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| ...y todos perdimos... |
- Por Óscar MEJÍA
Era el tiempo en el que mi menda cursaba las primeras letras taurinas (1967 o 68) cuando desde el tendido de la monumental plaza de toros México miraba como con los matadores vestidos y en patio de cuadrillas la corrida se suspendía.
No voy a entrar en detalles porque los tengo arrumbados en la memoria y no deseo entrar en inexactitudes; pero lo que si tengo muy claro es que la razón por la que esto ocurrió esa tarde fue que las cuadrillas se negaron a actuar si no salían las cámaras de TV de la plaza o bien se les pagara más. Esa tarde salió la televisión de las plazas y nadie ganó, todos perdimos.
La difusión de los toros se fue al rincón y ganaron terreno en la preferencia del publico otros espectáculos de mucho menor arraigo en nuestra sociedad de aquel entonces: el futbol, el americano, el tenis, las carreras de coches y hasta las carreras de ranas ocupan desde entonces mayor espacio en el medio de difusión por excelencia de la era moderna que es la televisión. Así han pasado los años con la fiesta arrumbada. Hasta ahora no entiendo cual fue el beneficio que la unión de subalternos conquistó hace más de 40 años con esa acción.
Si bien es cierto que la unión hace la fuerza y en ese sentido la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros ha sido ejemplo en la actividad, se puede decir que es el único grupo taurino que acciona como gremio; lo importante es tener claro para qué se usa la fuerza que da la unión y como se ejerce.
Cuando se aprovecha con objetivos de corto plazo y para beneficio particular de solamente un grupo o una persona y cuando se tiene todo un año para definir condiciones con una empresa como la de Arroyo consistentemente establecida y se espera hasta el último momento que ya se tiene todo invertido y los novilleros ya han tragado miedo, para ejercer presión y a través de ésta conseguir beneficios, la fuerza que da la unión se está usando mal. Se tenga o no razón en sus pretensiones.
…remato en los medios.
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