12 abril 2009

Texcoco hoy domingo

Toros de Vistahermosa

Humberto Flores,


Fernando Ochoa y


Miguel Abellán



... y se desgranaron los triunfos


"Zotoluco" luciendo el rabo que cortó. Foto: Érik Estrella / ESTO


12 de abril de 2009

Horacio Soto

LA tarde de ayer en la Silverio Pérez, correspondiente a la Feria Internacional del Caballo Texcoco 2009, pasará a la historia como inolvidable por los sonoros triunfos que se fueron desgranando hasta sumar 8 orejas y dos rabos, con cuatro vueltas al ruedo del ganadero Fernando de la Mora, un toro de arrastre lento y otro de vuelta que bien merecía el indulto y los otros cuatro por el estupendo juego que desplegaron, fueron aplaudidos en el arrastre.

Los tres matadores fueron sacados a hombros con el reconocimiento popular.

A pesar de lo gris de la tarde por los nubarros que pendían en el firmamento, fue en grado sumo brillante, aunque parezca incongruencia, precisamente por la luz que despidieron los triunfos de los alternantes, que sacudieron los cimientos de la Silverio Pérez y pusieron en éxtasis a los romeros, que desafortunadamente registraron media plaza, ya que ahora también se dieron tremendo agarrón los coletas, saliendo a relucir el amor propio para determinar la superioridad. Ninguno se dejó pisar la sombra y salieron hechos unos jabatos en pos de los lauros.

Se podría decir que el criador hidalguense fue el triunfador de este festejo por las cuatro vueltas que dio en compañía de su hija y flanqueado por los matadores.

Fue un encierro apenas disparejo en presentación, pero se aceptaron de muy buen grado y acudieron a los caballos para cumplir bien, pero sobre todo por la calidad en general que tuvieron, de meridiana embestida que no tiraban una mala mirada, siempre fijos en las muletas para que se recrearan los matadores, aguantando en su mayoría faenas largas.

Una cosa muy significativa fue que los seis astados fueron despeñados por seis estocadas y un pinchazo. Los diestros traían además de afiladas las armas una puntería de cazador de liebres. Hacia mucho tiempo que no se registraban ese número de estocadas.



"ZOTOLUCO"

Fue Eulalio López "Zotoluco" el afortunado porque en él recayó el mejor lote del encierro (Troyano y Capicúa). Toros hechos y derechos, bravos que se comían capotes y muletas que el diestro chintololo aprovechó debidamente dada su categoría y experiencia. En manos de un torero de esa talla son pan comido. Hizo dos faenas de gran maestro.

A su primero lo toreó lucidamente a la verónica y con la muleta, pases suaves, largos y templados que el morito tenía mucho recorrido. Le dio su tiempo y espacio en las tandas y el muy reposado haciendo alarde de su experiencia. Cambios de muleta para los naturales que fueron de gran exposición y de un temple sorprendente, echando la muleta muy abajo. Terminó con desplantes muy gallardos tirando muleta y estoque. Desafortunadamente señaló un pinchazo y la gente se enfrió y a pesar de que en el segundo viaje clavó la espada, se retiró en silencio.

Lo extraordinario vino en el segundo con el que se lució en verónicas. Ya con la franela se dio a torear y sacó a relucir su amplio repertorio de suertes y muletazos entre el contento general, siempre bajo el temple del que es una de sus armas fuertes. "Zotoluco" le hizo lo que quiso a ese extraordinario toro. Fue una faena variada que hizo que enronquecieran los asistentes de tantos olés que soltaron. Sobre todo en esas tandas en redondo y los naturales de una belleza sublime. Vinieron los desplantes y los gritos de torero... se fue por derecho para un estoconazo hasta la gamuza, que desafortunadamente no hizo los efectos requeridos, se amorcilló y tardó en doblar. Se otorgaron las dos orejas y a petición general el rabo. Vuelta con el ganadero y el empresario.



GARIBAY

Ignacio Garibay se colocó de triunfador de la tarde y de lo que va de la feria con cinco orejas y un rabo, además del trofeo que le otorgaron. Garibay ratificó una vez más que es un torero fino, que el arte lo tiene a flor de piel. A él le tocaron otros dos toros de calidad (Venadito y Marrón) a los que toreó con esa sensibilidad que tiene y su disposición permanente por el triunfo. Rodillas en tierra lanceó a su enemigo y con la muleta inició su faena por alto y seguir por ayudados superiores. Le sacó los derechazos en redondo que fueron un concierto de bien torear, sin quitarle la muleta del hocico, porque el toro no repetía y la plaza se caía de entusiasmo. Le anduvo muy cerca y hasta dos dosantinas le recetó. Siguió bajo ese esquema y mató de estocada para una oreja.

Con el toro Marrón dio rienda suelta a su toreo, primero en verónicas y luego en chicuelinas andantes para ponerlo al caballo. Y en el centro del ruedo empezó a tejer su faena con toda clase de pases. Molinetes rodilla en tierra, para seguir con los ayudados de pie. La dosantina. Más ayudados y naturales, con el desdén al canto. También hizo lo que quiso, o como se dice le hizo perrería y media. Otro estoconazo de mural para las dos orejas y el rabo a petición popular. Vuelta con el ganadero.



SPÍNOLA

La ruta triunfal la inició el mexiquense Fermín Spínola a pesar de que su lote fue el menos bueno (Antonio Ariza y Habano), el primero que terminaba con la cabeza arriba y sin ningún chiste y el otro falto de alegría y Fermín le puso lo que le faltaba a sus enemigos. Salió con tres orejas en las manos. El astado fue pegajoso y lo lanceó aceptablemente. Cubrió el tercio de banderillas en forma sensacional con tres cuarteos dándoles todas las ventajas y al toro y clavar en la misma cara para escuchar una sonora ovación en los medios.

Este astado se lo brindó a ESTO y su faena la inició con pases por alto y en el centro del ruedo lo alegró para iniciar su labor con ayudados templados. La res embestía con la cabeza arriba y a pesar de ello le fue hilvanando los pases entre el contento general. Muletazos en redondo de gran temple y hondura que calaron hondo entre la clientela. Fue una faena derechista a la que respondieron admirablemente los feriantes que se regodearon en su ejecución. Se fue por derecho para cobrar un estoconazo que hizo rodar sin puntilla al animal. Las dos orejas otorgó el juez, arrastre lento al toro y la primera vuelta con el ganadero.

Con el que cerró plaza, un astado con poca alegría y que pronto se vino a menos le hizo una bonita faena iniciando con una larga. Cubrió nuevamente en forma brillante el tercio de banderillas y se dio a torear sobre ambos lados con temple, intercalando molinetes y la dosantina. Fue del gusto del público y como matara de otra estocada, se le otorgó otra oreja.
ESTO