Jueves, Enero 08, 2009 18:23:00 Hora GMT
De cuando en vez, el firmamento taurino se ilumina con la presencia de algún cometa, seres con una intensa luz (ahora sí, de esa a la que se refería el añorado "Ciego" Muñoz cuando reclamaba sus honorarios) y cuya luminosa cauda atrae a decenas de personajes que buscan sacar provecho de la ocasión.
Es una escena a la que ya estamos acostumbrados y que hemos visto centenares de ocasiones. No por conocida la trama deberíamos dejarle pasar sin, por lo menos, marcar constancia de que no es sano, ni para la Fiesta, ni para las personas de buena fe.
Con altas dosis de "egocilina", les convierten de la noche a la mañana en apoderados, ganaderos, empresarios, presidentes de peñas o cualquier cosa. La idea no es otra que sacar provecho de su dinero y así la coba fácil y barata va dando paso a un sueño en el que los recién llegados caen como si se tratase de una espiral sin fondo y del que cuando despiertan, invariablemente, terminan habiendo gastado una enorme cantidad de recursos y, lo que es peor, sin nadie a su alrededor. Son populares y "queridos", mientras su luz alcance para adquirir esos afectos; jamás después.
Así son los taurinos y no hay manera de cambiarlos; encuentran a una nueva presa y se lanzan sin miramientos sobre ella hasta exprimirles sin pudor ni recato para, una vez finalizada su obra, retirarse a buscar a otro nuevo cometa. Ejemplos conozco muchísimos.
Lo más triste del caso es que son vanas glorias que duran muy poco; casi siempre los cometas apagados terminan huyendo y poniéndole las cruces a todo lo que huela o se acerque a los toros, amargados y decepcionados por el maltrato del que han sido objeto. Es una pena, porque no todos los taurinos son así, también hay gente buena, pero esas personas, a diferencia de quienes se aprovechan de la oportunidad, tienen el grave defecto de que no son afectos a dar coba, ni a decir mentiras, ni a embaucarles una, y otra, y otra vez en "grandes negocios" que jamás funcionan y que siempre reportan pérdidas económicas.
Se vuelven famosos de la noche a la mañana, todo mundo les rinde pleitesía y a su paso se extienden alfombras rojas, no hay festejo en el que reciban uno, dos y hasta tres brindis de toreros que saben que "el monterazo" será bien agradecido. ¡Es que esto es tan obvio que da pena, pero también coraje!
Y por la noche luego del fracaso de turno, a la vera de una opípara cena (pagada por el cometa, claro está), vienen los cuentos de siempre: "lo que pasa es que la gente no entiende su concepto de la Fiesta, usted sí que sabe ser (y aquí ponga el puesto que el propio cometa haya elegido, empresario, ganadero, apoderado)... paciencia, paciencia don fulano y ya verá que usted termina revolucionando la Fiesta; y ¡venga mesero, sirva igual para todos que aquí el cometa paga!"
La intención no es criticar a nadie, sino el hacer una reflexión de lo que los taurinos deberían hacer en bien propio de la Fiesta.
Mecenas así no se consiguen todos los días, por eso es que enfada el que les quieran acabar en unos cuantos meses; si realmente tuviesen inteligencia cuidarían de la "gallina de los huevos de oro", protegiendo a la Fiesta y autoprotegiéndose para el futuro, impedirían que cualquier vivales sacase provecho de la ocasión; resulta mil veces preferible el resplandor de una estrella que dura cientos de miles de años a la brillante luz de un cometa que pasa y que nunca tenemos la certeza de si tendremos la ocasión de volverle a ver.
Para esos "cometas" la única recomendación que podemos hacerles es que tengan cautela, que midan bien y evalúen si los afectos que dicen tenerles son reales; una buena medida es que aprendan a decir "no" y que como mero ejercicio digan "no" de cuando en vez para conocer las reacciones de los taurinos. En esta Fiesta, como todo en la vida, no todo lo que brilla es oro y las luces suelen encandilar. Ya verán que esos que hoy les alaban al primer "no" se irán despotricando, expresando lo que realmente piensan de ustedes y seguirán su camino a la búsqueda de otro cometa.
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