04 mayo 2010

Ignacio Garibay, ¡torerazo!


4 de mayo de 2010

Por encima del incompetente juez

¡torerazo!

  • Miguel Ángel García 

Aguascalientes, Ags.- Cuando parecía que la tarde estaba por dar al traste por el escaso juego de los toros, apareció Ignacio Garibay, que ante su segundo astado hizo del momento algo sumamente fuera de serie, ya que el torero asentado en Querétaro literalmente salió a morirse en el ruedo. Realmente Nacho dejó la piel en la arena de la Monumental, su vida y todas sus ganas de agradar; Nacho se dignifico y remontó a los grandes triunfos que tuvo a principio de año y, claro, se mostró como el torero importante que es actualmente, que está mejor que nunca para bases de carteles y para dar la cara donde quiera que sea requerido. Pocas veces vemos en la arena a toreros dispuestos a entregar la vida, a dejarse arrebatar la existencia ante las astas de un toro, porque una cosa es salir a torear entregado y con ganas y otra es, además, de salir a morirse con verdad, con gusto. Hoy, Nacho se ha superado por mucho, ha mostrado su gran clase de torero caro que es y muy por encima de la persona y pésima actuación del juez de plaza. Lo más importante para Nacho es que hoy ha salido del coso con el público rendido a sus pies, entregado con él y dándole el respeto, cariño y admiración que le valió su maravillosa actuación. El torero escuchó gritos de "¡torero, torero!" durante todo el festejo, ya que el público en todo momento estuvo con él, le coreó con fuerza, con deseos de verlo triunfar rotundamente y al final, lamentablemente, este mismo público probó la impotencia de no ver a su torero salir con las dos orejas, ya que su petición ante el juez, Manolo Ramírez, se fue por el arco del triunfo de esta persona llamada autoridad.

Pero claro, la autoridad no quiso que Nacho fuera el protagonista y él decidió compartir con el torero la algarabía.

TARDE CUESTA ARRIBA

Saltó al ruedo el sexto toro, de nombre Siempre Alegre, herrado con el numero 88 y con un peso de 485 kilos. Hasta ese momento toda la tarde se había desarrollado sin más que apuntar que lo logrado por Eulalio López "Zotoluco", ante su segundo toro, que sin ser el mejor ejemplar de la tarde, el diestro le había logrado arrancar una oreja con base en su maestría y disposición. Todo estaba cuesta arriba, ya que los de Mimiahuapam, extraño en este hierro, no habían dado tela de donde echar mano y en los tres primeros toros nada había acontecido. Por su parte, Julián López se vio aburrido, como que ya le urgía terminar con el compromiso para irse a descansar y es que ante sus dos enemigos, que no le colaboraron, el español ni siquiera intentó hacer un poco de más esfuerzo y abrevió sus dos intervenciones. En pocas palabras, haga usted de cuenta que no hubo torero. Pero faltaba por brincar al ruedo, Siempre Alegre, que le correspondería a Ignacio Garibay, quien previo a que cayera el quinto de la tarde, ya hacía en el callejón apretando las quijadas, serio, con un solo objetivo en la mente: salir a morirse. Me pregunto las ideas que en ese momento pasaron por la cabeza del torero, que apenas vuelto a ser padre por segunda ocasión, estaba dispuesto a morir.

