En Xico Ver.
Karla de los Ángeles salió a hombros – Juan Pedro Moreno impresionó – Luis Conrado fue aplaudido – Los de Peña de Bernal buenos.
Por óscar MEJÍA (enviado especial)
Festejo de alto grado emocional fue el presentado en la soleada y hermosa tarde Xiqueña del domingo, ante buena entrada de aficionados canela que salieron con el corazón en un puño, después de presenciar la entrega absoluta de los jóvenes toreros poblanos Karla de los Ángeles y Juan Pedro Moreno, acompañados del puntero Luis Conrado quien también puso de su parte.
Bueno y bien presentado encierro de novillos de Peña de Bernal, con peso y trapío de corrida de toros, fue la prueba de fuego para los chavales; destacando primero, tercero y sexto, impresionante el quinto por su catadura.
Abrió el festejo Conrado aportando el entusiasmo que lo caracteriza. Tras faena variada batalló con el acero siendo avisado para retirarse en silencio. Con el complicado cuarto de la tarde se puso en plan de valiente, pagando con tremenda voltereta al torear de hinojos con la muleta. Sin amilanarse siguió en ese plan, pinchó antes de que doblara el socio, llamándolo la gente a dar la vuelta entre ovaciones.
La actuación de Juan Pedro fue de esas que dejan huella en el aficionado, lo que realizó el jovencito poblano con el quinto de la tarde estrujó la sensibilidad de los asistentes. Después de recibirlo con estatuaria tafallera al hilo, con conocimientos y torería se lo llevó a los medios, en donde más quieto que un poste aguantó al ferrocarril para torearlo por chicuelinas que José Tomás firmaría. La diana resonante acompaño la ovación estruendosa que le cayó encima a Moreno.
De aperitivo con la muleta ejecutó el chamaco dos untados péndulos y vitolina en cortísimo terreno, asombrosos. Después, a bien torear. Se zumbó al 65 en los meros medios con talento y profundidad torera por los dos lados. Pronto se quedó sin gas el morito y la faena fue corta y celebrada. Media trasera que no tumbó y descabello tras un recado del biombo dio fin a la obra. Vuelta al ruedo dio el joven torero satisfecho, a petición de la clientela que le reconoció con fuerza. En su primer turno se enfrentó al lunar del encierro, torero y solvente. Se puso pesado con la espada escuchando bocinazos retirándose en silencio.
Redonda fue la tarde para la niña de los grandes ojos Karla de los Ángeles. Entusiasmo y valor a toda prueba son sus argumentos, no da ni pide cuartel.
Dos faenas a la altura de los dos buenos novillos de su lote, de suaves templados muletazos coreados por los tendidos que hicieron de su actuación un triunfo de gran mérito. Al tercero lo despachó de pinchazo y hondo en buen sitio para nutrida petición de la oreja concedida.
Con el sexto de la tarde después de torear a gusto suyo y de los presentes se entregó en la suerte suprema para conseguir media trasera suficiente y tremendo maromón con peligro de conmoción. Las dos orejas y la puerta grande de la Alberto Balderas premiaron la entrega de la chiquilla poblana.
La torería poblana está de plácemes, las esperanzas renacen.
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