Procedente de Colombia, ayer por la tarde llegó a México el matador Julián López El Juli para presentarse el sábado en la feria de León y el domingo en la Plaza México, después en Cadereyta, Juriquilla y Guadalajara. Son las únicas corridas que toreará en esta parte de su campaña.
Vino acompañado de su apoderado el matador Roberto Domínguez y de inmediato enfilaron rumbo a Querétaro para meterse al campo bravo para mantener el ritmo y su condición física. El Juli estuvo ausente de la temporada pasada en la Plaza México, pero en cambio estuvo en algunas plazas del interior del país donde logró triunfos muy importantes.
Ahora regresa a la capital con la misma ilusión y deseos de siempre de salir triunfador y dejar asentada su calidad de figura del toreo. Ya desde hace tiempo ha dejado de cubrir el segundo tercio, pero a cambio de ello ha afinado y pulido su toreo de muleta. Además ha recortado sus campañas en número de corridas prefiriendo calidad que cantidad. Asimismo se ha venido distinguiendo por su apoyo a los matadores jóvenes y el año pasado alternó con Diego Silveti en corrida mixta en Juriquilla.
El sábado por la noche arribó a esta capital JOSÉ MARÍA GARZÓN, uno de los apoderados de Diego Silveti, para acompañarle en la "SINFONÍA TAURINA", que se celebrará el próximo viernes en Juriquilla Querétaro.
Dentro de los planes que ha dado a conocer son los siguientes:
Esta semana matará un toro de "XAJAY", como cierre a su preparación, y para ESPAÑA anuncian su presentación para el día 13 de febrero en SEGURA DE LEÓN, EXTREMADURA, y el 14 en MORAL DE LA MATA, SALAMANCA.
Con esto adelantan la fecha de presentación, que habían mencionado para el 6 de marzo en OLIVENZA, EXTREMADURA.
Compromiso que tiene el carácter de IMPORTANCIA, ya que en esta feria actuarán en su 20 aniversario, las figuras más importantes del escalafón entre los que destacan JULIÁN LÓPEZ EL "JULI", CAYETANO, JOSÉ TOMÁS, ENRIQUE PONCE, entre otros. Los novilleros que acompañan a Diego Silveti en este compromiso serán también de los primeros nombres de la torería Española.
Los planes son de presentarlo en las mejores y más importantes plazas de la Madre Patria, como lo son SEVILLA, GRANADA, ALICANTE, y muy probablemente lo lleven a FRANCIA, EN EL MES DE MARZO.
Cubrirá, de conseguir todos sus objetivos, una cantidad de novilladas superior a los 25 festejos, para de ahí hacer los planes para su futuro.
Su apoderado llegó anoche procedente de MONTERREY, donde Diego estuvo tentando en la ganadería de LA PLAYA, donde además mató un par de novillos.
Con esto queda todo listo para que el viernes arranque su temporada 2010.
Desde que se anunció el cartel para el 31 de este mes con Julián López El Juli, Arturo Macías y Mario Aguilar, quien confirmará su alternativa con toros de Bernaldo de Quirós, se despertó el interés entre público y aficionados y seguramente el domingo la Plaza México registrará si no un lleno, sí será un entradón, que pudiera ser de tres cuartos. El cartel, sin duda, es atractivo por donde quiera que se le vea.
Julián López El Juli siempre será bien visto en México, tanto porque prácticamente su carrera la hizo aquí, como por lo buen torero que es. Tiene una cauda de seguidores, pero también los que piensan lo contrario y de ahí que se desborde la pasión. Asimismo, El Juli, ha brindado tardes grandes en la Plaza México, tanto de novillero como de matador de toros y por supuesto viene con la idea de alcanzar un triunfo más en la capital.
Arturo Macías, la figura joven de la torería nacional, también es requerido por la afición capitalina, luego del triunfo que obtuvo en la Plaza México en el mano a mano con José Tomás, en que cortó dos orejas y le escamotearon el rabo. Arturo es un valiente a carta cabal y se enfrenta a los toros sin dobleces, pero también sabe correr la mano y es variado en su quehacer taurino. Arturo ha dicho que viene por su séptima salida a hombros de la Plaza México, que se ha convertido en "su plaza" por haber alcanzado grandes triunfos que lo han colocado en un sitio envidiable en el escalafón taurino.
Mario Aguilar viene a confirmar su alternativa que tomó en noviembre del año pasado en Aguascalientes en las corridas de las Calaveras. Es un torero que ha levantado enorme interés entre los aficionados de aquí y de España por su valor y su sello especial de hacer el toreo, pero más por el arte y temple que atesora que se puede decir que es de nacimiento. Ha tenido resonantes triunfos en la Plaza México de novillero y en la plaza de Las Ventas, de Madrid, y en otra plazas de la península. Se abrigan grandes esperanzas en él, de que llegue a ser una figura del toreo.
