OPINIÓN PUNTADAS SIN HILO
Un legado inexplicable
03/11/2010 12:54
Comprender a un torero, sus motivaciones más hondas y su enfoque espartano de la vida, debe ser complicadísimo para los profanos, para el ciudadano mondo y lirondo. Pienso en los montañeros que arriesgan su vida en subidas y bajadas, sorteando a su paso los cadáveres de compañeros criogenizados que sucumbieron a la machada, y me faltan entendederas.
Entonces, es cuando la afición a los toros me sale al quite y me ahorra el ridículo de censurar a los escaladores por exponerse a lo tonto. Sentir la incomprensión en la pasión propia, te abre las meninges para, cuando menos, respetar la ajena. Y del respeto nace el interés, del interés la inquietud y de la inquietud el conocimiento. Tomando esto en cuenta, se puede deducir que el aficionado a los toros, por el hecho de serlo, es potencialmente menos fundamentalista que el detractor. Al menos, sobre el papel.
Al toreo no lo sostiene el arte ni la cultura, sino su dimensión sobrenatural. Químicamente, humano y herbívoro, ante una situación de amenaza, están programados para la huida como mecanismo de defensa que determina el instinto de conservación. El que ambos ataquen, es poco menos que científicamente inexplicable. Pero como el toreo nació siamés de la fortuna, como siempre pasa menos de lo que pasa, se tiende a bajar la guardia y, de cuando en cuando, necesitamos recordatorios. Hundir el dedo en la llaga.
La muerte de Adrián nos ha cogido por la pechera para zarandear un discurso despistado sobre los toreros, de los que a menudo se habla con demasiada ligereza. Después (o antes) del G-10, llega el toro, siempre el toro, y desmonta de un arreón todas las teorías conspiratorias que señalan a matadores, figuras o no, lidiadores o terceros, como dueños de oscuros intereses, urdidores de enrevesadas tramas o mafiosillos bajo fianza, despejando el ruedo de todo lo que no sea su génesis radical. Su realidad extrema. La más sencilla.
Ese "no le guardo rencor al toro", en boca de Adrián, es también científicamente inexplicable. Sobrenatural
A los chamanes del antitaurinismo se les habrá indigestado el legado de Adrián. Una entrevista y un titular que el destino ha querido resaltar y aumentarle el tamaño: Ese "no le guardo rencor al toro", en boca de Adrián, es también científicamente inexplicable. Sobrenatural. Contradiciendo al banderillero, el instinto más básico nos rebela inmediatamente contra aquello que nos ofende o nos hiere. La reacción natural, antes de procesarla, es devolver la agresión con intensidad proporcional a sus consecuencias, que en el caso de Adrián, fueron irreversibles...sigue leyendo
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