“ LOS SNOBS I “
Por :Antonio Casanueva
En días pasados, mas concretamente el 25 de junio, apareció en diarios españoles una columna del calificado periodista taurino español Domingo Delgado de la Cámara , reproducida por el Blog taurino de internet EN LOS MEDIOS, con tanta verdad y guasa que Rincón Taurino, aunque por lo general, no ha pretendido convertirse en un reproductor de las ideas y mucho menos de los artículos de terceros, no ha podido evitar, el deseo de reproducir sus partes medulares, para sus lectores, ya que en “Los Snobs”, que tal es el nombre del sensacional artículo, refleja de una manera clarísima la realidad taurina de aquel país, así como una similitud de cuanto ha venido aconteciendo en el nuestro.
Así pues, aquí tiene usted amigo lector, “Los Snobs” a que se refiere el párrafo anterior, que lo disfrute.
SNOBS ”según El Diccionario de la Real Academia Española, no es otra cosa que la persona que imita con afectación, las maneras y opiniones, etc. de quienes considera distinguidos…
Así la clásica diferencia entre los aficionados y público en general, ya no es válida. Hoy en día casi no quedan aficionados , ni tampoco público municipal y/o sencillo. Ahora todo lo ocupan “Los Snobs”. Estamos asistiendo a una clara invasión de los Snobs. Antes, el aficionado era el espectador de calidad que conocía el intríngulis del espectáculo taurino. El público en general, por su parte, era una masa de personas ingenuas y apasionadas, que aplaudían incansables al torero.
La salud de la Fiesta se basaba en el equilibrio entre ambos bandos. La masa, con su virginidad mental, aupaba al torero y lo hacía triunfar. Los aficionados, con su sabiduría y exigencia, eran el freno para que las cosas no se excedieran. En la tensión entre ambos bandos, se basaba la salud del espectáculo. El aplauso de la masa, garantizaba los triunfos; el aficionado salvaguardaba la esencia de la fiesta.
La masa siempre ha sido partidaria de los toreros valientes y arrojados. Los aficionados, mas críticos, tomaban partido por los toreros poderosos y de buena técnica. La masa quedaba deslumbrada por los heterodoxos; que contaban con el apoyo de los aficionados. La masa hizo de Juan Belmonte, Manolete y El Cordobés, auténticos dioses en vida. Por su parte, los aficionados del tiempo de Belmonte, se decantaban por Joselito, los del tiempo de Manolete, admiraban a Pepe Luís Vázquez. Y los del tiempo de El Cordobés se inclinaban por Antonio Ordóñez.
Hubo excepciones, claro. Pero en general los aficionados se decantaron por los toreros clásicos y ortodoxos. Los aficionados se dieron cuenta de las aportaciones de los heterodoxos a toro pasado. Así fue siempre; una masa propiciando apoteosis y unos aficionados poniendo las cosas en su sitio… Y La Fiesta estaba sana, con una salud basada en la interacción de ambos bandos.
Nada de esto existe ya. A partir de los años setenta y como consecuencia del cambio de costumbres vivido por la sociedad española, la clásica distinción entre público y aficionados dejó de existir. Así los años setenta, fueron años (allá en España) fueron años de plazas vacías y cuando volvieron a llenarse por los ochenta, fueron unos espectadores nuevos quienes las llenaron: Los Snobs. Estamos en la era de “Los esnobs” y ya se han sucedido dos generaciones de esos espectadores Esnobs.
Como (estos aficionados) no tenían ni la menor idea de lo que pasaba en La Fiesta, se metieron con calzador las crónicas que Joaquín Vidal escribía en el diario “El País” Y de ahí viene, (según Delgado de la Cámara, a quien pertenecen las expresiones de este artículo) toda esa sarta de “sandeces y desatinos” que se han oído en las plazas de toros en los últimos años. O sea que la contradicción insuperable entre el torismo de salón y el aprecio por Curro Romero y Rafael de Paula, tuvo su origen aquí.
Esta primera generación de “Snobs”, también fue partidaria de Jose Miguel Arroyo. Ya saben: alguien dijo que era muy puro y de repente todos quisieron presumir de exquisitos catadores y degustadores de la pureza. Pero todo ese enjambre de imitaciones y falsedades, ni fue nada en comparación con el paso arrollador de la segunda generación de esos “Snobs” : La de la histeria por José Tomás, ya que la mayoría de los seguidores de José Tomás son una auténtica pandilla de esnobs, quienes hace cinco años no habían visto una sola corrida de toros, y que, desde luego, el toreo de José Tomás en el fondo, les importa un comino, al contrario es la excusa para fardar (alardear) de poderío económico en el tendido y presumir que saben de lo que NO saben. Es el torero de moda, el banderín de enganche un motón de HORTERAS que quieren presumir de entendidos y refinados , incluyendo a un puñado de presuntos artistas e intelectuales cuya obra es totalmente mediocre, comparada con aquellos que rodearon -en sus tiempos- a Juan Belmonte o a Domingo Ortega.
ANTONIO CASANUEVA
(Continuará)
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