Sólido triunfo de Alfonso Mateos

CRÓNICA / AUTLÁN (Méx) -

Por: Felipe Aceves , México

Sábado, Febrero 21, 2009 04:39:00 Hora GMT

Los buenos toreros lo demuestran con los toros malos y la ventosa tarde de hoy fue un duro baremo que el poblano Mateos fue capaz de superar.

FICHA DEL FESTEJO

Ante regular entrada, se lidió un encierro terciado de Cerrito de Corzo que tuvo genio, mansedumbre y desarrolló sentido, con excepción del 3° que tuvo nobleza y recorrido. 1° y 5° saltaron al callejón.

Luis Manuel Pérez “El Canelo”, silencio y silencio.

Alfonso Mateos, una oreja y silencio.

Fernando Alzate, silencio tras tres avisos y silencio.

Durante el tercio de banderillas del 3°, Alfonso Mateos realizó un quite providencial cuando el astado hizo hilo con Luis Torres “El Torreón”, justo antes de entrar en el burladero de matadores, del cual se desprendió el poblano.

Con "Jefe" y "Canaca" -feos nombres para un astado- que le correspondieron, había que mostrar las virtudes de alguien que tiene la convicción de ser torero. Mente clara, valor del bueno, disposición ilimitada y personalidad en el ruedo.

A su primero, muy abanto e incierto de salida, lo recibió girando con el capote para torearlo por la espalda y eso fue todo lo que permitió el de Cerrito de Corzo. Para matizar un tanto cuanto la incertidumbre del novillo hubo que darle duro en varas y, solo así se le pudo obligar a concentrar sus embestidas. No fue suficiente; había que fajarse, someterlo por bajo y arriesgar el pellejo por el sentido que pronto desarrolló. Pero Alfonso Mateos, a base de quedarse quieto y mandar mucho en él consiguió series de mucha convicción, temple y mando por el lado derecho. Ya sometido el morito, se cambió la muleta a la izquierda para llevar muy empapado al novillo para que no descubriera lo que sabía dejaba atrás. Culminó con adornos que no parecía pudiesen realizársele a un ejemplar con esas condiciones de lidia. Media estocada en buen sitio y de rápidos efectos le fueron premiados con una oreja, la que sirvió para ser el triunfador de la tarde.

El segundo de su lote, además del viento y la romana que traía el novillo, hubo que sortear el agravante de un comportamiento violento, a más de que se revolvía en dos manitas. Mateos lo recibió con gaoneras, para seguir con ceñidísimas chicuelinas; con la muleta el poblano se fajó para someter con una rodilla en tierra al violento ejemplar, la muleta muy baja que despedía debajo de la pala, algo consiguió ahormar la virulencia del toro y otra vez quieto y con mucha convicción, Alfonso aguantó coladas por el izquierdo; una guerra a la que el novillero nunca rehuyó y de no haberse puesto pesado con el acero, se habría llevado otra oreja a la espuerta.

Luis Manuel Pérez “El Canelo” poco pudo hacer con el primero de su lote. Abanto de salida, además de saltar al callejón, nunca tuvo fijeza y se tiró un pasodoble en el estribo del piquero. El Canelo intentó un quite por chicuelinas con gran voluntad, pero no había material adecuado y con la muleta, no hubo poder que hiciera humillar al novillo para que embistiera y no arrollara con la cara alta; refugiado en la querencia el enemigo, Pérez le señaló un pinchazo y una estocada baja para hacer doblar a su enemigo y retirarse al callejón en silencio.

Su segundo, un ejemplar con 470 kilos en los lomos, gazapeó en el primer tercio, provocó un herradero en varas por su imposible falta de fijeza y terminó anclado al piso. De nada sirvió la voluntad de “El Canelo”. Estocada baja que bastó y de nuevo silencio a su labor.

Al colombiano Fernando Alzate no le bastó su incontrovertible voluntad mostrada desde recibir con una ceñidísima larga afarolada de rodillas al primero de su lote. Tuvo al único ejemplar que ofreció algunas posibilidades para una lidia más lucida, sin embargo, comenzó a llevar al novillo para adentro y pagó el precio cuando este, obvio, comenzó a ceñirse. Escuchó los tres avisos.

El sexto de la tarde ni humilló ni para comer, por lo que la voluntad para agradar al público se estrelló con las condiciones del burel.

Por fortuna, el encierro no pudo apagar los deseos de la gente de Autlán de disfrutar su carnaval.

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