EL FUNDÓN /
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- Por: Francisco Tijerina E.
Viernes, Agosto 14, 2009 07:05:00 Hora GMT
En este "México-Mágico" en donde reina la improvisación, cualquiera cree que es director técnico de futbol, cualquier pretende dar clases sobre la mejor manera de encender el carbón para una carne asada y mucho más creen que pueden, impunemente, hacerse pasar como comunicadores y especialistas en relaciones públicas para un torero.
¡Venga!, hágase usted de una computadora (laptop de preferencia con conexión inalámbrica y toda la cosa), consígase como pueda una lista con direcciones de periodistas taurinos, abra una cuenta de correo gratuita en hotmail, gmail, mimail o donde sea y ¡voilá! ya es usted jefe de prensa.
No importa que no tenga nociones de comunicación, ni que la redacción no sea uno de sus fuertes, que se le cuelen algunos errores ortográficos y que esté peleado de manera definitiva con la sintaxis. La tarea se considera cumplida si se envían muchos correos y si, cual disparo de escopeta, se logra dar en algunos blancos.
No basta con las buenas intenciones, porque lo que está en juego, siempre, es la imagen del torero en turno; no se juzga la capacidad profesional de quien hace el fallido trabajo de promoción, la mancha queda, invariablemente para el torero que comete un garrafal error al permitir que su imagen sea manejada por alguien que no es un profesional. ¿Permitirían esos toreros que en el caso de una cornada los atendiese cualquier doctor que no tenga nociones de cirugía taurina?
Las herramientas modernas como el Internet, el correo electrónico y la fotografía digital, han facilitado muchas cosas, al grado que cualquiera tiene elementos a su disposición, lo cual no significa que tenga una idea clara de la forma correcta de emplearles y la manera de conseguir los mejores resultados.
Un encargado de prensa y relaciones públicas de un torero ejerce un trabajo sumamente especializado y debe ser capaz de conducirse con propiedad ante los profesionales del toreo, periodistas, pero también empresas, apoderados, ganaderos, y tener la virtud de traducir en textos claros, llanos y simples, alejados de las frases hechas y los clichés, a fin de que el hecho noticioso pueda ser comprendido por personas ajenas al mundo de la tauromaquia.
Orientar al torero y su administración sobre la manera correcta de conducirse ante los medios de comunicación y sus representantes, saber cuándo es importante realizar una visita a un medio, cuándo una invitación a comer, cuándo citar a una conferencia de prensa y la mejor hora para hacerlo a fin de tener la máxima convocatoria o bien, cuándo emitir un boletín y tener conciencia de que la hora en que se envía es la idónea, son tareas sustantivas en la misión de quien se atreve a representar y promover la imagen de un torero.
El asunto se complica cuando debes enfrentar a la inevitable corrupción. ¿Qué hacer? ¿Ceder ante el chantaje o enfrentarlo? El jefe de prensa debe saber cómo sortear estas situaciones y encontrar la mejor de las salidas, ¿Pagar por buenas crónicas?, no siempre es lo mejor.
Comunicar no se limita a hacer reseñas sobre resultados y notas previas o un recuento de las fechas contratadas en los siguientes meses. Es algo bastante más complejo.
Patéticos resultan los contenidos de algunas páginas de Internet de toreros que tienen mucho de forma pero carecen de todo en el fondo; triste es el encontrar una colección de errores de ortografía y construcción gramatical; ya porque se las ofrecieron baratas, ya por cualquier motivo, lo único que dejan ver es la importancia que para dichos diestros y sus apoderados tiene la comunicación; al final terminas por comprender que son miopes, que no comprenden el alcance y que no entienden que es y será la comunicación efectiva la herramienta que les convierta en verdaderas figuras del toreo, en íconos, en ídolos. Es cierto que para ello deberán justificarse en el ruedo y cortar orejas todas las tardes, pero de nada servirán todos esos "retazos de toro", si no son capaces de dimensionarlos y darles la proyección necesaria y suficiente. No sirve de nada tener la chequera abierta y andar repartiendo dinero a diestra y siniestra, como lo han intentado muchos; no es con inserciones pagadas como se consigue el objetivo, es la mezcla de muchos factores lo que hace en realidad a un producto exitoso.
En un país en el que hemos contado con tantas y tan buenas plumas, con tan buenos y tan prestigiados comunicadores, me parece una absoluta falta de respeto el hecho que muchos puedan improvisar. Ni la más completa lista de correos, ni la mejor cámara, ni la más potente computadora, pueden suplantar a un texto claro, legible, comprensible, que pueda conseguir el efecto de enamorar al reportero, de convencer al editor, de posicionar una información que llegue verdaderamente a los públicos y que con base a ella se pueda conseguir un sitio. No sólo hay que poner los huevos, hay que saber cacaraquearlos.
Si hay quienes se atreven, basados en la buena fe o porque consideran haber encontrado un nicho de oportunidad, a investirse de comunicadores o relacionistas públicos, mucho más lamentable resultan aquellos que siendo apoderados o representantes de toreros creen que pueden, porque tienen un correo electrónico y una lista de e-mails, suplantar la labor de un profesional. ¿Opinarían lo mismo si cualquier reportero, fotógrafo o camarógrafo les dijese que puede firmar contratos, buscar fechas, reseñar y embarcar encierros, enlotar y sortear y hacer las gestiones administrativas de su torero? ¿Verdad que pegarían el grito en el cielo?
No es reclamo. Es un llamado para no confundir los deseos con las posibilidades; para tomar en serio esta hermosa profesión y darle el nivel y la importancia que ameritan, El sentirse responsables de una tarea tan delicada como lo es el cuidado de la imagen de un torero, porque en buena medida de esta gestión dependerá el futuro profesional de un hombre que, tarde a tarde, se juega la vida y eso, no es cuestión de juego.
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