/ Esteban Ortiz Mena
José Carlos Arévalo explica que “el aficionado sabe que la lidia no es un combate entre iguales. Por supuesto, no le interesa que el toro venza. El interés de la corrida es esencialmente humano: comprobar cómo un hombre –le llamamos torero- asume el peligro; si lo hace con arrojo, con gracia, con destreza, con inspiración, con arte; o todo lo contrario, si lo hace con miedo, impericia, sin imaginación, feamente”.
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