07 agosto 2010

De Toros y Toreros desde Aguascalientes

AVELINO JULIO ROBLES HERNÁNDEZ... ¡QUE EN PAZ ESTE!.
  • por Pedro Julio Jimenez Villaseñor

EL DÍA 13 de agosto de 1990, en Beziers, Francia, el toro “Timador”, de la ganadería de Cayetano Muñoz, da tremenda voltereta a Avelino Julio Robles Hernández, según registro en su acta bautismal, que a consecuencias de la misma sufre la rotura de la medula espinal que lo deja tetrapléjico en silla de ruedas de por vida. Nació en Fontiveros, Ávila, el 4 de diciembre de 1951, vistió por vez primera de luces el 28 de agosto de 1968 en Villavieja de Yeltes, Salamanca, durante esa temporada intervino en 40 festejos, y como decimos por México... ¡De ahí pa´l real!, hasta convertirse en uno de los toreros mas importantes de sus tiempos.
EL 14 de enero de 2001 se emite el siguiente escueto boletín...: “A las 17.05, don Julio Robles Hernández, de 49 años, ha fallecido por  parada cardiaca”. Consecuencia de una perforación intestinal. Según el parte médico, el corazón del diestro no pudo aguantar la intervención quirúrgica a la que fue sometido apenas unas horas antes. Momentos al anterior al comunicado dicen desde el hospital... “Se le había diagnosticado un abdomen agudo y shock séptico. Se practica tratamiento quirúrgico urgente por el doctor Fernando Angoso con hallazgo operatorio de perforación de colon izquierdo, con peritonitis aguda y difusa secundaria a la misma. El paciente pasa a la unidad de cuidados intensivos donde se le mantiene en situación de ventilación mecánica por inestabilidad hemodinámica, siendo el shock refractario al tratamiento hasta el momento de la muerte”.
EL ESPADA, salmantino por adopción, toma la alternativa el 8 de julio de 1972 en Barcelona, con Diego Puerta, de padrino y Paco Camino de testigo, aunó calidad y dominio, elegancia y pureza, en su forma de torear, tanto con el capote, con el que fue un auténtico artista, como con su poderosa muleta, representó la pureza de la tauromaquia en uno de los períodos más difíciles del toreo, cuando la decadencia de las entradas a los tendidos aumentaba y las mencionadas maneras de ejecutar el toreo fue un fuerte empujón para que, en compañía de posteriores jóvenes espadas agregados, llegara alivio para las empresas. Así pues, el 15 de enero, Julio Robles da su última vuelta al ruedo, fue en la plaza salmantina de la Glorieta donde afición y compañeros le dan el ultimo adiós, antes de ser enterrado en la localidad de Ahigal de los Aceiteros, en la comarca de El Abadengo, en la provincia de Salamanca. Dijeron sus compañeros... “El Niño de la Capea”, muy emocionado, hablaba. “Ha tenido muy mala suerte en su corta vida. Después del sufrimiento para llegar a ser figura del toreo y en la cúspide de su carrera... se queda tetrapléjico. Y ahora que volvía a ser feliz y estaba tan ilusionado con ser ganadero...”... Victoriano Valencia tampoco podía ocultar su inmensa tristeza. “He perdido a mi hermano de sangre y a mi hermano del alma. Era un gran torero y un ejemplo de valor para todos”. Y...
EXISTE UN dato que nos dice quien fue Julio Robles en lo mas intimo de su ser, hasta donde quería su profesión. Hará cosa de diez años fue invitado a la dehesa de uno de sus tantos amigos matadores de toros, figuras del toreo, como él, esas fincas tan propias de las mencionadas figuras, los mismos que lo frecuentaban de constante gracias a su don de gente bien nacida, lo apapachaban, consentían, por supuesto que llegó en su silla de ruedas, entendido tenemos que se tentarían algunas becerras y ante el asombro de todos solicitó permiso para pegar unos muletazos, si el ganadero se lo permitía. El asombro de la petición fue general pero sus compañeros adivinando lo que don Julio sentía le fue aceptada su solicitud, de inmediato se preparo todo, una becerra chica, un matador de toros que manejara la silla y todos los demás bien colocados para hacerle el quite en caso de necesitarlo y... el lloradero de los emocionados asistentes al ver la enorme afición del de Fontiveros, desde luego que fueron tres o cuatro pases, más que suficientes para que le cargaran sus colegas en hombros como un reconocimiento a su toreria. Es esto, ni duda queda, un ejemplo de voluntad que nos puede servir a todos y en cualesquier profesión. Me he permitido anticipar y hacer este recordatorio, a ocho días del aniversario de la tragedia de Beziers, por falta de notas taurinas de interés en estos momentos, repito pues... Un ejemplo de voluntad que nos puede servir a todos y en cualesquier profesión, ojala esto motivara  a los que comienzan... Nos Vemos.    

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