11 junio 2008

TOREROS QUE REIVINDICAN LA FIESTA



Jaime Oaxaca

El pasado jueves el diestro José Tomás conmocionó a la capital española con su peculiar forma de interpretar el toreo.

Cuatro días antes, también en Madrid, una cantante nacida en la ciudad de México en 1963, de la que poca gente se acuerda -por lo menos en territorio mexicano- le dio por llamar la atención. Escogió las corridas de toros para recordarle a la gente que aún vive que, al parecer, sigue cantando. Eligió buen escaparate para hacerse notar: la feria de San Isidro.

No, la intérprete, no anunció que vaya a debutar como torera, rejoneadora o como picadora de toros, sencillamente presentó una fotografía en la que aparece desnuda con 3 banderillas dibujadas en la espalda, dos colocadas en buen sitio y una trasera. El físico actual de la cantante y el de la foto no corresponden. La fulana, enemiga de la tauromaquia, luce mucho más graneada, pero como se trataba de hacerse publicidad, le dieron una retocadota.

Evidentemente cada quien es libre de volverse anti algo, pero es muy notorio cuando sólo buscan los reflectores para hacerse publicidad. Habiendo tantos asuntos por resolver, optan por la fiesta de los toros, porque es mejor escaparate que muchos otros.

En México, también a principios de semana, la actriz y cantante Susana Zavaleta decidió unirse a una campaña de apoyo a gente que no tiene recursos económicos y que está enferma de SIDA.

Como la Zavaleta no se desnudó y los enfermos de SIDA no son tema de mucho auditorio, poco jalón tuvo el arranque de la loable cruzada. Es más importante la misión de salvar seres humanos que la de vociferar para defender al ganado bravo. Pero, insisto, los toros dan mucha más publicidad que proteger vidas humanas.

Pero si alguien se la había ocurrido desacreditar la tauromaquia en la capital española, fue también un madrileño el que la reivindicó: José Tomás, quien el pasado jueves estuvo maravilloso cortando cuatro orejas en la plaza de Las Ventas.

En pleno siglo XXI, siguen existiendo personajes que parecieran escapados de la mitología, justo cuando se puede asesinar a miles de hermanos a miles de kilómetros de distancia en cuestión de segundos, únicamente oprimiendo un botón, por el delito de ser de otra nacionalidad, sin conocerlos; con rencor o sin él, todo porque se le ocurrió a un imbécil metido a presidente de un país poderoso.

Estos seres diferentes vestidos principescamente, no son asesinos, no como los científicos que inventan armas capaces de hacer pedazos a decenas de miles de seres humanos.

Pues a 2008 años de iniciar la era actual, siguen existiendo los semidioses; unos hombres que son capaces de arriesgar la vida frente a un toro, para pelear cuerpo a cuerpo y hacer arte. Unos pelean más que otros, unos hacen más arte que otros, unos emocionan más que otros. Todos ellos se llaman ¡toreros!

Uno de esos toreros, el que más conmueve a los que gustan de ese espectáculo, se llama José Tomás. Ese Tomás, como si tratara de tapar bocas justificando la tauromaquia en el mismísimo Madrid, conmocionó la fiesta de los toros.

José Tomás reaparecía en el coso más importante del mundo luego de algunos años de ausencia, demostró que la razón de existir de la fiesta de los toros, está basada en la autenticidad. No es el único auténtico, claro está, pero quizá sea el más significativo

No todos dentro de la fiesta brava son honrados. Los antitaurinos bien podrían ocupar una barrera y observar como los propios taurinos están acabando con la fiesta de los toros, porque los verdaderos enemigos de la fiesta se encuentran dentro de ella. Afortunadamente existen toreros que reivindican la fiesta.


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