Al tenor de aquello que dice no tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre, con una gran tristeza por el momento que está pasando la fiesta presenciamos una manifestación absurda, grotesca, ruin de la ingratitud.
Ya son muchos los golpes que la fiesta brava ha sufrido desde fuera y desde adentro. Una actividad humana tan pletórica de valores entre ellos el señorío y la nobleza contagiada por el toro bravo, que es noble por naturaleza y esencia de la fiesta; no merece tipos tan malagradecidos como José Tomás. ¡Que lamentable caso!
Más aún es ver como los encargados de operar la plaza México aceptan condiciones mezquinas. Es inútil tratar de entender porque hacen tontería tal como vetar al principal medio de difusión, cuando precisamente lo que más se necesita es difusión, después de aquel gravisimo error cometido a finales de los 60 del siglo pasado, cuando por ganarse unos cuantos pesos las cuadrillas sacaron las cámaras de televisión de la plaza. Desde entonces el espectáculo taurino fue quedándose relegado y perdiendo presencia entre el gran público; ése fue el error y mire usted con lo que salen ahora.
Por lo tanto, botellita de jerez, métanse su fiestecita privada por el túnel de la plaza. Y por lo que a esta revista taurina corresponde no volveremos a ocuparnos del ya mencionado. Hoy vetamos a un torero.
...remato en los medios.
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