Uno de los papeles más ingratos es el de juez de plaza, o presidente, como le llaman en España a quienes vigilan la celebración de los festejos. El domingo ejemplifica como pocos que los jueces no quedan bien con nadie. Mientras en la Plaza México, la autoridad, representada por Ricardo Balderas, concedió un rabo al rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, mismo que fue criticado por considerarse excesivo; en Guadalajara ocurrió justo lo contrario cuando el juez Javier Sierra fue abroncado y tuvo que salir con custodia del Nuevo Progreso por negarle un rabo al francés Sebastián Castella. A Balderas se le criticó por benevolente y a Sierra por mezquino. Lo más seguro es que si cualquiera de los dos hubiera actuado diferente, de todos modos hubieran sido crucificados.
No se trata se disculpar o justificarlos, sino de consignar que debido a las faltas de congruencia entre ellos es que el público vive confundido. Es inexplicable que el mismo juez un domingo suelte las orejas a la menor provocación y al siguiente pareciera que perdió los pañuelos, y mucho peor como cuando en la México los jueces se alternan para confundir más.
En definitiva, la posición de juez de plaza es la más ingrata, ya que ni se llevan el dinero y menos el reconocimiento, pero tienen una innegable importancia y de ahí que cobren relevancia las designaciones de los jueces, quienes por cierto, tanto en Guadalajara como en el Distrito Federal son representantes de la autoridad municipal. Lo que pone de manifiesto la poca importancia que le prestan a la Fiesta el Ayuntamiento de Guadalajara y la delegación Benito Juárez. Mientras los jueces sigan solos, seguirán quedando mal.
Mensaje
En el mes del amor y la amistad llama la atención el nombre de los toros que se lidiarán este domingo en la México y que parecen llevar dedicatoria de Rafael Herrerías hacia sus colegas de profesión Alfredo Sahagún, empresario de Guadalajara, y El Pollo Torres Landa de Juriquilla. Así pues, desfilarán por el ruedo de Insurgentes: Pollo, Ardido, Traicionero, Alfredito, Criado, No doy una y Mentiritas. Un detallazo de Herrerías, que con eso nos manifiesta una vez más la gran clase de quienes manejan la Fiesta Brava. Y luego nos preguntamos ¿por qué estamos en crisis? Ni hablar.
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