LOS
ERRORES Y LOS CULPABLES
- Por Jaime Silva Gutiérrez
Hace
muchos años, cuando una nota periodística
salía al público con algunos errores, culpábamos al “linotipista” y más
tarde al iniciarse la era de la computación, al trabajador que la copiaba y
ello viene a cuento por las fallas que tuvo
mi anterior envío titulado “La Artesanía en el Mundo Taurino”, el cual
personalmente vigilé las correcciones donde lo ameritaban, pero que al llegar a
sus computadoras no se efectuaron.
Posteriormente
se hizo otro envío, continuación del anterior, del que me enteré no les llegó.
Al comentarlo con un técnico en computación me informó que ello se debió en
ambos casos a que la computadora que se empleo tenía “virus”. De todos modos,
suplico a mis apreciables amigos que se atreven a leerme, disculpen mis
errores.
Pero
también el no haberlo hecho oportunamente, pues el toro No. 34 “Frente
Frío” de mucha velocidad y fuerza, me
pegó un cate que me mandó al hule durante algunas semanas, pues me repuse un
tanto pero se “me abrió la herida” y volví a caer, pero ya estoy listo para
seguir y ahora les voy de nuevo.
Como
cada mes, mañana a las 19 horas en la parroquia de San Sebastián, Capilla de
San Diego de Alcalá, Misa por los taurinos poblanos, vivos y muertos, en
donde se veneran imágenes de Jesús del
Gran Poder y Virgen de la Macarena, patrones de la gente del toro en todo el
mundo. Los esperamos.
Hemos
de lamentar el fallecimiento del aficionado Alfredo Quiñones, el pasado día 13
y unimos nuestras condolencias a sus familiares con las de muchos amigos que
fueron de la desaparecida “Asociación Taurina de Puebla”. Alfredo estaba
emparentado con los toreros Jaime y Martín Bolaños, Antonio Urrutia y el
“Chicopollo” Alfredo Aguilar.
Para
rematar, por ahora, con el asunto de la Artesanía Taurina, no puedo pasar por
alto a un poblano, de Ciudad Serdán, que destacó fuertemente en ello y que
además de vender sus hermosos artículos en la misma Plaza México, sus obras
llegaron a España a donde hizo varios viajes para su entrega; nos referimos a
Germán Quintanilla.
Y
qué decir de Martín Flores que se inició con pequeñas casaquitas y es ahora famoso sastre taurino. De
Monterrey es Pedro Villalpando, el mejor según dicen sus clientes en eso de las
casacas miniatura, residente aquí en Angelóplis. Otro es Agustín Vega Silva con
sus capotes de paseo y de Huamantla, Tlaxcala, es toda una institución de arte taurino “El Temple”, de
Juan José Palacios Menéndez, por su gran calidad y variedad de creaciones.
Y……….
¡Suerte!
18-02-16
LA ARTESANÍA EN EL MUNDO TAURINO
- Jaime Silva Gutiérrez
Por la mitad del pasado siglo XX en los primeros
días del año, buena actividad había entre taurinos, pues además de entonces sí
tradicional corrida de año nuevo en el “El Toreo de Puebla” los que se iniciaban en la que para algunos
sería la profesión taurina, alistaban sus avíos para las futuras capeas en San Baltazar
Campeche, Cuauhtinchan, y las llamadas “falleras” de Chachapa.
Sonaban los nombres de Ignacio Rios “El Temerario”,
Pedro Jasso, Plácido Díaz y Juan Loranca. Aquellos tres derrochaban valor y no
poco arte y “Juanillo”, que así se enunciaba Loranca, además de valiente y pintoresco,
alegre con muy buenos detalles toreros. Buen tiempo recorrió los ruedos de la
región, destacándose sus actuaciones novilleriles en Acajete su pueblo natal, las placitas poblanas “La Lidia” y “Plaza del Charro”.
Hubo necesidad de cambiar de residencia al Estado
de México y como ya se iniciaba en la novillería su hijo Ponciano, toreó
festejos en plazas de los estados de México e Hidalgo, muchas veces alternando
ambos y por su buen desempeño ante los novillos recibió ofertas para torear en
Monterrey y otras plazas importantes, las cuales declinó al considerar que
había gente joven que podía aprovecharlas, pues él, sin ser un viejo, ya estaba
entrado en años.
Cuando vivía en Puebla trabajaba en una fábrica de hilados y tejidos, así se
anunciaba la llamada “San Ignacio” y también en otra: “Puebla Textil”; en
ambas, como era natural, había
desperdicio de hilos que él tomaba y empezó a enredar, se le vino a la mente
que podía hacer con aquel desperdicio cabezas de toro en miniatura, y así lo
hizo.
Me regaló una pequeña, a la que por cornamenta le
puso espolones de gallo.
Las fue creciendo y eran tan bien hechas que
parecían auténticos retratos de las cabezas de toros de lidia que en muchos
lugares conservaban en la taurina cuidad de Puebla. Mucho mejor que las de cera
que obsequiaban por entonces en las numerosas pulquerías que había en la capital. Se hicieron famosas las cabecitas de toro que fabricaba Juan
Loranca, quien ya tenía antecedentes de sus dotes artísticas con sus dibujos y
pinturas como en la fabricación de trajes de torear, no de luces porque eran de
supuesta “pasamanería”, a base de las llamadas “cuendas”. Esos trajes le
resultaban muy cómodos en los pueblos en que toreaban obligados a ir “de luces”,
los que alquilaban la ropa vieja y raída que alquilaba doña Juana, quien en su
juventud fue esposa de torero y que en aquel tiempo vivía de alquilar los pocos
trajes, avíos, zapatillas y descoloridas monteras que aún le quedaban
“Juanillo” lucía los flamantes vestidos de torear capotes de paseo que el mismo se hacia
(CONTINUARA)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus comentarios a esta entrada