Aldo Orozco extrajo pases meritorios del más y peligroso.
Foto: Martín Montiel/ESTO
10 de marzo de 2008
Miguel Ángel García
Ciudad Satélite, EdoMéx.- Los tres jóvenes matadores han dejado constancia, entrega y ganas de querer ser toreros importantes. Sin medir terreno se jugaron la vida a rayar ante el encierro de Brito. Los tres espadas dejaron en claro que únicamente necesitan del apoyo de las empresas. Los tres apostaron en esta corrida y acertaron, pues cumplieron de sobra con las expectativas. Renglón aparte la soberbia actuación que tuvo Aldo Orozco, como nunca se le ha visto.
El tapatío Manolo está para retos mayores, se ve sobrado de facultades y expone un sitio trascendente, amén del conocimiento que tiene del temple. Terminó cortando una oreja de su primer toro. Aldo verdaderamente sorprendió, ya que mostró una temeridad desmedida ante un toro que literalmente salió a cazar a todo lo que se moviera, digamos que fue el mismito diablo y ante semejante peligrosidad Aldo se mantuvo estoico, soberbio. A pesar del zapateado que le propinó su enemigo al inicio de su faena y los derrotes que le pegaba directo a la cabeza durante toda la lidia, el torero no echó paso atrás en ningún momento y extrajo muletazos bastantes meritorios; cortó una oreja de su primero que valió oro y la oreja del segundo. Por su parte, Juan Chávez, no se quedó atrás y también dejó ver ganas. Tuvo detalles pintureros como los trincherazos que ejecutó y algunos muletazos de excelente manufactura. También salió a arrimarse e impresionó en los quites por chicuelinas y manoletinas; desdichadamente estuvo mal con la espada y dejó escapar el triunfo, incluso, su segundo astado estuvo a punto de írsele vivo y a la hora de descabellar el toro le pegó un derrote en el brazo izquierdo, sufriendo un traumatismo.
LOS CASTAÑOS
A excepción del primer toro, que mostró calidad ante la muleta y fue aplaudido en su arrastre, el resto fue soso y deslucido, casi parado. El segundo fue el más malo, ya que dio la impresión de saber las intenciones de matador y subalternos; afortunadamente nada que lamentar, puesto que en los momentos de su lidia todo pudo haber sucedido, pues la muerte rondó el ruedo. Llegaron sin problemas a los caballos y en presencia no tuvieron objeción, incluso algunos fueron aplaudidos de salida.
ESTO DIJERON
Estoy muy contento con ese par de orejas y la firmeza y determinación es lo que cuenta".
Aldo Orozco
Matador de toros
Mi primer toro tuvo un peligro sordo por el izquierdo y le hice lo que se le tenía que hacer".
Juan Chávez
Matador de toros
Aldo Orozco enloqueció al público de La Florecita
■ Despachó de sendos estoconazos a dos toros mansos de Brito que le tocaron en suerte
Lumbrera Chico
Después de tomar la alternativa en mayo de 2005, en la ciudad de Chihuahua, Aldo ha toreado sólo 19 corridas en menos de tres años, y por momentos su situación económica ha sido tan desesperada, que se fue de bracero a Estados Unidos ocho meses.
En el festejo de ayer, se quedó muy quieto al abrirse de capa ante su primer enemigo, que lo arrolló sin piedad en la embestida inicial, le bailó un jarabe tapatío encima, le asestó un pezuñazo en la cara y, no obstante, el muchacho se levantó sin mirarse la ropa con la decisión de comérselo crudo.
Mientras Aldo se reponía de la golpiza, el bicho tomó una vara sin recargar y dos refilonazos de los que salió rebrincando para convertir el ruedo en un herradero, porque tenía 530 kilos de pesos, una cornamenta muy seria y tiraba puñaladas a diestra y siniestra haciendo pasar aceite a los banderilleros, incluso a Gustavo Campos que le colgó un gran par.
Sin dejarse impresionar, Orozco se dobló con la bestia en tablas y le plantó la muleta en los medios para zumbársela aguantando horrores porque el animal movía la cabeza como ventilador en cada tiempo de cada pase. Ante tal demostración de valor, la gente le coreó los olés por la izquierda y la derecha, y saltó de júbilo cuando el muchacho le enterró la espada hasta las cintas.
El juez, con una seriedad que ya no hay en la Plaza México, le concedió una oreja muy digna.
Al rato, ante su segundo, castaño como todos los del encierro, pero sin el genio del anterior, Aldo trazó una faena más apacible, con espléndidos derechazos y naturales en redondo, y la culminó con tres manoletinas sin estoque, una vistola revolera con la muleta y un volapié en buen sitio de efectos fulminantes. Los pañuelos y el juez le otorgaron otra oreja.
La gente salió preguntándose por qué los mafiosos de las grandes plazas del país prefieren traer toreritos ibéricos de cuarta y condenar a la miseria a prospectos de la talla de Orozco. A su lado, ayer palidecieron sus alternantes, Manolo Lizardo, que cortó una oreja ante un toro noblote y bobo, y Juanito Adame, que no logra volar con alas propias, cosa que aún puede suceder porque está por cumplir 18 años de edad.
publicado en LA JORNADA
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