03 marzo 2009

Apoderar a un torero no es cosa fácil, no señor. Hay que saber.

pero que necesidad apoderado?

por óscar mejía

Triste muy triste quedé después de ver los infructuosas esfuerzos que hacía Humberto Flores para salir a flote del broncón en el que lo metieron en el ruedo de la plaza más grande del mundo y una de las dos de mayor jerarquía, el domingo pasado.

A Humberto Flores, un torero de gran pundonor, de exquisiteces taurinas, de profundo toreo de mexicano sentimiento, querido y admirado por los aficionados en nuestro país, ungido el mejor de la temporada pasada. Y que le acaban de pegar un cate de órdago, de esos que duelen y mucho y dejan gordas cicatrices en el alma, lo mandaron a la guerra.

Humberto es un torero, un hombre que lleva un secreto en el alma, de esos secretos gordos que requieren del entorno propicio para sacarlo, gritarlo, recitarlo para el goce estético de las multitudes diletantes. Maduro y perfectamente ubicado en su profesión de artista en su especialidad la tauromaquia.

En pocas palabras el jalisciense es un producto logrado, capaz de funcionar y desarrollar más de lo que hasta ahorita ha dado. Pero el chiste es administrar adecuadamente y con finalidad de éxito el producto. Para eso se necesita un apoderado.

Un apoderado profesional que sepa lo que significa el gesto de dolor de su torero con el muslo partido y que no se le ocurra hacer que salga en La México, en corrida de desempanse, sin nada que ganar y todo que perder como sucedió. Y pá acabar con ganado a contra estilo, que para nadie (que sepa) es secreto, de temperamento y con alto grado de dificultad.

Se requiere un taurino que conozca el oficio.

Que sepa reconocer y hacer valer el grado de torero importante que a fuerza de sudor y sangre se ha ganado Humberto. Y que no insista en echar a su pupilo de cabeza a perder a la segura, como sucedió en su indefinida y cacahuatera confirmación en Madrid y ahora esto, mandarle al matadero, cuando la reaparición de Humberto Flores en México bien pudo haberse programado para el próximo año, con todo pá ganar.

A Carlos Yarza, quien es el apoderado de Humberto, le conocemos como parte destacada en el equipo de transmisiones por TV de las corridas. Sus comentarios muchas veces son acertados y hace bien su trabajo como periodista, digo yo. Y con un buen de tiempo circulando por el medio.

Pero no es apoderado taurino, en la acepción que se requiere para estar al tanto de los rincones y recovecos del medio y el oficio. Este es el momento de reclamarle el que esté llevando la carrera de Humberto Flores sin rumbo y poniéndolo en dificultades en vez de tomar decisiones que lo valoren como lo que es, un gran torero y artista mexicano.

Ahora a provincia y ponerse para que la próxima temporada en México se aproveche mejor.


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