01 marzo 2010

Tiene Tenorio tarde soñada en la México


Hilda Tenorio cumplió en su primera corrida como matadora de toros y cortó su primera oreja.
Foto: Guillermo Leal      
Tiene Mejía reencuentro al desorejar a un toro

  • Guillermo Leal

Ciudad de México  (28 febrero 2010).- La matadora de toros Hilda Tenorio tuvo una tarde soñada en la Plaza México pues el festejo histórico en el que por vez primera una mujer recibe la alternativa en este escenario fue también triunfal pues la propia michoacana cortó su primer apéndice después de que su padrino Manolo Mejía había desorejado tras una preciosa faena al cuarto de la tarde.

Ambos abandonaron el ruedo en hombros de los aficionados quienes fueron testigos de un hecho histórico y emocionante desde que en la puerta de cuadrillas apareció Tenorio estrenando un traje blanco y oro cuyo bordado diseñó ella misma desde 2005 cuando la empresa capitalina le había ofrecido tomar la alternativa lo que no pudo suceder debido a un percance.

Pero es que todo en la vida tiene un por qué, y el destino le tenía preparada a la joven de 23 años una tarde de ensueño.

El momento histórico de la alternativa fue muy emotivo, sobre todo cuando Mejía selló la ceremonia con un beso a su ahijada. Después el toro, deslucido y el viento impidieron a Tenorio a prodigarse en su faena, sin embargo todos añoraban lo que sucedió con el sexto, un buen toro con nobleza y recorrido que le permitió a la nueva matadora de toros demostrar que además de valiente sabe torear despacio y con buen gusto como lo hizo con la mano derecha.

Hasta la espada, que siempre ha sido el "talón de Aquiles" de Hilda, en esta vez no impidió que tras un pinchazo, la matadora ejecutara la suerte suprema limpia y dejara un estoconazo fulminante.

La oreja que le concedió el juez Ricardo Balderas, a petición del público, fue la cereza a una inolvidable actuación.

Dos toros antes se había propiciado el reencuentro de Manolo Mejía y el público de la Plaza México con quien estaba distanciado.

Y es que el capitalino haciendo gala de esa depurada técnica y ese singular temple que siempre le han caracterizado ejecutó una preciosa faena en la que los muletazos al natural tuvieron profundidad, impacto y belleza. Las dos orejas, muy merecidas que consiguió tras un estoconazo, fueron un tanque de oxígeno para Mejía quien necesitaba más que nadie un contundente triunfo.

En su primero, con un toro deslucido, había hecho un esfuerzo al haberse pasado cerca al animal.

Actuó el español Ruiz Manuel quien no tuvo suerte con sus toros, pero tampoco el ánimo suficiente para que la tarde no le fuera tan aciaga.

REFORMA

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