Bardo de la Taurina:
En este ‘Buen Fin’ mucho de lo ocurrido en cuanto a
ofertas, descuentos, meses sin intereses y otras engañifas, se prestó a
decepciones lo mismo en los almacenes pomadosos que en el Mercado de la Merced,
donde los chilacayotes, los jitomates, los camotes y lo demás de la verdulería
se hicieron de la vista gorda y no se abarataron como tampoco sucedió camino al
centro de abasto que lo es la calle de San Pablo, donde pululan las tiendas
especializadas en ventas de ‘bírulas’ y refacciones pa´ las mismas.
Y ya que me estoy refiriendo a lo de las pedaleadas,
en esa calle unas se estacionan y otras circulan como buñis, meretrices,
mariposillas y en general las del ‘Tacón Dorado’, gachís a cuyo abono hay
que decir que si este ‘Buen Fin’ no llegaron al ‘cachuchazo’ sí
ofrecieron el 3 x 2 y en el de rigor regalaban condones de sabores y
paletitas pica-pica lo cual es de agradecérseles y recomendar una visita al
populoso boulevard. Para acceder a éste la mejor forma de hacerlo es en Metro,
línea 2, bajarse en la parada Pino Suarez y de ahí a pincel pa’ ir observando
al detalle ‘el ganado’, como debe ser, y no como se hace ahora en la plaza de
las ausencias, donde se oculta ‘la mercancía’ que se va a lidiar para así
poder darle al consumidor ‘gato por liebre’.
Todo esto viene a colación porque como usted supondrá
en las dos plazas de ‘toros’ más importantes del país, la de Guadalajara y con
muchos esfuerzos la del Distrito Federal, sí hicieron válido lo del ‘Buen Fin’
y claro, hubo regalos, nada más que la gente y los mismos toreros están confundidos
en cuanto a ese tema. ¿En qué consiste tal confusión? Pues en que una cosa es el solicitado
‘Toro de Regalo’ y otra muy distinta el ‘Séptimo Cajón’, que es lo que a la
gente le gusta o cuando menos espera ver. ¿Y cuál es la diferencia? Pues que el
de ‘regalo’ generalmente es un novillote que por principio de cuentas fue
desechado de los que se iban a lidiar, lo que ocurre obviamente porque el animalillo
no cumplió con los mínimos requeridos para salir en plan titular o se trata de
un burel de segunda, así de claro.
En cambio los denominados ‘Séptimos Cajones’, como los
que estilaba Manolo Martínez y casi todas las figuras del toreo, son toros traídos
por los propios matadores y se trata de bureles que traen unas notas de tienta
extraordinarias, lo que garantiza en un elevadísimo porcentaje el éxito que no
alcanzó el torero en la lidia ordinaria.
Después de esto creo que no es necesario seguir
ahondando sobre el tema, pues queda claro que las figuras del toreo son las que
regalan ‘marrao’ y los toreros normales son los que ‘marran’ en su buena
voluntad.
Lo que si va en serio y con regalo es el homenaje que
dentro del marco de la Tertulia de la Taurina, la Asociación Nacional de
Matadores en una velada en honor del matador Juan Luis Silis presentará
la lectura dramatizada de la obra ‘La Controversia entre el Toro y el
Torero’, previa a la cual se entregarán reconocimientos a los médicos que le
salvaron la vida al torero de Iztacalco. La cita es este jueves 21 de noviembre
a las 7 pm. en Atlanta 133, Col. Noche Buena.
Leonardo Páez:
Siempre agradecerá el aficionado, no el villamelón y
menos el asistente ocasional, ver en el ruedo toros con temperamento y
dificultades que pongan a prueba el ánimo, pundonor y técnica de los toreros en
lugar del novillón adelantado de entra y sal para que los figurines toreen
bonito y la gente bonitonta les aplauda. En el toreo, la estética sin bravura
es grotesca chaladura, autoengaño julero de
publicronistas y demás listillos.
Por ello siempre es de agradecer que algunos ganaderos
todavía antepongan su criterio como criadores de reses bravas al criterio e
imposiciones de empresarios maternalistas y apoderados sobreprotectores, que desde
luego favorecen sus intereses a cambio de perjudicar enormemente el curso de la
fiesta y disminuir su interés, habida cuenta de que la emoción la da el toro y su
peligro evidente, no el torero y su fama ventajista.
En la quinta corrida de la temporada menos chica en la
Plaza México, un cartel más bien de trámite, una plaza semivacía y,
aprovechando el alelamiento provocado por el Buen Fin y sus embaucadoras
promesas, una oportunidá a los
diestros mexicanos Alfredo Gutiérrez e Ignacio Garibay, con el rejoneador
español Leonardo Hernández, para enfrentar los primeros un interesante encierro
de Marco Garfias, sin exceso de kilos, con el trapío que da la edad y las
dificultades que ésta suele plantear, y el caballista un singular toro de
Fernando de la Mora, Morris, que al
ser despuntado para rejones perdió la friolera de ¡50 kilos!, ya que el 10 de
noviembre, según la autoridá, pesó
586 kilos y nueve días después, según esa mesma
autoridá, 536 kilos. Hernández también retozó con otro sobrero de Marrón,
tan manso como sus hermanos del día anterior.
Más patadas en el trasero a una afición que, aunque no
haya ido de compras, tampoco fue a tirar su dinero en otra combinación diseñada
por el enemigo.