30 agosto 2011

Becerristas y novilleros mexicanos, inagotable cantera


¿La Fiesta en Paz?


Becerristas y novilleros mexicanos, inagotable cantera
Otra brillante lección en Bilbao
  • Leonardo Páez
Foto
Momento de la lidia del matador Jiménez Fortes en Almería, el 26 de agosto pasado
Foto Reuters

Los empresarios taurinos del país –alcahueteados por la crítica y las autoridades–, imprudentemente lo han olvidado, pero un novillero con vocación, cualidades y sello constituye la parte más valiosa de la fiesta, junto con los becerros que en el campo son destetados. Sin estos dos protagonistas –el toro bravo y el torero apasionado– el arte de la lidia se queda en sanguinolento posturismo exhibicionista.
Frente al nefasto proceso de americanización de la sociedad mexicana y su correspondiente destaurinización, con la anuencia, otra vez, de autoridades, medios y ciudadanía, conmueve y enorgullece constatar la inagotable vocación torera en este pueblo, acosado por imperios frívolos más o menos eficientes, pero animado a la vez por una fuerza interior y anterior que lo sostiene por cauces que algunos quisieran extinguidos.
Forzada por las circunstancias, al no llegar a un arreglo con los subalternos por adeudos de derechos de televisión, la empresa de la placita Arroyo, de Tlalpan, decidió dar entonces festivales con becerristas de diferentes escuelas taurinas del país. Bastaron cinco festejos para que varios chamacos confirmaran esa vocación torera que desde los gringos hasta los protectores de animales, pasando por los taurinos, han querido abolir. Falta que el enorme potencial de Juan Pablo Llaguno y de Nicolás Gutiérrez, entre otros, encuentre un ambiente menos enrarecido y más motivador.
Fue emocionante volver a ver de luces al inteligente tlaxcalteca Sergio Flores en su reaparición en el coso francés de Saint-Severe, frente a una seria novillada de Montealto. Ya desde el patio de cuadrillas el joven torero mostró una mirada inquisidora y ansiosa, y al recibir a su primero –fuerte y bravo, alto de agujas y muy bien armado– con templadas verónicas rematadas con bella revolera, uno pregunta si al muchacho ya se le olvidaron las cuatro cornadas de Madrid o por tenerlas muy presentes hace las cosas mejor que antes.
Tras someter la embestida y meterla en la muleta, Flores volvió a desplegar colocación, sentido de la distancia y estructuración. Primero en tandas con la diestra para luego, aguantando en serio, con su valor sin aspavientos, ligar increíbles muletazos con la zurda. Tras cobrar una estocada en todo lo alto recibió merecida oreja, y con ella en la mano esbozó por fin una sonrisa. Torero con raza, a ver aquí quién lo rechaza.
Otro tlaxcalteca prometedor es Antonio Galindo, quien con apenas cinco tardes de dos novillos se alzó como triunfador de la quinta novillada en la Plaza México el domingo pasado, luego de mostrar sentido de la lidia, valor, sentimiento y lo que cada vez escasea más: toreo de cintura; es decir, de acompasado ritmo en las suertes. Toreó muy bien de capa al noble, pero débil sexto, y lo hizo mejor con la muleta en series por ambos lados. Coronó su labor con soberbia estocada en todo lo alto y se llevó una oreja a ley.
Bilbao y su feria resultan siempre aleccionadores, aunque los taurinos mexicanos no se asomen a tomar nota. Toros con mucha seriedad sin llegar a la elefantiasis esnob de Madrid, empresas respetuosas de un público que sabe ver y sentir, alternantes que se olvidan de las ventajas, pero no de rivalizar, y una autoridad que se hace valer. Así de complicado y de emocionante.
El pasado martes 23 lidiaron toros de Núñez del Cuvillo Morante de la Puebla, David Mora y José María Manzanares. Un encierro donde privó la bravura y tres expresiones magníficas del arte de la lidia. Con uno claro y flojo de remos, Morante logró momentos de increíble plasticidad y con su segundo, una máquina de embestir, estructuró una gran faena que le valió las dos orejas. David Mora, con percha, un concepto muy puro del toreo y un valor sin adjetivos, se trae a los toros de aquí hasta allá. Ojalá lo veamos en México. Y de Manzanares baste decir que junto con El Juli es el torero con más solidez técnica que hay hoy en el mundo. Tras dictar cátedra, despachó a sus toros de sendas estocadas recibiendo. Esta tauromaquia es cultura; barbaries son otras, y a diario.

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