21 septiembre 2010

DE CAPORAL A FIGURA POPULAR

Ponciano DIAZ


*.- Nació en la hacienda de Atenco en 1858 y murió a los 41 años de edad
*.-Primer torero mexicano que tomó la alternativa en Madrid
*.-A los 19 años de edad se vistió de torero para actuar en Tianguistenco

Escribe José Luis Flores Sánchez
(Pepe Güicho)

    La ganadería de reses bravas más antigua del mundo se localiza en el Estado de México y se llama Atenco. Ganadería creada por el licenciado Juan Gutiérrez Altamirano, primo del conquistador Hernán Cortés Monroy Pizarro y Altamirano. La ganadería se localiza entre los valles de Toluca y Tenango del Valle. Fue fundada con doce pares de toros y vacas importadas de Navarra, España.

   Hoy día la ganadería ahí esta, en medio de una carretera. En el centro de los municipios de Almoloya del Río, Ocoyoacac, Tianguistenco, Tenango del Valle, Capulhuac, Santa Cruz Atizapan, Calimaya, Mexilcaltzingo y otras comunidades.  Sí, la repartición de tierras de cultivo y la reforma agraria, así lo decidieron. Por un lado está lo que fue la capilla y parte del caso, al lado noroeste, la plaza de tienta, un caserón muy grande y los vastos potreros donde se ven pastar las reses bravas.

  En este lugar, la Hacienda de Atenco, un 19 de noviembre de 1958, vio la luz uno de los toreros más populares que ha tenido México, Ponciano Díaz Salinas. Sus padres: don J. Guadalupe Díaz y doña María de Jesús Salinas. Don Lupe, era caporal de la hacienda, doña Chuchita dedicada a los quehaceres de la casa.



   Ponciano, fue caporal de la ganadería de Atenco. Desde muy pequeño gustó mucho del campo bravo y creció su afición por el torero impulsado por su señor padre, don Lupe. Era tal su empeño y gusto por los toros, que se propuso ser el mejor torero de México, pero sobre todo el más popular y vaya que si logró su objetivo. El torero de bigote. Lo mismo arriba de un caballo que a pie. Un torero muy versátil, para aquellos años.

   Se vistió de torero para actuar por primera vez, en la placita de toros de Santiago Tianguistenco, para torear astados de la vacada de Atenco. Así empezó una trayectoria de casi veintidós años de andar en los ruedos del país y del extranjero. Llamó mucho la atención su gran mostacho. Bigotón era don Ponciano.

   Cuando tenía 20 años de edad, tomó la alternativa en México, en la plaza de toros de Puebla, un 3 de Abril de 1879. En Madrid, España., confirmó su alternativa, el 7 de octubre de 1889, su padrino Salvador Sánchez “Frascuelo” y como testigo Rafael Guerra “Guerrita” con toros de la ganadería del Duque de Veragua, tres y de Orozco, tres. En su cuadrilla iban los picadores Agustín Oropeza y Celso González. En esa ocasión actuó en ocho festejos en plazas de la Madre Patria.
   No hay duda que Ponciano Díaz cubrió toda una época dentro de la tauromaquia mexicana. El torero más popular. Al grito de: ¡Ora Ponciano! Le salía la casta al torero bigotón, porque además siempre los aficionados lo identificaron por ser, tal vez el primer torero con un gran bigote o mostacho.

   Le compusieron corridos en su honor y hasta una película, que precisamente se llamó “Ora…Ponciano” en donde el papel de Ponciano lo hizo el no menos popular don Juan Silveti, “El Tigre de Guanajuato” abuelo de la gran dinastía torero de los Silveti. Una cuarteta de su canción, que cantaban hasta los niños dice: Yo no quiero a Mazzantini ni tampoco al “Cuatro Dedos”, al que quiero es a Ponciano, que es el rey de los toreros. ¡Maten al toro, maten al toro!

  La última vez que vistió de torero, en la ciudad de México, fue para actuar en la plaza de toros de Bucareli, de la cual por cierto fue uno de sus  propietarios, el 13 de octubre de 1895. Tenía 37 años de edad. Pero el retiro definitivo de los ruedos, sería dos años más tarde, cuando ya el daño de las heridas de las astas de toro hizo estragos en su humanidad. En el año de 1897 y en la misma plaza que lo vio nacer, en Santiago Tianguistenco se fue del toreo.

     Tenía 41 años, cuando el Charro de Atenco, el Torero de Bigote, en 1899, dejó de existir y fue sepultado en el panteón Tepeyac de la ciudad de México.  En el año de 1994, se pidió llevar los restos  la tierra que lo vio nacer, donde hoy descansan en paz… ¡Atenco!

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