El encierro de Bernaldo de Quirós será desembarcado hoy en la Plaza México y es de las ganaderías de prestigio que han solicitado los matadores, pues de acuerdo a sus antecedentes ofrecen un alto porcentaje de triunfar.
Por múltiples y válidas razones tengo admiración por la fiesta brava española. Su organización, el profesionalismo reinante, visión, su gran capacidad de enseñanza, la acertada guía para los toreros en ciernes, así como para todos en cualquier sitio o altura del escalafón en que se encuentren.
(…)Querer siempre hacer más, superarse.
Superarse, no estancarse engreído en íntima adoración,
porque el narcisismo limita las posibilidades
para el artista y estanca al torero que cree no hay más allá.
Gregorio Corrochano
Ni hablar de su lucidez comercial. Han sido capaces, como en su tiempo lo fueron los mexicanos, de encontrar una forma exacta –si cupiese dicho término en el arte– de la interpretación del toreo acorde a la idiosincrasia y temperamento de su pueblo.
En México, inolvidables ganaderos crearon “El toro mexicano”; ni español ni portugués, ni ruso ni francés… mexicano: bravo, con trapío, noble, templado, que no perdonaba errores y obligaba (algunos hierros aún lo hacen) a su matador a echar mano de los más amplios conocimientos en la lidia de reses bravas. Sí, efectivamente, de España nos vino el toro, las corridas, el conocimiento de la lidia, las virtudes; también cómo no, los vicios, trampas y chapucerías (señor… se le cayó un botón de sus vestiduras, ahorita que se las rasgó). Dejaron en nuestros genes –por fortuna– la pasión por esta fiesta de vida, oro, sedas y luces en la plaza y en el entendimiento. Bueno, pues esa misma expresión del hombre la adoptamos con gusto; pero además, le pusimos nuestro espíritu, en consecuencia, la interpretación y el sabor de nosotros los mexicanos.
Esto viene a colación porque, de un tiempo a la fecha, resulta que nuestros mejores prospectos –creemos– han de beber de una fuente, rica sí, en conocimientos como es la hispana, pero a fin de cuentas española. El último caso es el de un par de ilusionantes prospectos aguascalentenses: Jorge Salvatierra y Leo Valadez (sobretodo Leo… menudo prospecto). Podría decir no tengo objeción, pero mentiría, sí tengo objeción y no es la primera vez que lo expongo, me gusta ver torear a los toreros españoles como españoles y a los mexicanos, como mexicanos (a Perogrullo nadie podemos llamarle mentiroso).
Para los aficionados ibéricos, los coletas mexicanos tienen una identidad hasta obvia. Con acierto les adjudican (o adjudicaban) vasta creatividad en las suertes de capa, habilidad como el que más en el tercio de banderillas, maneras diferentes de presentar la muleta, de colocarse, de reponer… de sentir e interpretar suertes y pases. Vamos, que acudían con gusto a la plaza cuando un paisano estaba anunciado, y jamás podían decir “como este hay cien aquí”.
No me opongo a que nuestros toreros vayan a España; siempre lo han hecho. Con lo que no estoy de acuerdo es que se corra el inmenso riesgo de “estandarizar”, “transculturizar”, “distorsionar”, la interpretación que –mucho se ha perdido– a través de la historia han tenido nuestros espadas. Inclusive, esto lo veo como la aceptación de una falta de capacidad que nadie hemos querido reconocer –mucho menos aceptar– (señor… se le cayó otro botón de sus ya rotas vestiduras).
Maestros a la mexicana los hay en la capital, en Monterrey, en Guadalajara, en Morelia, León, San Luis Potosí y en más ciudades a quienes no han deseado –o sabido– tomarlos en cuenta. El asunto es que ellos vivieron (y así la enseñan) una fiesta en la que era indispensable una gran convicción de ser torero, donde no encajaban los tan indispensables en la actualidad convencionalismos y “reglitas sociales”; un aprendizaje duro, (tan duro como la profesión misma), exigente, de un largo proceso para asimilar la técnica y la esencia que debe poseer el hombre que se dedica al oficio de coleta, para ser capaz de hacerla llegar a nuestros sentidos en cualquier sitio de la plaza en que nos encontremos.
No tengo duda en los merecimientos de Leo Valadez y Jorge Salvatierra, me congratulan además las enormes ilusiones –también las mías– depositadas en ellos; mi reparo es al riesgo de que regresen convertidos en grandes toreros, claro, pero, pero… a la española.