ver padecer a tan magnífico animal". Dice que lleva muchos toros derribados a espada en sus 42 años de matador y no se atreve a citar una cifra, pero sabiendo que en la generalidad de los casos ha matado dos reses por corrida vayan haciendo las cuentas, incluyendo desde luego las encerronas y los manos a mano, para no señalar los festivales y festejos benéficos. Un día escuchó esta pregunta: ¿si no hubieras sido torero qué otra profesión habrías escogido? y respondió rápidamente y sonriendo, "¡torero!". Siempre expresivo y en este caso no necesitó más explicaciones, pues seguro estaba de lo que anhelaba cuando siendo un niño formó parte de un grupo de coletas regiomontanos que lo llevaban a sus entrenamientos, donde Eloy se contagió del arte del toreo. Aprendió a torear antes que a leer y ahora es buen lector e indudablemente figura del toreo. Se va pues Eloy Cavazos y uno se cuestiona ¿quién le relevará? Por ahora no hay toreros capaces de igualarle, de causar tanto impacto aunque tenemos muchos pero aún no con ese poder de convocatoria que le ha distinguido, su alegría frente al toro, su cercanía al torearlo y su notable efectividad a la hora de oficiar con la espada, siendo uno de los pocos diestros que han llegado a conjugar la calidad de su toreo con la de matador de toros. Sin duda existen ya posibles astros para los que Eloy también será un ejemplo a seguir y medida de comparación, pues la afición tiene los ojos puestos en el capitalino Ignacio Garibay, torero de calidad y valor, quien viene a toda velocidad tras el cetro de la fiesta. Y también se puede decir que Arturo Macías y Joselito Adame poseen muchas cualidades y posibilidades para ocupar sitios de honor y muy en breve habrá que contar con el queretano Octavio García "El Payo", que está a un paso de su doctorado y a dos de su encumbramiento, lo mismo que el capitalino Manuel González Montoyita. La lista aún es prolífica y durante la próxima temporada invernal habrán de distinguirse y colocarse los más capaces.


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