ESPELUZNANTE LA HISTORIA DEL ACCIDENTE CARRETERO DE MANOLO AYALA, JUAN FRANSISCO HINOJOSA Y MARTÍN CAMPUZANO EL DOMINGO PASADO.
Regresaban de la ciudad de Torreón, Coahuila, el novillero ecuatoriano Martín Campuzano había participado en la novillada dominical, Manolo Ayala le acompaño fungiendo como mozo de espadas, iban también, Juan Francisco Hinojosa, matador de toros del Ecuador, y Pepe, el dueño del auto en el que viajaban. A 15 kilómetros para llegar al crucero que lleva a Juan Aldama, en el estado de Zacatecas, estaba sobre la carretera un vehículo el cual, por habérsele fundido literalmente su motor, produjo una humareda que invadía parte de la travesía y hacia imposible la correcta visibilidad, eran las doce y quince de la noche, la oscuridad y el humo hacían imposible que se adivinara si circulaba otro vehículo en sentido contrario para poder evitarlo y el encontronazo no se hizo esperar… Dejamos que sea el propio Manolo Ayala que nos cuente… -“Pepe venia manejando, yo de copiloto, el matador Juan Francisco atrás de mi, acompañado por Martín, en un instante todo fue un caos, quede prensado, al querer mover la pierna izquierda y ver que no me respondía, me la toque dándome cuenta que la rodilla la tenia mas arriba de la mitad del muslo, me asuste y voltee a ver a Martín, parecerá chiste o broma de mal gusto, ni “El Perro” Aguayo ha sangrado tanto de la cara, estaba bañado en su propia sangre y por supuesto que me dio miedo, se veía horripilante, máxime que por la escasez de luz parecía película de terror, parecía un muerto saliendo de la tumba”-… La platica es por medio telefónico, no es correcto visitar y molestar a un accidentado en estos momentos, hablamos con su señora esposa y quedamos que nos regresarían la llamada al momento que Manolo se sintiera con ánimos de platicar, esto sucede a las nueve de la noche del martes, continua… -“Imaginate la escena, yo prensado, Martín perdió la noción de lo que pasaba, al igual que el matador y Pepe, ellos al reaccionar corrían por todos lados intentando avisar a los coches que pudieran pasar para que no nos remataran, los gritos se oían por todos lados, llanto de niños que estaban dentro del coche que estaba a punto de quemarse y que afortunadamente no les paso nada, gracias a Dios, el humo seguía por todos lados, yo temía que hubiera muertos, intente bajarme y me di cuenta que estaba prensado, además al abrir la portezuela, vi que estaba a la orilla de un pequeño barranco de cuatro o cinco metros, de milagro no caímos. No me podían sacar por ese lado y por el del chofer menos, había que arrastrarme por abajo del volante y fue cuando me di cuenta que uno de mis huesos estaba de fuera, les pedí que empujaran el coche hacia atrás, hacia la mitad de la carretera y cuando lo lograron acabe de confirmar que era imposible sacarme solo ellos”-… Prosigue… -“Pasada hora y media llego una destartalada ambulancia, era solo una vieja camioneta con los colores de la benemérita institución y una camilla, era todo, ya “en equipo” lograron sacarme y trasladarme a Juan Aldama, Martín ya estaba en el hospital, un par de ancianitos que pasaron por el lugar del accidente lo llevaron, me impresionaba ver mi hueso de fuera pero le eche valor, no me quedaba de otra. En el hospital me sugirieron llevarme a Fresnillo, ahí no podían hacer ya mas, le pensé que lo mejor era aguantarme y que nos trajeran hasta Aguascalientes, era mas seguro y así fue. Llegamos pasadas las ocho de la mañana y nos internaron en la clínica de la calle Emiliano Zapata, como a las diez llegaron los doctores, con Martín no existía problema de dinero por ser socio de la Asociación de Matadores, yo temía por ese problema, la lana, solo tenia mi sueldo de la tarde anterior y unos pocos pesos de la venta de unos discos que entregue a la hora del sorteo y efectivamente mis temores salieron ciertos, a pesar de que confié podría tener un acuerdo y pagar a plazos. El traumatólogo me hizo saber que la intervención me costaba sobre setenta mil pesos, me toco el hombro y dijo solamente que le avisara “si me decidía” a que me operaran, fue cuando realmente desperté y pedí me trajeran al hospital Hidalgo, creo que aquí puedo arreglar lo económico, me quede sin quinto, al dejar la primer clínica tuve que pagar dos o tres inyecciones, una placa al radiólogo y el costo de la habitación en donde estuve por tres horas, quede frió de dinero y con un hueso de fuera”-… Sin embargo le noto optimista, cree que saldrá adelante con la ayuda de sus amistades, por lo pronto agradece a Fermín y a Miguel Espinosa y al ingeniero Orrantes su auxilio, le hicieron llegar una cantidad para él muy importante, es lógico que independiente a los costos de gastos quirúrgicos y médicos, tiene una familia que mantener, va para largo la recuperación, el día que pueda volver a trabajar no esta cercano. Digo que le noto resignado, tranquilo, sabe que esto no se puede evitar, es el destino y lo ve como “accidente de trabajo”, le dejamos que continué… -“Me operan hasta el viernes, por tener el hueso tanto tiempo de fuera se corre el riesgo de que la contaminación pueda producir una infección. Me acaban de tomar muestras de piel y de no se que tantas cosas, van a hacer cultivos y conocer, a ciencia cierta, que paso se tiene que seguir y entonces si me meten al quirófano, me dejaran por en medio del hueso “un fierro” como guía y ahí se quedara de por vida, esto me cuesta casi veinte mil pesos, tengo la mitad y me falta estar preparado para pagar el día que me den de alta, el costo del hospital y de los doctores”-… Manolo es el novillero que se fue caminando hasta el Distrito Federal en busca de la oportunidad de torear en la plaza México y que no la encontró, hace en la actualidad paellas y comidas, sirve banquetes de comida mexicana, acaba de darles sus alimentos a los niños de la academia municipal que fueron al campamento taurino, les sirve las espadas a varios de sus amigos que están en activo, busca el diario sustento familiar de estas diferentes y variadas formas, tiene carácter y voluntad para vivir y creo esa es la mejor medicina, eso lo sacara adelante, se lo deseamos sinceramente y que el próximo viernes, Dios ilumine a quienes le intervendrán… Nos Vemos.
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