12 noviembre 2010

las charlas con EL BARDO DE LA TAURINA

PRIMERO,  LO PRIMERO

 La  apertura  torera  se empezó a vivir con tronío cuando en un acto que muy bien habla y honra a La Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, Rejoneadores y Similares, que preside el maestro Antonio Urrutia y de quién ni duda cabe merecería pronto una diputación en San Lázaro, dónde además mucho bien le haría a la Fiesta Brava tener un líder que con pasión  enarbolara la bandera ante los embates de los enemigos de la tauromaquia. Bueno ahí está la propuesta partidos políticos y hablando de buenos representantes del pueblo sin duda el regente  más taurino de todos  lo ha sido Don Ramón Aguirre Velázquez quién dentro de su mandato tuvo a bien donar el terreno donde hoy se encuentra la auténtica ‘Casa de los Toreros’ que al margen habrá que decir que gracias a su Comité Directivo camina como relojito, buscando siempre por delante el beneficio de los toreros  y todavía se da tiempo para no olvidar  la gratitud y por eso el domingo pasado le rindió un merecidísimo reconocimiento al benefactor de la torería aquello empezó a los acordes del sentimiento de la ‘Cantante de los toreros’ Magia quien después de interpretar muy a su aire el himno de la asociación ‘Silverio Pérez’ bordo entre otras melodías ‘Motivos’ que es la favorita del gran amigo, taurino, bohemio y hombre de bien que lo es Don Ramón Aguirre a cuyo homenaje  nos unimos y aplaudimos a los matadores  encabezados por Antonio Urrutia y Alfredo Gutiérrez, quién  por cierto taurinamente esta en el zénit de su toreo  y quienes se ganaron la Puerta Grande con tan espléndido evento al alimón con el Museo Taurino Mexicano que ya es visita obligada para los aficionados ¡En Hora Buena!

LA PRIMERA DE LA MÉXICO

 Se sentía el ambiente fiestero muchas caras que nunca vi durante la temporada de novillos, excedente entre quienes buscaban hacerse notar fumando puros de chocolate y seseando artificialmente lo que los evidenciaba como auténticos villamelones, se abrió  ‘La Puerta de los NO sustos’ y salieron a la pasarela  de arena siete ‘pajones’ de San José  de dudosa reputación  pues se notaba  que a sus cuartos traseros les faltaba desarrollo o de perdida silicones,  las extremidades torneaditas pero a leguas se veía que no aguantaban un piano, de espaldas espantadas y de pechos despechados  sus cabecitas  delicaditas, afiladitas, coquetoncillas con la frescura de la ternura y casi todos con unos pitoncitos apenitas marcados como pubertas de secundaria y entonces comprendí que no es lo mismo los esbozos prometedores, que el trapío maduro, eso sí, todos se ganaron un ‘Cero en conducta’ y para salvar el grado, el dueño de la empresa saco un ‘Reserva de la Casa’ con trapío,  bravo, encanijado, altanero, que pedía un torero y para eso estaba ‘El Zotoluco’ quién saco el librito de la academia  y con ello les reventó el hígado a los malinchistas quienes tuvieron que tragarse una faena riñonuda, honrada y con el sello de la primera figura de México, que además jaló rete duro para hacer el entradón y que decir de S.M. Enrique Ponce quien   con  su exquisitez  rebautizo ‘La Chicuelina’ que a partir de el domingo paso a llamarse ‘La Exquisita’ y lo demás fue miel del panal valenciano, que  para quienes no tienen paladar, pues no pudieron degustar la jalea real  y del ‘Payo’ solo acotar que si los toros lo madrean  espeluznantemente no es solo por valiente, sino por falta de conocimiento, técnica y recursos y  para acabarla de joder le da por el  histrionismo del cual se tiene que alejar antes que el tendido solvente le pase la factura y lo manden a pueblear pues quienes le regalaron las orejas son golondrinas que no hacen verano y sino ya lo veremos el domingo.

Y no me voy sin preguntar ¿Se podría entender la toreada sin las contadísimas plumas y voces serias, cultas, inteligentes, sobrias, valiosas, valientes y libres? ¡Claro que no! pero eso no todos lo comprenden maestro  José Ramón Garmabella,  ni menos la empresa, ni el juez, ni las porras, por eso no lo honraron a usted en su  paseíllo mortuorio ¡Que pena! y como dijo aquel ‘Perdónalos señor, que no saben lo que hacen’.