(5 de Marzo de 2015)
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- Por: Antonio Casanueva
Ahora que han pasado tantos años, sesenta y nueve para ser exactos y siendo que volver a hablar sobre aquella fastuosa inauguración del 5 de febrero sería además de algo cansada, un tanto reincidente. En esta ocasión se antoja mas recordar algunos de los primeros éxitos obtenidos, en particular el primer rabo
Lo anterior debido a la importancia que tienen tanto para los propios espadas como para el público en general los trofeos obtenidos y siendo rabos, el mayor que se otorga después de un sonado triunfo , pues mucho mejor.
Los rabos obtenidos de aquellas lejanas épocas, son de la mayor importancia, con lo que nos da la oportunidad de recordar aquella tarde del 16 de febrero de 1946, solo once días, después de la inolvidable fecha de la inauguración, en que fuera precisamente el llamado “Compadre”, Silverio Pérez, quien cortara el primer rabo obtenido e esa plaza, la que ahora y a pesar de los sesenta y nueve años transcurridos, sigue siendo la mayor del mundo y al menos para nuestro país, la de mayor importancia.
En esa tarde, cuando tan solo, habían transcurrido once días después de la fecha inolvidable de la fastuosa inauguración y se celebraba la segunda corrida de toros en esa plaza, se anunció el primer mano a mano y en dicho evento participaron nada menos que el torero cordobés Manuel Rodríguez “Manolete” alternando con Silverio Pérez para matar una corrida de la ganadería zacatecana de Torrecilla.
En aquel entonces el popular y querido “Compadre” Silverio Pérez quien como siempre, había dado muestras de su gran torerismo y arte, durante su actuación para la confirmación de la alternativa del torero hispano en nuestro país, al realizar una de las mejores actuaciones de su vida, al toro “Cantaclaro” de don Julián Llaguno, cortando las orejas y el rabo .
Silverio Pérez, cuyo toreo de corte eminentemente rondeño, al que solía agregar parte de su peculiar personalidad y arte, que lo convirtiera sin duda, en el torero mexicano mas querido de la historia, en cuantas plazas de toros de país concurriera a lo largo de su fructífera carrera y de quien bien puede afirmarse que amalgamó el toreo clásico español, con un nuevo sentimiento mexicano.
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La anterior, que lo convertiría y sin duda alguna, en un ídolo nacional, reflejando con ello, el sentir de esa nueva interpretación del toreo, que por aquellos años, se dio por llamarse a “la mexicana” y que mas bien pudo llamarse con un sentido mas nacionalista, o al menos de mayor apego de nuestra manera propia de apreciación del toreo. Esta interpretación de una manera peculiar, que lo convirtiera no solo en ídolo, sino que también en el prototipo y representante de la expresión taurina nacional.
Si bien en los tiempos actuales, pareciera todo haya quedado olvidado, en particular el sentir y la interpretación del toreo “Silverista”, el de aquella parsimonia y gran temple, que por esos años, tanto emocionara a las graderías, haciendo mas leal e importante la competencia dentro de los ruedos, con los artistas hispanos. Sus triunfos y toros inmortalizados, pudieran llenar páginas y artículos de la historia taurina de nuestro país.
Pasado el tiempo Silverio siguió participando en los diversos carteles organizados en las diversas plazas de la republica, por los siguientes años, hasta que en 1947, en una actuación en el mismo coso de Insurgentes en 1947 anunció que se retiraría de los toros, sin hacerlo hasta realmente sino hasta el día 1º. de marzo de 1953, durante la 18ª. corrida de la temporada 1952-53, en que ello ocurrió realmente, participando en dicho cartel además del propio Silverio, “El Ranchero” Jorge Aguilar y Antonio Velázquez, quienes mataron 6 toros de La Laguna y uno de San Diego de Los Padres.
Según nos cuenta Heriberto Lafranchi en su libro histórico de “La Fiesta Brava en México y España”, Silverio tuvo en aquella tarde, una actuación muy deslucida por lo que se vio obligado a matar un séptimo toro, este procedente de San Diego de los Padres, de nombre “Malagueño”, al que terminó por cortarle una oreja.
Luego de su despedida de las actividades taurinas, Silverio se dedicó a las actividades políticas estatales en las que destacó igualmente debido a su extraordinaria personalidad y buen trato a las personas, vaya pues este recuerdo al llamado “Compadre” quien ha sido por siempre y a pesar de todo, el torero mas querido de la historia taurina de nuestro país.
NOTA ACLARATORIA.- Algunos de mis estimados lectores me han reclamado que Luis Procuna no nació en Texcoco, sin embargo en diversas ocasiones platicamos con el diestro y me dijo que había nacido en Texcoco y que no se hacía publicidad al respecto simplemente por no parecerse o hacerse pasar como Silverio y lo de Berrendito de San Juan, era debido a que tenía con sus mamá una taquería en San Juan de Letrán y 16 de Septiembre.