06 abril 2009

Tres orejas con historias distintas en Texcoco


Fermín Spínola se entonó


Domingo, 05 de Abril del 2009

Por: Juan Antonio de Labra


Foto: Sergio Hidalgo

La terna del cartel cortó una oreja por coleta en una tarde que tuvo pasajes de mucho contenido, y también otros de tedio, pero que al final arrojó un balance positivo gracias al fondo de nobleza que tuvo el encierro de Torreón de Cañas, un hierro antiguo que hoy debutó en manos de Julio Uribe Barroso.

Y aunque se echó en falta un punto mayor de bravura y transmisión a los toros, digamos que fueron más que manejables, con un par de ejemplares que tuvieron calidad, como el segundo y el cuarto.

De las tres actuaciones habría que destacar la renovada actitud de Alfredo Gutiérrez, que dejó un claro mensaje a los profesionales: “¡Aquí estoy, señores!”

El sobrino de Jorge conoce el oficio, y este argumento fundamental para cualquiera que se vista de luces fue el sustento de dos faenas con matices, ante dos toros de distinta condición.

Al primero de su lote, un toro berrendo, alto de manos, le tuvo la paciencia suficiente para entenderlo, pues al principio hizo cosas extrañas en el capote, y a base de templarlo con la muleta se fue centrando el de Torreón de Cañas. Eso precisamente es torear, dar a cada toro su lidia.

De esta labor sobresalieron los pases por el pitón derecho, el de mayor clase de la corrida, pues cuando el toro metió la cara por ese lado lo hizo con auténtica entrega. Y Gutiérrez aprovechó esta buena condición para someterlo con autoridad en muletazos de trazo largo y cintura rota.

El escaso trapío del quinto no fue impedimento para que Alfredo volviera a desplegar los vuelos del capote y toreó a la verónica, suave y cadenciosamente.

En el último tercio supo pulsear las embestidas del toro hasta afianzarlo sobre la arena –porque era flojito–, y le hizo una faena interesante, con cabeza y asentamiento, en la que toreó al natural gustándose. Para redondear esta actuación le faltó estar fino con la espada, ya que mató de un pinchazo y media estocada, y aunque le pidieron la oreja con fuerza, el juez de plaza, inexplicablemente, desatendió la solicitud.

La vuelta al ruedo fue una especie de bálsamo a una actuación tan solvente como esperanzadora.

El Pana salió del anexo de Santa Ana Chiautempan para comparecer a esta corrida, en la que no llevó gente a los tendidos, de forma similar a lo que ocurrió el pasado 15 de marzo en Pachuca. ¿Estará perdiendo seguidores el torero de Apizaco?

Y como dicen que Dios es sabio, le mandó un lote soñado compuesto por dos toros dóciles que dejaban andar muy a gusto.

El toro más hondo y con más kilos fue el primero, un castaño facilón de torear que se refugió en tablas. El Pana estuvo más que digno si consideramos su mermada condición física, y le dio algunos muletazos sabrosos, con los que corrió la mano con su habitual sentimiento.

Un par de trincherazos y un molinete belmontino fueron el aderezo de pellizco a esta enésima reaparición. A la hora de matar alargó el brazo con mucha habilidad y cortó una oreja que le devolvió la sonrisa.

El cuarto tenía poca fuerza pero una férrea voluntad de embestir, y tan es así que acudía un tanto rebrincado a la muleta, con ánimo de cogerla. Y como la punteó varias veces terminó descomponiéndose, ante la mirada pícara de Rodolfo, que no consiguió templarlo. Y el toro se fue sin torear.

El tesón de Fermín Spínola lo sacó a flote y cortó una oreja valiosa al sexto, un toro descastado. Ahí le plantó cara el torero, con su acostumbrada reciedumbre, para darle su tiempo y hacerle una faena de menos a más que calentó el ambiente. La estocada fue fulminante y así le tumbó una oreja de peso, misma que regaló en la vuelta al ruedo al ganadero en presencia de toda su parentela de criadores de bravo, los Barroso.

El otro toro berrendo de la corrida, corrido en tercer lugar, dio la impresión de estar reparado de la vista. Fermín tuvo la precaución de tocarlo con la voz y taparle bien la cara, aunque la llevara muy alta. Este detalle deslució una faena esforzada por parte del torero que no tuvo calado en el tendido.

A los dos toros de su lote los banderilleó con soltura y un gran conocimiento de los terrenos, siendo el tercio del quinto el más lucidor porque se pudo reunir mejor en los tres embroques.

Tras el paseíllo se rindió un breve homenaje a don Luis Barroso Barona, no de los ganaderos más emblemáticos que ha tenido el campo bravo mexicano.

Ficha

Cuarto festejo de feria. Tercera corrida. Un tercio de entrada en tarde agradable, con algunas ráfagas de viento. 6 toros de Torreón de Cañas, disparejos en presentación y hechuras, nobles en su conjunto. Pesos: 530, 540, 480, 510, 460 y 490 kilos. Rodolfo Rodríguez “El Pana” (durazno y plata): Oreja y silencio. Alfredo Gutiérrez (caña y oro): Oreja y vuelta tras petición. Fermín Spínola (granate y oro): Palmas y oreja. Destacó en varas Salomón Azpeitia.

redaccion@mundotoromexico.com


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