¿QUIEN PONE AL MUERTO?
¿Le tocara a los Matadores, o a los
Picadores y Banderilleros o tal vez a los Monosabios, poner al siguiente muerto?
En la Plaza de Reynosa,esa que dio la corrida del pasado domingo 3 sin contar con los servicios médicos especializados,que
aporta el Capítulo Mexicano de Cirugía Taurina,el que preside el prestigiado
galeno Jorge Uribe Camacho, que es el médico titular de La Asociación Nacional
de Matadores y cuya labor en pro de la expansión médica especializada, ha sido su
constante, para ello El Dr. Uribe ha logrado agrupar a reconocidos médicos como lo es el caso de esa
eminencia,el Dr. Román Chapa Allen, mismo que posee la friolera de 37 años
salvándole la vida a los toreros y el cual se vio obligado a dejar de prestar
sus servicios a la actual empresa, el caso es que para el festejo referido
donde actuó el rejoneador Hermoso de
Mendoza y los coletudos Alberto Huerta y Juan Fernando, el empresario antepuso
la avaricia ¿o sería valemadrismo? a la
responsabilidad,con tal de no pagar los honorarios de los servicios médicos
especializados o ya en el peor de los casos de una plantilla de médicos que
aunque ajenos a como se debe de tratar una herida o fractura producida, por
asta de toro, cuando menos hubieran estado presentes en el momento del evento, ¡pero
no!, la empresa se fue por el mínimo gasto que es el de contratar únicamente
paramédicos.
Alberto Huerta, con hambre de triunfo se
arrodilló en los medios a recibir a Porta Gayola al toro del hierro de Rafael
Mendoza, la suerte se salió de cause y
el burel en su vertiginosa carrera se llevó al torero del centro del redondel
hasta las tablas, unos casi 20 metros,
en el trayecto le propino tres cornadas
que en conjunto rebasan los 60 centímetros de longitud, aparte de cuatro
vertebras que sufrieron daños, más las múltiples contusiones algunas en la
cabeza, mientras las beatas sacaban los rosarios y los creyentes le suplicaban al Santito Niño de Atocha,
que salvara el toreador, éste fue
trasladado al hospital Santander en
donde un cirujano general le echó talacha, gracias a que la cornamenta del
burel no le partió ni el corazón, ni los
pulmones u otro órgano vital, con lo que se les pudo haber ido y a estas horas
sería cadáver.
Ante esto y por casos que se han venido
repitiendo, se hace necesario que los jerarcas de los toreros, no permitan que
se efectúen festejos si las plazas no cuentan con los servicios médicos del
Capítulo Mexicano, Alberto Huerta de no presentarse complicaciones post operatorias,
que podrían surgir al no haber sido operado por especialistas, deberá salvarse,
pero de que la muerte rondo en la plaza
de Reynosa, que ni qué. Así que el empresario Arturo Manzur& Company van a tener que solventar una cantidad mayúscula
a menos que contaran con cobertura de Gastos Médicos Mayores, que parece que no, además tendrá que alquilar un jet-ambulancia que traslade al matador hasta el aeropuerto de Toluca, donde lo deberá
de recoger otra ambulancia, esta terrestre y lo conducente será que lo lleven al Sanatorio Durango en la Cd. de México, en el que Dr. Uribe Camacho y su staff
determinarían mediante revisiones y estudios en qué condiciones se halla el
paciente y de no existir anomalías, vendrá la etapa de rehabilitación
supervisada.
¡Ah!
Toreros y no olviden que la próxima vez que vayan a torear a Reynosa, llevar
junto con su espuerta, su fundón, una urna mortuoria porque existe el riesgo que
regresen hechos cenizas. Y recordemos medios y aficionados, que si queremos
bienestar, dejemos las palabritas dulces y animosas, las imploraciones milagrosas,
los votos esperanzadores, porque lo que tenga que suceder, de todas maneras va a
suceder y mejor denunciemos las condiciones médicas en que se están dando
festejos.Y ya lo dijo el caído ‘Es lo que hay en la fiesta, y es lo que dan los
toros’.
Ya al ratote El Beto andará echándose sus
tequilazos a la salud de sus nuevos adeptos y toreando de aquí pa' allá,
porque el amarillismo de las cornadas 'cañonas' es muy socorrido por los
empresarios. Moraleja; Las cornadas mientras más tenebrosas, más dividendos
pagan.
'Nadie me invito, pero tampoco
nadie me dijo, que no viniera'.
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