GRAN TARDE DE GARIBAY

Y allá fue Nacho a recibir a su último toro de la tarde, con el que se despedía de la feria de San Marcos, era su última carta. Allá, por el burladero de matadores, el diestro recibió a su socio de una larga cambiada a dos manos. Luego plantó su figura en la arena para recrear la pupila con una serie de verónicas que hilvanó a la perfección, de ésas que no por nada lo han convertido en uno de los mejores exponentes a la verónica. Nacho desmayó los brazos elegantemente, con son y calidad superior, logrando hacer plástica de dichos lances y que rubricó perfectamente soltando la punta del capote para rematar a una mano. Luego, Nacho bregó al toro con chicuelinas andantes, bien ceñidas y bien ejecutadas, que le aplaudieron y reconocieron con dianas en las alturas. Y no había concluido su labor con el capote, puesto que una vez picado el toro el diestro se fue al centro del ruedo a esperar la acometida del burel, tardó en ir al engaño amén de que Nacho le aventó la montera y luego una zapatilla. Y allá fue el de Mimiahuapam, de largo al capote de Nacho, quien quitó por tafalleras muy bien estructuradas y rematando de una revolera. Otra gran ovación para el torero. Ya con la muleta, Ignacio quería más, quería ir por todas las canicas y nuevamente se fue al centro del ruedo, pero ahora se hincó y citó al toro; se hizo del rogar el astado y nuevamente Nacho le aventó una zapatilla, sólo que al ir el astado al engaño se distrajo con el zapato y ya no fue franco el viaje, por lo que arrolló feamente al torero por el pecho. Pero Nacho no se quedó en paz y nuevamente se puso a citar de rodillas para ligarle una primera tanda por derechazos que desgranaron en los tendidos los gritos de "¡torero, torero!". Era la locura. Ya de pie, el espada prosiguió con su fascinante trasteo, frente a un toro que al pasar le tiraba hachazos al cuello, a lo cual el coleta no pestañeó y se mantuvo estoico, aguantando los embates de su enemigo. El torero cambió la muleta a la mano izquierda, sólo que por ese lado había que tenerle mucho aguante al toro, ya que era reservón y que al igual que los demás astados, tenía su peligro. Pero ahí estaba un gran torero, dispuesto a lo que fuera con tal de agradar y no echó el pie para atrás, continúa intentando extraer muletazos con un tesón impresionante. El peligro rondó en todo momento su faena, se respiraba la cornada. Para entonces y luego de que Garibay continuaba exponiendo la vida por ambos lados del toro para extraer muletazos, su enemigo se fue a menos y fue cuando decidió terminar con la vida de su oponente. Cambió la espada simulada por la de acero y dejó una estocada hasta las cintas que hizo rodar al toro sin puntilla, el público enloqueció de emoción y también el juez, pero éste de pesimismo, ya que no otorgó las dos orejas que le exigieron. Nacho regresó la oreja y dio la vuelta al ruedo triunfalmente con gritos de "¡torero, torero!", y el gran reconocimiento de un respetable que ayer vio pagado su boleto en la actuación de este gran torero.

Al final, Nacho salió del ruedo con una bola en el pecho y otra en el brazo, producto del fuerte golpe que le propinó el toro; hoy será revisado por el médico para descartar una lesión mayor.

POR ENCIMA DE SU ADVERSARIO

Decíamos que "Zotoluco" tuvo sus mejores momentos ante su segundo toro, el cual se empleó mejor que su primero y al que le cortó una merecida oreja. Toreó a la verónica y con la muleta inició la faena con doblones poderosos.

Eulalio toreó por derecha y aguantó las medias embestidas del toro, el cual tras el muletazo se revolvió en un palmo de terreno con las negras intenciones de herir a su lidiador. Cambió la muleta a la izquierda y comenzó a torearlo con mucha maestría, pese a que por ese lado el astado carecía de transmisión. "Zotoluco" prefirió seguir por el lado derecho del toro, logrando grandes momentos, toreando con temple y buscando siempre darle mayor dimensión a los muletazos; en cada tanda el diestro se superó haciendo una mejor que la otra, con mando y estructura. A pesar de que el toro no fue el mejor, Eulalio lo hizo ver bien y él se vio superior. Dejó una estocada en mal sitio, que no bastó y concluyó de certero descabello para que, tras petición del público, el juez otorgara una oreja.

JULIÁN, NADA

Y bueno, de Julián López no hay más que anotar, sólo abrevió en su lote y al final, al retirarse del coso, se llevó un monumental abucheo. En lo que respecta al ganado, de San Miguel de Mimiahuapam, estuvo muy bien presentado el encierro, sólo que no como le hemos visto en otras tardes.

DESVERGONZADA ACTUACIÓN

Lo que es verdaderamente preocupante, vergonzoso y falto de categoría, es que una plaza de toros como la Monumental de Aguascalientes, que compite con su serial a nivel mundial como uno de los mejores, albergue en su biombo a una persona como el juez Manolo Ramírez , que carece de un criterio mayor, de sensibilidad y entendimiento para estar ocupando el palco. Ayer observamos cómo descaradamente le robó a Garibay una oreja, ya que el público exigió las dos y el juez, dándose un sitio que en la vida no ha tenido, se hizo el protagonista de la tarde y se negó rotundamente a entregar la segunda oreja que el público pedía con insistencia. Y bueno, lo único que logró fue que al unísono escuchara mentadas de madre, gritos de desaprobación y no sé cuantas cosas más que por respeto a nuestro lector no las escribimos. Alguien debe de hacer algo al respecto con este señor autoridad, ya que de seguir ocupando un puesto para taurinos con mayor profesionalismo, la afición de la Monumental se ahuyentará por el nulo caso que hacen a sus peticiones. Y no es que el juez deba hacer lo que las masas le indiquen, sin embargo, ayer como en otros días de este serial, se equivocó fatalmente y no se dio cuenta de lo que sucede en el ruedo.

ESTO

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