8 de octubre de 2013/
Cuando un ser humano de cualquier género tiene el coraje, la actitud, el valor, la capacidad de no arredrarse ante las complejidades de la vida, no existe mejor homenaje que decirle que nos quitamos el hipotético sombrero para reconocer las virtudes que se requieren para lograr lo que nos proponemos en la vida y no cejar hasta conseguirlo.
Con Joselito Adame me topé en mayo en éste año en Madrid la tarde lluviosa en la que Diego Silveti recibió una oreja como recompensa por poner todo de su parte o sea cojones, para salir con una oreja en la mano en tarde que parecía imposible, los hados se le conjuntaron y Diego tuvo la capacidad para enderezar su rumbo y regresar a México en los próximos días con la cara en alto después de una campaña labrada con cincel y con esfuerzo en la roca del toreo español, cerrado por las figuras del toreo para aquellos que pretenden darles alcance.
Pero regreso a mi encuentro breve con Joselito en Madrid, a la salida de la plaza de Las Ventas, dónde buen compañero que es, durante una breve entrevista, reconoció la valía de su paisano y compañero y me dijo que él iba a poner toda la carne en el asador para que su nombre brillara por todo lo alto y a fe mía, como diría el Mío Cid, lo ha cumplido.
Después de rozar la puerta grande de Madrid, le ha salido a los toros con lo que le han puesto y en las poblaciones con los nombres más curiosos de la Península Ibérica, haberlo logrado le permitirá a sus apoderados de Casa Toreros, directamente a Mariano del Olmo, trazar una campaña mexicana contendiendo directamente con las figuras europeas que vendrán por México los próximos meses. Se la merece, el sábado pasado en Madrid fue conmovedor verlo poner toda su disposición en una actuación heroica y estoica ante un toro de Puerto de San Lorenzo con un alto contenido de fiereza en la embestida.
Regresó a la plaza madrileña para ratificar sus virtudes demostradas el pasado mes de junio, cuando sorprendió por su desparpajo con gran profesionalismo jugarse el pellejo alegremente, a punto estuvo de salir por la puerta grande. Regresó en octubre para clamar a los cuatro vientos que es torero a tener en cuenta por su arrojo, decisión y técnica depurada. A porta gayola, esto es, no a la mitad sino a escasos metros del túnel de la incertidumbre, esperó la salida de su primero, grandote y cornalón, como toda la corrida, al que recibió con una larga cambiada, un par de verónicas y varias chicuelinas.
En la parte final, tenía la muleta en la mano derecha cuando el toro lo enganchó por detrás, para lanzar el cuerno derecho hacia la espalda del torero, la recorrió de abajo a arriba por debajo de la chaquetilla, la cual traspasó por fortuna sin perforarlo en la espalda, pero quedando Adame colgado en el aire del cuerno del toro, como un muñeco, después estampó su delgada y menuda humanidad contra la arena, donde lo buscó para rematarlo y pateó con saña. La estocada la consiguió con el halito de su vergüenza torera, los ojos ya denunciaban una probable conmoción cerebral.
Hoy que está en proceso de recuperación, en la clínica madrileña en que le atienden, es justo y necesario reconocerle su valor sereno y su deseo por convertirse en figura del toreo sueño que acaricia desde que era un niño y como becerrista, con otros pequeños de su edad, dio muestra de poder ser matador de toros de altos vuelos.
Entre las grandes actuaciones en la Feria de Otoño madrileña de Manuel de Jesús El Cid, del heterodoxo Antonio Ferrera, de Iván Fandiño que se presenta en Huamantla el 19 de octubre mano a mano con El Zapata y luego en Pachuca el próximo 20 de octubre, con Macías y Sergio Flores en el cartel, brilló con luz propia, el toreo de Joselito Adame empeñado tarde a tarde en conseguir lo que todo torero debe tener como meta más importante, ser figura del toreo lo cual parece que en el caso de Joselito será un tema de corto plazo. Al tiempo.
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