01 abril 2008

Prudencia con la coba


Jaime Oaxaca

Cortarles orejas a los toros no es fácil. Salir en hombros con las cuatro orejas de los dos enemigos, es aún más complicado.

Luis Manuel Juárez Calvillo “El Poeta” lo hizo en la novillada nocturna del pasado viernes en la plaza de toros “El Relicario”. Salió a hombros con la espuerta retacada de trofeos.

Habrá quien piense que fueron exagerados los premios, que ante con un público que todo aplaude y con un juez manga ancha, cualquiera puede lograrlo.

No se trata de restarle méritos al diestro nacido en Tijuana en febrero del 87, avecindado en Apizaco, Tlax.; sencillamente, ese pensamiento de algunos taurinos está bien fundamentado. El toreo no es pegar pases y pases, sin ton ni son.

El Poeta lo sabe. Durante la temporada de novilladas 2007 realizada en la plaza México, él actuó en dos tardes. La primera con una bueyada de La Muralla y la segunda una novillada seria y brava de Campo Hermoso.

Lo recuerdo corriente y pegapases con el novillo del debut, sin embargo, al otro lo toreó muy bien, corriendo la mano con mucho sabor, templando las embestidas y cargando la suerte, sus fallas con la espada le impidieron cortar las orejas.

Fue tan buena aquella faena del segundo novillo que lo repitieron la siguiente semana. Entonces cuajó una gran faena. Desde el capote realizó un ajustadísimo quite por Gaoneras.

Con la muleta inició en forma extraordinaria, destacando una larga tanda por el lado derecho que alborotó a la gente; los sombreros caían a la arena, inclusive fue premiado por la banda de música con una diana. Lamentablemente para él, no pudo mantener el ritmo, hubo altibajos, es cierto, pero predominó lo bueno; otra vez falló con la toledana, quedando el asunto en una salida al tercio, cuando pudo haber cortado hasta un par de orejas.

Qué bueno que el viernes cortó cuatro apéndices, es posible que ese logro le dé oportunidad de torear en otras plazas, porque en Puebla lo hará en la siguiente novillada, pero ¡aguas! Hay de orejas a orejas, hay de públicos a públicos y las que logró sólo le sirven para la estadística, porque taurinamente, carecen de valor.

Qué bueno que las presuma, qué bien que salga en las fotos cargado en hombros. Pero que el torero no se dé coba. Porque cuando regrese a la plaza México y se ponga a torear tal como lo hizo en Puebla, no va a lograr trofeos; es más, creo que lo pitarán.

No se puede negar el ángel que tiene, transmite, inmediatamente prende a la gente. Tampoco puede negarse que tiene actitud, porque no escatima esfuerzo para lograr su objetivo. Dos veces fue arropado y en ambas se levantó sin verse la ropa yendo con decisión a ponerse frente a su enemigo.

Mal no estuvo. Pero de eso a creerse los de las orejas obtenidas…

Jairo Miguel se presentó ante el público poblano, es un diestro de buenas maneras, ortodoxo en su quehacer taurino, con el detalle de torear despegado en algunas ocasiones.

Hace un año, actuando en Aguascalientes, recibió una cornada que pudo haberle cortado la vida, el próximo 3 de mayo tomará la alternativa en ese mismo ruedo al que, literalmente, bañó con su sangre.

El toreo serio no gusta en Puebla, a la mayoría de los que asisten les gusta el oropel, en lugar del oro; prefieren las lociones corrientes a los aromas caros. Cuando no hay un rodillazo o una vueltecita en el cite, consideran que el torero carece de emoción y lo demuestran con indiferencia.

Grave el asunto porque eso lo saben los espadas actuantes y entonces le dan a la gente lo que quiere; emocionando con chabacanerías y toreo de relumbrón, con poco contenido auténtico, aderezándolo con “Qué chulo es Puebla”.

De Hugo Carreón poco o nada por decir de su actuación. Quizá lo destacable es que tiene el pelo tan largo como varios roqueros.

¡Ah!, los novillos de El Vergel, los trajeron desde Nuevo León, muy disparejos en presentación. El primero y el segundo muy pequeñitos, como para un festival y el que cerró plaza, un precioso jabonero de pinta, ya muy cuajado, desaprovechado por el novillero Carreón.

El Poeta fue el triunfador al cortar esas cuatro orejas, pero cuidado… ¡prudencia con la coba!

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