31 enero 2009

"Zotoluco" y El Juli hicieron vibrar El Coliseo


31 de enero de 2009


Se repartieron siete orejas


Miguel Ángel García

ENVIADO ESPECIAL

Torreón, Coah.- El primer aniversario del gran coso El Coliseo Centenario, no pudo tener mejor fiesta y agasajo para su afición que las actuaciones en el ruedo de los matadores Eulalio López "Zotoluco" y Julián López El Juli, quienes han salido con mucha entrega y voluntad para hacerse del público lagunero, que por un "pelito" llena la plaza. Los presentes vivieron momentos de verdadero furor y la banda de música entonó varias veces las dianas para los toreros. Sí que se cimbró el lugar con los fuertes olés que se desprendieron de las miles de gargantas que se hicieron presentes y que disfrutaron como pocas veces en esta plaza, la fiesta de toros.

FAENAS DE MAESTROS

Eulalio continúa con su paso ascendente y triunfal donde quiera que se para, lo ha demostrado una vez más ante el lote que le correspondió en esta ocasión; el espada sacó sus papeles que lo acreditan como figura y los hizo valer frente a sus astados, que a pesar de que mostraron complicaciones, los pudo domeñar y terminó por imponerles su torería templada. Al primero, que fue el que mayor peligro tuvo, le cuajó pases al natural de alta calidad y series por el lado derecho que fueron templadas y largas. Eulalio obligó a embestir a su enemigo, hasta circurrets logró, no obstante que el toro en cualquier momento le podía dar la cornada. El diestro dejó una estocada y le cortó dos orejas. En su segundo astado, entre gritos de "torero... torero", que se escucharon durante su actuación, el matador salió aún más decidido a jugarse la vida y volvió a hacer una faena con pases variados, de todas marcas y colores. De no haber pinchado le corta hasta el rabo; no obstante la gente exigió las dos orejas que le fueron concedidas.

El diestro hispano Julián López ha regresado a México con aires renovados, con un toreo mucho más asentado y profundo, así lo mostró con la capa y la muleta, además que se pasea por el ruedo como en la sala de su casa. El Juli logró una primera faena de sentimiento, con detalles de mucha calidad; inició con lances a pies juntos y con la muleta iniciaba las series con pases de trinchera para luego correr la mano con suavidad, muy erguido el torero y con absoluto reposo. Se fue a menos el toro y decidió pasaportarlo, de estocada, con la cual rubricó su trasteo para que le fueran concedidas dos orejas. En su segundo astado, que poco colaboró, estuvo voluntarioso y tras una estocada le cortó una oreja.

Fernando Ochoa, que fue el segundo espada, no desentonó ante la actitud de sus colegas y en su primer toro, que no era una perita en dulce, estuvo echando para adelante y sacando pases a tirabuzón, soportando las medias embestidas del burel, que por momentos le tiraba el derrote. Lástima que lo pinchó y solamente se retiró entre aplausos. En su segundo astado, que también fue reservado para embestir, intentó extraer pases por ambos lados y logró algunos con temple, bien llevados. Dejó una estocada para cortar una oreja.

ARROYO ZARCO

Se lidió un encierro de Arroyo Zarco, propiedad de Fernando Pérez Salazar, bien de presencia y que se dejaron meter mano; el tercero derribó al picador. Tuvieron transmisión y algunos más recorrido que otros, además de su pizca de peligrosidad. Fueron toros para maestros, ya que en manos menos experimentadas los astados se hubieran ido al destazadero con todas las orejas.

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