19 febrero 2016

PUEBLA / La columna de EL CHATO SILVA

LOS ERRORES Y LOS CULPABLES
  • Por Jaime Silva Gutiérrez

Hace muchos años, cuando una nota periodística  salía al público con algunos errores, culpábamos al “linotipista” y más tarde al iniciarse la era de la computación, al trabajador que la copiaba y ello viene a cuento por las fallas que tuvo  mi anterior envío titulado “La Artesanía en el Mundo Taurino”, el cual personalmente vigilé las correcciones donde lo ameritaban, pero que al llegar a sus computadoras no se efectuaron.

Posteriormente se hizo otro envío, continuación del anterior, del que me enteré no les llegó. Al comentarlo con un técnico en computación me informó que ello se debió en ambos casos a que la computadora que se empleo tenía “virus”. De todos modos, suplico a mis apreciables amigos que se atreven a leerme, disculpen mis errores.

Pero también el no haberlo hecho oportunamente, pues el toro No. 34 “Frente Frío”  de mucha velocidad y fuerza, me pegó un cate que me mandó al hule durante algunas semanas, pues me repuse un tanto pero se “me abrió la herida” y volví a caer, pero ya estoy listo para seguir y ahora les voy de nuevo.

Como cada mes, mañana a las 19 horas en la parroquia de San Sebastián, Capilla de San Diego de Alcalá, Misa por los taurinos poblanos, vivos y muertos, en donde  se veneran imágenes de Jesús del Gran Poder y Virgen de la Macarena, patrones de la gente del toro en todo el mundo. Los esperamos.

Hemos de lamentar el fallecimiento del aficionado Alfredo Quiñones, el pasado día 13 y unimos nuestras condolencias a sus familiares con las de muchos amigos que fueron de la desaparecida “Asociación Taurina de Puebla”. Alfredo estaba emparentado con los toreros Jaime y Martín Bolaños, Antonio Urrutia y el “Chicopollo” Alfredo Aguilar.

Para rematar, por ahora, con el asunto de la Artesanía Taurina, no puedo pasar por alto a un poblano, de Ciudad Serdán, que destacó fuertemente en ello y que además de vender sus hermosos artículos en la misma Plaza México, sus obras llegaron a España a donde hizo varios viajes para su entrega; nos referimos a Germán Quintanilla.

Y qué decir de Martín Flores que se inició con pequeñas casaquitas  y es ahora famoso sastre taurino. De Monterrey es Pedro Villalpando, el mejor según dicen sus clientes en eso de las casacas miniatura, residente aquí en Angelóplis. Otro es Agustín Vega Silva con sus capotes de paseo y de Huamantla, Tlaxcala, es toda una  institución de arte taurino “El Temple”, de Juan José Palacios Menéndez, por su gran calidad y variedad de creaciones.

Y………. ¡Suerte!

18-02-16


LA ARTESANÍA EN EL MUNDO TAURINO

  • Jaime Silva Gutiérrez


Por la mitad del pasado siglo XX en los primeros días del año, buena actividad había entre taurinos, pues además de entonces sí tradicional corrida de año nuevo en el “El Toreo de Puebla”  los que se iniciaban en la que para algunos sería la profesión taurina, alistaban sus avíos  para las futuras capeas en San Baltazar Campeche, Cuauhtinchan, y las llamadas “falleras” de Chachapa.

Sonaban los nombres de Ignacio Rios “El Temerario”, Pedro Jasso, Plácido Díaz y Juan Loranca. Aquellos tres derrochaban valor y no poco arte y “Juanillo”, que así se enunciaba Loranca, además de valiente y pintoresco, alegre con muy buenos detalles toreros. Buen tiempo recorrió los ruedos de la región, destacándose sus actuaciones novilleriles en Acajete  su pueblo natal, las placitas poblanas “La Lidia” y “Plaza del Charro”.

Hubo necesidad de cambiar de residencia al Estado de México y como ya se iniciaba en la novillería su hijo Ponciano, toreó festejos en plazas de los estados de México e Hidalgo, muchas veces alternando ambos y por su buen desempeño ante los novillos recibió ofertas para torear en Monterrey y otras plazas importantes, las cuales declinó al considerar que había gente joven que podía aprovecharlas, pues él, sin ser un viejo, ya estaba entrado en años.

Cuando vivía en Puebla trabajaba   en una fábrica de hilados y tejidos, así se anunciaba la llamada “San Ignacio” y también en otra: “Puebla Textil”; en ambas, como era  natural, había desperdicio de hilos que él tomaba y empezó a enredar, se le vino a la mente que podía hacer con aquel desperdicio cabezas de toro en miniatura, y así lo hizo.
Me regaló una pequeña, a la que por cornamenta le puso espolones de gallo.

Las fue creciendo y eran tan bien hechas que parecían auténticos retratos de las cabezas de toros de lidia que en muchos lugares conservaban en la taurina cuidad de Puebla. Mucho mejor que las de cera que obsequiaban por entonces en las numerosas pulquerías  que había en la capital. Se hicieron famosas  las cabecitas de toro que fabricaba Juan Loranca, quien ya tenía antecedentes de sus dotes artísticas con sus dibujos y pinturas como en la fabricación de trajes de torear, no de luces porque eran de supuesta “pasamanería”, a base de las llamadas “cuendas”. Esos trajes le resultaban muy cómodos en los pueblos en que toreaban obligados a ir “de luces”, los que alquilaban la ropa vieja y raída que alquilaba doña Juana, quien en su juventud fue esposa de torero y que en aquel tiempo vivía de alquilar los pocos trajes, avíos, zapatillas y descoloridas monteras que aún le quedaban “Juanillo” lucía los flamantes vestidos de torear capotes de paseo  que el mismo se hacia

 (CONTINUARA)