...Medina Ibarra SAN MARCOS / EL APUNTE -
Por: Juan Antonio de Labra
Lunes, Mayo 12, 2008
La bravura es un misterio. Nadie sabe a ciencia cierta porqué ese maravilloso animal que es el toro de lidia embiste de determinada manera. Dicen algunos que se trata de un "estado de ánimo"; otros, que es cuestión de casta.
El encierro de Medina Ibarra va a generar polémica, tan benéfica para el espectáculo. Y es que el comportamiento de varios toros tuvo distintos matices de bravura.
Los hubo con calidad y transmisión, como el segundo de Fabián Barba; o el encastado tercero, que le tocó en suerte a Ricardo Rivera. El primero tuvo raza, y le permitió a José María Luévano demostrarse a sí mismo su capacidad.
En cualquier caso, el juego de los toros debe observarse bajo la premisa de la emoción. Sólo a partir de entonces se pueden hacer conjeturas.
En esta época de tanto descastamiento en la cabaña brava mexicana, el público agradece que un toro embista con alegría; que se mueva y provoque miedo; que mantenga alerta a los toreros y les exiga estar firmes y decididos. El toro bravo aporta mucho a una faena.
El dilema estriba en saber diferenciar el genio de la casta; el comportamiento defensivo, bronco y brioso con la embestida que pretende coger la muleta por abajo. No es fácil, y de ahí que a veces se caiga en contradicciones.
Lo verdaderamente importante es que el toro aporte emoción al tendido. Y que los toreros se pongan delante con todos sus sentidos, despiertos, para hacerle faena. Lidiar y después torear, aunque las dos cosas vayan siempre de la mano. Matices, al fin y al cabo.
Vamos a hablar del toro, que es muy sano.
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