03 diciembre 2008

El ritual de los toros



El ritual de los toros - aunque sin dioses, son uno de los últimos rituales profanos que conserva la humanidad desde la antigüedad

3 de diciembre de 2008/

Sebastián Mantilla Baca

IMG_3570La antipatía hacia las corridas de toros no es nueva. En España, por ejemplo, uno de los ataques más duros a la fiesta brava se dio durante el siglo XVI, con las prohibiciones de San Pío V y sus sucesores. En aquellos años la preocupación de los papas fue de carácter moral-religioso y estaba dirigida a preservar la vida del torero. “¿Hay mayor brutalidad -sostenían- que provocar a una fiera para que despedace a un hombre?”

Con el pasar del tiempo, la preocupación se ha centrado en el toro. Organizaciones pro defensa de los animales o ciudadanos que no toleran las corridas de toros las condenan como crueles. Por ello, consideran que habría “que prohibirlas totalmente”.

Para quienes toda la vida hemos visto corridas de toros y nos gusta la fiesta brava, tengo que decirles que el asunto va por otro lado. Primero, las corridas de toros nunca han sido bien explicadas. Segundo, la mayoría de las veces, no se ha hecho un esfuerzo por entender lo que significan y simbolizan desde un punto de vista socio-cultural e histórico.

La tauromaquia, independientemente de su raíz hispana, nos remite a la antigüedad. En griego, ‘tauro’ significa toro y ‘maquia’ lucha. Al igual que las ‘teomaquias’, narraciones de lides enormes entre divinidades hostiles, en las corridas se representa el enfrentamiento entre fuerzas o seres opuestos. Más bien, una tragedia, en donde uno tiene que morir y el otro evitar la muerte. Recreando tiempos muy remotos, los toros no solo muestran la puesta en juego de las fuerzas del caos o el orden (cosmos), sino también la reproducción cíclica de la sociedad.

Por ello, aunque sin dioses, pero cargado de símbolos, las corridas son uno de los últimos rituales profanos que conserva la humanidad desde la antigüedad. En este sentido, dentro de su ritualidad guarda símbolos profundos y muy arraigados. En cualquier ruedo descubriremos una serie de elementos: sol y sombra.

Ferocidad y hermosura. Color y movimiento. Sangre y arena. Frente a la ligereza de la crítica, da la impresión que hemos perdido conciencia de toda la simbología y ritualidad de la fiesta. En efecto, me inclino a creer que nuestra ciencia y pensamiento no nos permiten reconocernos en el pasado.

A esto, sume usted el arte. Saber mandar, ejecutar las suertes con temple e inteligencia para obtener del toro lo mejor de su nobleza y clase. Ballet excelso que, en raras ocasiones, realmente excepcionalísimas, nos erizan la piel, simulando el duelo de dos seres inmortales.

Y a diferencia de otras expresiones artísticas, como decía Cossío en la introducción del libro ‘La fiesta nacional’, “todo en el ruedo, hasta la muerte, es verdad”.
Para terminar, decir lo siguiente. Al igual que Hemingway, no me interesa justificar las corridas de toros. Es cuestión de ir a la plaza y saber si le gustan o no.

Publicado en suertematador.com...clic'



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