con JoséRubén Arroyo
en la segunda conferencia de Los Toros hablados
en el Ayuntamiento de la ciudad de Puebla. El diestro -también poblano- literalmente, la ha bordado; llevándose una sentida ovación, con la gente puesta de pie.
¡Se torea como se es!, mencionó el conductor Miguel de la Garza, refiriéndose a aquella frase de Juan Belmonte, Arroyo lo aceptó y dijo que, para él, “torear es un sentimiento, un goce, se juega algo que se muere, o que me muera yo, disfruto toreando, es un arte, es un hecho irrepetible, hay una emoción en quien lo hace… en quien lo percibe. Se hace por amor propio, no se busca un satisfacción personal, porque eso de comprar una casa a nuestras madres, siendo honestos, se pone uno a trabajar en otro cosa, se dignifica uno y se compra la casa, ¡pero yo soy torero!”.
Continúo diciendo: “algunas veces, muchas veces (toreando), me pregunto: ¿y yo qué hago aquí?, incluso estoy citando y me digo: ¿qué diablos hago aquí?, pero apenas veo que se fija la mirada en el punto que yo le presento al toro, se me olvida todo lo demás, todo lo que podría ser un sinsabor y todos los conflictos por los que pasé antes de llegar ahí y disfruto de ese solo pase, eso se guardaría para mí, sería un dialogo conmigo mismo.
“Sería un soliloquio, solo y loco; más solo y loco que nada, pero es un soliloquio fenomenal, que te hace querer más. No es una adicción a la adrenalina es una adicción a poder parar el tiempo”.
Habló del percance que sufrió en el ojo izquierdo, aquel día de noviembre de 1997 en que una vaca le dio un golpe estando en la dehesa de Álvaro Espinoza. Cuando la vaca tiró el derrote llegó Mario del Olmo a auxiliarlo, le tapó la cara con el capote; Arrollo sabía (y sentía) lo que había pasado, se asustó, se puso de rodillas y rezó un padre nuestro. Pensaba que jamás volvería a torear. A la fecha tiene cinco años de alternativa, doctorado que le dio El Pana en El Relicario.
En otro de los conceptos que expuso manifestó: “estoy agradecido con Dios por la oportunidad de poder crear, porque también el toreo es crear; hablamos de una ilusión y de crear un espacio infinito que se puede convertir en arte que es un privilegio divino. Poca gente hace cosas que perduren, hay toreros que han perdurado, a mí me gustaría ser uno de ellos porque estoy en la cuerda, eso me dicen que puedo torear como los toreros que se quedan para siempre entre nosotros”.
Este diestro se hizo torero porque a su familia le gusta la fiesta brava y aunque no lo llevaban a los festejos, le gustaba escuchar las charlas tan apasionadas que tenía su papá; su abuelo hablaba de un loco, al que apodaban El Pana y José Rubén decidió ser un loco de esos, a los que le dicen toreros.
Le dijeron que tenía que leer un libro del tema y se leyó el de Luis Spota (Más cornadas da el hambre) y empezó a soñar en ser Luis Ortega y Camioneto; incluso, alguna vez, hasta robarse los elotes (como dice en el libro) y se fue de vago a Monterrey.
Fue elogiado por los presentes quienes recordaron algún momento importante del torero.
Álvaro Sánchez, miembro de los integrantes del grupo Tradiciones y Cultura le dedicó uno de sus famosos Comentauros:
Torero profundo, serio,
de los que poco se ven
así es José Rubén,
que ejerce su ministerio
entre un aura de misterio;
sedeño con el percal
la diestra o al natural,
superando el gran escollo
fluye el arte de este Arroyo,
como en copioso caudal.
El próximo jueves 30 de abril, se realizará la última conferencia en el Ayuntamiento de Puebla, estarán el arqueólogo Horacio Reiba y el periodista Horacio Reiba. La entrada es libre.
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