Querido Adolfo, mi gran amigo, no puedo imaginarme la pena que estás sintiendo si yo en el alma tengo un gran dolor por que José María tu torero, nuestro torero se marchó en el momento en que la vida le sonreía.
Quisiera decirte algo que pueda mitigar este amargo trance de desolación tan grande que estás sufriendo, pero solamente puedo alzar la vista al cielo y rogar al creador por que les mande fuerza a Laurita su compañera de vida a todos en su casa y a ti mi hermano para que la resignación ante sus designios llegue pronto.
Recibe mi más sentido pésame
O.M
O.M
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