Por Jaime Oaxaca
El martes 1 de abril se cumplen 100 años de la presentación taurina de Rodolfo Gaona en España.
El apoderado y maestro de Gaona, Saturnino Frutos “Ojitos” viajó con su discípulo a España para ponerlo a torear allá. Sin embargo el empresario de Madrid se negaba a contratar a un torero desconocido y, además, mexicano.
No era concebible que un torero nacido fuera de España pudiera funcionar. ¡Una india no puede parir un torero! expresó Luis Mazantini, torero en el retiro. Pronto se daría cuenta de lo contrario.
Mentor y alumno pensaron en regresar derrotados a México. No obstante, Ojitos, nacido en España y avecindado en México, en esto de la tauromaquia, se las sabía de todas todas, no se iba a dar por vencido. Decidió rentar una plaza y organizar una especie de encerrona en la cual Rodolfo Gaona sería presentado a la prensa, gente del toro y un selecto grupo de aficionados.
Se imprimieron unas invitaciones, se rentó la placita de Puerta del Hierro en Madrid, compraron dos toros de Bañuelos, quedando todo listo.
Llegó el día: 1 de abril de 1908. La curiosidad embargaba a los asistentes. Rodolfo Gaona, con 20 años de edad, no vistió de luces; uso un vestido corto con una chaquetilla que le daba un aire de seminarista.
Los enormes pitacos de los toros de la dehesa de Bañuelos, su mal estilo y la mansedumbre de éstos, no fueron obstáculo para que Gaona gustara a los periodistas especializados. Rodolfo Gaona estuvo torero todo la tarde. Sereno, valiente, el mexicano se echó a los asistentes a la bolsa.
“Los dos bichos salieron mansurrones, defendiéndose, de estilo imposible. Yo me decidí por la cornada y constantemente estuve intentándola. Como el peligro mayor era la suerte de matar, detrás de la espada me fui siempre agarrando los blandos y saliendo los toros rodados por mi mano”, Dijo el propio torero de León de la presentación española.
“Menudo niño, la de moños que va a quitar”, mencionaron algunos aficionados.
La crítica se expresó muy bien de Rodolfo Gaona. “Gaona es un joven de unos veinte años y de buen tipo para torero, maneja capote y muleta con desenvoltura y al herir arranca desde corto y por derecho”, dijeron del leonés en el diario El Toreo.
“Se lidiaron dos toros, uno negro con pitones y otro berrendo bien armado, gordo y con respeto, los bichos tuvieron poder y una lástima fue que estuvieran tan faltos de bravura para que el muchacho sacara el repertorio; no obstante, bastaba que el jovencito apuntara las cosas para conocer su valía. Estuvo muy tranquilo y fresco, como el que tienes conciencia de lo que sabe y lo que puede hacer”, dijo El Heraldo Taurino.
Continuaron: “Ahora, donde no se puede pedir más es con la espada. Porque ahí, con toros mansos o con toros bravos, el que lo lleva dentro lo saca. Gaona ejecuta el volapié a la usanza antigua, que es la de la verdad: junta los pies, se perfila en el centro de la suerte, se deja ver para alargar el brazo izquierdo y arrancar recto y corto al morrillo, cruzando bien y suave”.
A Indalecio Mosquera, no le bastaron los conceptos expresados por la prensa, y no contrató al mexicano para que torera en la plaza de Madrid. Ojitos rentó otra plaza de un barrio madrileño para la alternativa de Rodolfo, fue la de Tetuán de las Victorias. El diestro Manuel Lara “Jerezano” cedió al toro “Rabanero” de la dehesa de Basilio Peñalver para que Rodolfo Gaona, se hiciera matador de toros.
La crítica se volcó ante la magnífica actuación del diestro azteca. Indalecio Mosquera, el empresario de Madrid, mandó traer a Ojitos, para que Gaona confirmara la alternativa en la plaza importante de la capital española, iniciando la carrera triunfal de Rodolfo Gaona.
Túvose que tragar sus palabras el que dijo que una india no podía parir un torero.
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