La
Primera Plaza México –I
En la capital del
país, desde aquella histórica fecha del 24 de junio de 1526, en que se dio el
primer festejo taurino en una plaza improvisada, en honor del conquistador
Hernán Cortés, se implantó la costumbre durante el virreinato, de jugar toros y
cañas para honrar a un personaje o celebrar alguna fecha conmemorativa, para
ello se improvisaban plazas de “quita y pon”.
En tiempo de la
colonia se construyeron plazas fijas que tuvieron alguna duración como la plaza
El Volador, la de San Pablo.
Más tarde surgieron
otras como la del Paseo, la Chapultepec, la San Rafael, la Bucareli y la México que existieron a fines del siglo
antepasado, de todas ellas hay mucho que comentar, pero nada comparable a la
antigua Plaza México que fue la iniciadora de la innovación tauroempresarial de
su constructor, que trajo un aire fresco con el concurso de las figuras
españolas con quienes movió sus temporadas. Con esta forma de exponer la
tauromaquia reglamentada, se fue acabando la anarquía de nuestros lidiadores
con ese ropaje estrafalario evidenciando valor y suertes a lo “Martincho” para
conseguir la admiración y el aplauso de un público ignorante del toreo que se
practicaba en España.
Ese cambio se debe
al torero madrileño Ramón López que iba como banderillero en la cuadrilla de
Salvador Sánchez “Frascuelo” y que aquí llegó al servicio de Luis Mazantini.
Ramón López, hijo y
hermano de matadores de toros, tomó el mismo camino primero como novillero y
después como subalterno. Aquí se quedó a vivir y aquí guardó la espuerta para
dedicarse a los negocios taurinos. La experiencia que vivió como promotor de
festejos taurinos, en varias plazas, lo hizo ganar dinero pero no le gustó, por
lo que se propuso construir su propia plaza para dar corridas de toros con el
modelo español. Para esa empresa requería de un escenario con entradas para las
localidades, ruedo con medidas reglamentarias, corraletas, toriles, patio de
caballos, puerta de arrastre etc. Así concibió la Plaza México y así la
construyó en la antes Calzada de la Piedad, hoy avenida Cuauhtémoc frente a la
avenida Álvaro Obregón.
Ahí se dio a
organizar temporadas formales con figuras españolas.
Por comentarios del
periodista de aquellos años Don Julio Bonilla fundador del primer periódico
taurino El Arte de la Lidia, destacaban por su buen estilo, Antonio Fuentes,
Luis Mazantini, Antonio Reverte, “Minuto”, “Algabeño”, “Chicuelo”, “Lagartijo
Chico”, Ricardo Torres “Bombita”, “Machaquito”, Rafael Gómez “El Gallo”,
Vicente Pastor, el valientísimo Antonio Montes y muchos más que elogiaba en sus
páginas.
A pesar de armar
muy buenos carteles con estas primeras figuras y encierros de buenas ganaderías
hispanas, que algunas veces combinaba con las que ya había en México, tuvo que
valerse de su talento para llevar gente a su plaza, pues nuestros públicos aún
no aceptaban el clásico toreo español, fanatizados con la lídia a la mexicana,
de la que era máximo exponente el ídolo nacional Ponciano Díaz.
Ramón López con
visión futurista deseaba combinar sus carteles con toreros mexicanos, pero los
que había no representaban jerarquía para la categoría de su plaza, por lo que
hizo amistad con Ponciano y a través de varias pláticas, lo convenció para que
confirmara su alternativa poblana en Madrid, para lo cual realizó las gestiones
que fructificaron el jueves 28 de julio de 1889, día que partió plaza en el
coso madrileño con su padrino “Frascuelo” y “Guerrita” de testigo.
El empresario de la
México todo lo tenía previsto y le pidió a la empresa que pusiera de
banderillero del torero azteca a Saturnino Frutos “Ojitos”, la idea era que a
su regreso el diestro de Atenco lo tarjera en su cuadrilla para pulirlo e
inculcarle formas y técnicas del toreo español para presentarlo en su plaza.
Todo marchó bien y Ojitos bien vestido afuera y adentro del ruedo, aunque el se
lucía con capa, banderillas y salto de garrocha, fracasó en el intento de
inculcarle las normas de su patria, quizá por que el público ya estaba
acostumbrado al estilo del torero bigotón, con lo que él ganaba tanto dinero
que construyó su propia plaza, La
Bucareli donde alternó con muchos diestros españoles.
Al romperse las
relaciones entre “Ojitos” y Ponciano, Ramón López amigo y compañeros de
aventuras, cuando él y Saturnino hacían empresa y toreaban en Francia, lo
empleó como asesor de su empresa, cargo que desarrolló a la perfección por la
experiencia que tenia.
Continuaremos esta
importante historia el próximo miércoles 5 de Junio
¡Hasta la próxima, suerte para todos!
Comentarios y sugerencias:
hector_budar@yahoo.es