2 de marzo de 2008
La calesa y el Rolls Royce
MADRID, España.- Sí, "El Pana" se dirigía en calesa a toda prisa, por las calles de Antonio López y Castrogeriz; del hotel Praga al palacio de Vista Alegre. Mientras, Morante hacía lo mismo en un Rolls Royce. En el viejo barrio de Carabanchel la multitud se agolpaba en la reja por donde entran los matadores y cuadrillas. La cita era a las 19 horas; 10 minutos más tarde nadie daba cuenta de ambos genios.
Dos imponentes equinos color blanco, con herraduras de goma para andar con seguridad en el asfalto, jalaban de la calesa dejando aires al ayer a su paso. La gente no perdía detalle con sus cámaras de video y fotografía, nadie se quería perder el espectáculo de ver al torero, imponente, con su puro y su sarape. Era una imagen abstracta.
En Carabanchel, hubo quien dijo: "Para mí que ya no se presentaron". A las 19:15 la gente en las calles comenzó a aplaudir: llegaba "El Pana" a pie, el desastroso tráfico le había obligado echar pie a tierra calles atrás, lo mismo que a Morante. Cruzó el mexicano la reja y como abejas al panal, más de una decena de medios informativos comenzaron a asediar al torero de Apizaco. Por un costado, se encontraba el colega Alberto Peláez dando cuenta del suceso para Televisa México, con su pose inigualable. Del otro lado, Televisión Azteca también buscaba la nota y le pedía a "El Pana" mandara saludos a México. El torero, con la mirada como hipnotizada, o enmudecido por el alboroto que estaba armando, caminaba hacia el patio de cuadrillas, rodeado de cámaras y micrófonos.
Hasta ahorita nadie se pone de acuerdo, calzaba un terno color mandarina, o melocotón y otros dicen que papaya; sarape de Saltillo al hombro y medias blancas con flechas negras. A las 19:20 se alistaban a partir plaza, ya era tarde, tardísimo para los europeos, preocupación que se reflejaba en el rostro del empresario de la plaza, Julio Norte, con lagrimita de Remi para ese momento. Mientras, "El Pana" continuaba en la sesión de fotografías y por allá llegaba Morante, a paso de soldado.
Cuando ambos coletas aparecieron en el ruedo, las ovaciones atronaron, el espectáculo comenzaba.
Publicado en el ESTO
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