El 25 de abril del presente año, el día más
importante de la feria taurina de Aguascalientes se celebró una corrida llamada
“Ponciana” en homenaje a quien fuera el torero más popular del siglo antepasado
Ponciano Díaz; nacido el 19 de noviembre de 1858 en la ganadería de toros de lidia
Atenco, la más antigua del mundo. Este evento ha causado discrepancia de
algunos aficionados que me lo han hecho saber, motivándome a recordar la
importancia de este diestro que rompió con el feudalismo que ejercían otros
toreros mexicanos en sus regiones. Nos parece acertado que a Ponciano se le
recuerde de esta manera en la feria más importante de la república,
taurinamente hablando, ojalá y otras empresas siguieran esta modalidad
instituyendo en sus ferias una corrida Poncianesca, no “Ponciana” como fue
anunciada, ya que esto se presta a confusión con el apellido Ponce que nada
tiene que ver.
Este torero mexiquense de poblado bigote
símbolo de la mexicanidad que vestía el traje de charro con orgullo y dignidad,
hombre campirano que convivió desde niño con el ganado bravo. Guiado por su
padre Guadalupe Díaz González aprendió todos los secretos charros que más tarde
fusionó con el toreo de a pie, que abrevó de sus maestros Pablo Mendoza y
sobretodo del diestro español Bernardo Gaviño quien el 13 de abril de 1879 le
concedió la alternativa en la plaza de toros El Paseo de la ciudad de Puebla,
primera alternativa que se concedió en ruedos mexicanos.
Ponciano tuvo tanta popularidad que toreó
en todas las plazas y ferias del país y en diciembre de 1884 hizo el paseíllo
en Nueva Orleans, convirtiéndose en el primer diestro internacional de México.
Por el cartel obtenido viajó a España para presentarse en Madrid el 28 de julio
de 1889 ejecutando con sus hábiles picadores Agustín Oropesa y Celso González,
una gran variedad de suertes del toreo a la mexicana asombrando al público al
banderillear a caballo a dos manos, suerte desconocida en el reino español.
Seguidamente toreó en Sevilla, Puerto de Santa María, Porto y Villa Franca de
Xira en Portugal, para regresar a Madrid a confirmar su alternativa mexicana el
17 de octubre de 1889 de manos nada más y nada menos que de Salvador Sánchez
“Frascuelo” en presencia de Rafael
Guerra “Guerrita”, cediéndole el primer toro de la ganadería de Veragua de
nombre Lumbrero. En diciembre del mismo año se presentó en la plaza Carlos III
de La Habana, Cuba.
Esta gira ultramarina aumentó su
popularidad y su economía con lo que construyó la plaza Bucareli en pleno
centro de la ciudad de México inaugurándola el 15 de enero de 1888.
En su doble faceta de torero-empresario
puso a torear alternando con él a todos los hispanos que llegaron encabezados
por Luis Mazzantini, con lo que el toreo fue dejando atrás al pintoresco modo
de torear, sin olvidar al ídolo popular al que le cantaban corridos y coplas
como esta:
Yo no quiero a Mazzantini
Ni tampoco a Cuatro Dedos
Al que quiero es a Ponciano
Que es el rey de los toreros
Su fama siguió en alza al grado que de
España se importaba una manzanilla con su nombre e imagen. También el famoso
dibujante José Guadalupe Posada lo inmortalizó con retratos y caricaturas.
En 1897 en esta ciudad de Puebla se exhibió
la película “Corrida entera de la cuadrilla de Ponciano Díaz”, en los años
treintas del siglo pasado se filmó la película biográfica “Ora Ponciano”
interpretando a Ponciano el matador moreliano Jesús Solórzano.
Estos méritos justifican de sobra las
corridas poncianescas o poncianas si así le quieren llamar como lo hacen con
los artistas españoles Francisco de Goya y Pablo Ruiz Picasso que bastante
aportaron a la fiesta con el arte pictórico, el primero con su famosa
Tauromaquia de Goya y sus aguafuertes y grabados
de toreros de su tiempo y las diversas tauromaquias del maestro malagueño
Picasso sin olvidar el Toro de Guernica y las piezas de cerámica con motivos
taurinos. En septiembre de 1955 el empresario taurino Francisco Muñoz
avecindado en Arles Francia organizó con apoyo del maestro.
Picasso una modesta novillada a la que se anunció como corrida Picassiana con
dos novilleros españoles, un mexicano y la torera francesa Pierrette Laboudit
en la localidad de Vallauris, hermosa población de la llamada costa azul
francesa donde el famoso pintor residía.
¡Hasta la próxima, suerte para todos!
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hector_budar@yahoo.es