16 de junio 2015
- Jaime Silva Gutiérrez
Desde hace varios
meses dejé de hacer éstas notas por las molestias que me causaron varios
“taurinos” de última hora, que tomaron el título de mis añejas columnas “Puebla
Taurina” para promocionar un grupo que tal parece “murió al nacer” y también un
periodista que lo tomó como subtítulo para la suya, lo cual no se vale. Y meses
antes, otro petardo de plano se “fusiló” completamente título y artículo.
Por eso dejé de
hacerlo, pero han sido varias las insistencias de algunos amigos para que estos
“garabatos” continúen apareciendo. Y hay les voy, previa advertencia de que lo
de Puebla Taurina ya palmó pa’los restos. Previa plática telefónica con un amigo
y enterados de que en algún lugar del mundo apareció “un fantasma vestido de
luces” y de haber leído la interesante columna “Fregando” de Jaime Oaxaca,
perdón, se llama “Bregando”, a demás de lo que él menciona me acordé de otros
fantasmas y enmascarados taurinos.
Allá a mediados del
Siglo XX hubo un novillero, Eduardo Olguín apodado “El Fantasma” y hace pocos
años apareció un nieto de aquel con el mismo mote que, creo toreó en la plaza de
los Arroyo en Tlalpan, y contó a algún periodista que al abuelo así le pusieron
por que durante las noches se metía a torear en alguna ganadería o corraleta de
plaza, y por el ruido que hacía pensaban que era un “fantasma”.
En el desaparecido
“Toreo de Puebla”, en una ocasión cayó de espontaneo un aspirante a novillero llamado
Pablo Pineda, pero enmascarado, para que no lo reconocieran y lo mandaran al
“bote” o al entonces tenebroso “El Ocho” al que todos los delincuentes temían.
Hubo otro famoso novillero enmascarado, pero en funciones de Lucha Libre en el
desaparecido Teatro Hidalgo, en el norte de la Ciudad:
Se trataba del
novillero poblano Enrique Hernández “El Rayo”, más tarde famoso locutor y
cronista radiofónico hasta la fecha, que convertido en luchador uso el mote de
“Doctor Wagner”, incluso fue empresario en aquella arena. Otro taurino muy
conocido, Rafael Oviedo, fue a una función del deporte rudo, al terminar la
lucha en que participó el personaje que nos ocupa, se acercó a saludarlo:
-
¡ Quihubole manito, cómo
estás?
-
¡Yo no le conozco, dijo
aquel
-
¡No te hagas tarugo, si te
conozco bien “Rayito” aunque tengas máscara.
Un torero español,
Juan José Padilla, que por cornada perdió un ojo, usa un parche obscuro para
cubrir el supuesto vacío, lleva una bandera de pirata y en los tendidos me
parece que parte del público también lo hace, todo en busca de publicidad por
morbo, pero que en el ruedo demuestra que no necesita de ello.
Temporalmente, un
magnífico torero poblano que también perdió un ojo en faena taurina, lo
hicieron usar contra su voluntad un parche en el ojo dañado, en el cuál para él
no era necesario, pero un empresario de Lucha Libre metido en el ambiente
taurino y que gustaba de extravagancias promocionales, se lo imponía.
Ese magnífico
torero que es José Rubén Arroyo no necesitaba de eso pues por la calidad de su
toreo, lo que necesitaba como tantos matadores de toros jóvenes, es que les den
toros. Es, entre otros, de los pocos toreros mexicanos que habiendo sufrido
pérdida tan importante, han continuado en los ruedos.
En una de las
plazas de Monterrey, se lanzó al ruedo un novillero apodado “El Pelos”, de
apellido Cárdenas, también luciendo flamante máscara, y nuestro informante,
Pedro Villalpando, que se encontraba muy cercano a él en el callejón, le animó:
-
Venga “Pelos”, a quedarse
quieto.
Al
término del festejo, aquel le preguntó a Pedro:
-
Oye, como me
identificaste.
-
Por los dientes, que se te
salían de la máscara.
Y es que más que
pelos, aquel por lo “delantero” de su dentadura, tenía mucho parecido con
cierto político de igual apellido al que le decía… ya no me acuerdo.
Alzayanca cumple
144 años el 26 de Junio y en la plaza de toros “La Morenita” habrá clase práctica
a cargo del matador Angelino de Arriaga para los alumnos de “El Zapata”, a las
11 de la mañana, Y el 25 de Julio corrida de toros de Felipe González, para “El
Chihuahua” mano a mano con Angelino de Arriaga.
Y…
¡Suerte!