“Llanto por Ignacio SÁNCHEZ MEJÍAS
- Por Antonio Casanueva
Debido a la siniestra prohibición de las corridas de toros por el Parlamento catalán ocurrido hace apenas unas cuantas semanas allá en Cataluña, debimos dedicar el espacio de “El Rincón Taurino” de números anteriores al tema, es hasta ahora que retomamos nuestra columna para hablar de noticias, efemérides y comentarios varios, relacionados con la Fiesta Brava.
Fue el once de agosto de 1934, cuando el toro “Granadino” de la ganadería de Ayala, en la plaza de Manzanares allá en España, hirió gravemente al matador Ignacio Sánchez Mejías provocando el fallecimiento de este diestro, tan apreciado tanto por taurinos y aficionados a la Fiesta Brava como otros artistas y escritores, miembros de la llamada generación del 27, por su aficione y aportaciones literarias.
Hijo de un destacado profesionista de la medicina, de elevado prestigio tanto económico como social, Ignacio Sánchez Mejías, nació en el seno de una distinguida familia en Sevilla el 6 de junio de 1891 quien desatendiendo las indicaciones de su padre para continuar los estudios relacionados con la medicina, optó por convertirse en matador de toros, lo que a la postre y como lo mencionamos arriba, le quitaría la vida. En compañía de otros noveles, inició un viaje como polizonte en un barco carguero que lo trasladaría a América, más concretamente a nuestro país.
Ya en México, fue el empresario de la antigua plaza México, ubicada en la calzada de la Piedad, quien le brindó su apoyo, dándole la oportunidad de aparecer vestido de luces actuando como banderillero y ciertamente en alguna ocasión actuando como novillero. De regreso a España actuó como banderillero de la cuadrilla de “Corchaito”, El Gallo y Juan Belmonte. Posteriormente como novillero, realizando varias campañas como tal en diversas plazas de la península llegando a recibir la alternativa en Barcelona el 16 de marzo de manos de José Gómez “Joselito”, su cuñado, ya que en 1915 había contraído nupcias en Sevilla con hermana menor llamada Dolores, el 27 de diciembre de 1915 , quien le cede al toro “Buñuelero” de Vicente Martínez , tarde en la que actuó con gran éxito con capa, banderillas y muleta siendo muy celebrado por lo que después de gran estocada, recibió una oreja, triunfo que repitió en su segundo enemigo, por lo que fuera sacado a hombros de los entusiastas, al final de la corrida .
Durante la siguiente temporada fue contratado para 80 corridas, de las cuales por accidentes y otras razonas solo alcanzó a torear cincuenta, algunas de ellas en las que realizó faenas excepcionales, por lo que quedó listo para confirmar la altenativa en la plaza Madrileña, la que realiza el 5 de abril de 1920 durante la “corrida de la Beneficencia” siendo nuevamente Joselito el padrino acompañado de “Varelito” y Juan Belmonte. Joselito le cedió el primer toro llamado “Pesumido” de Vicente Martínez, siendo ovacionado y dando la vuelta al ruedo al final de la faena.
Aquella temporada alcanza la cifra de 90 tardes toreadas y al final de la temporada se traslada a México en donde actúa en 18 tardes con triunfos sonadísimos, los mas enfrentándose a Rodolfo Gaona en una temporada maravillosa e inolvidable para quienes tuvieron la ocasión de estar presentes. A su regreso a España y luego de alcanzar grandes triunfos con el consiguiente resultado económico se retira de los ruedos en la plaza de Ávila el 22 de octubre en la que mata el solo siete toros.
Para volver nuevamente a los ruedos al año siguiente y mantenerse así entre retiradas y regresos hasta que finalmente en el año de 1934 en que regresa a los toros y aceptando una substitución de Domingo Ortega quien había sufrido un accidente automovilístico alternando con “Armillita Chico”, Corrochano y el rejoneador Simao da Veiga . El primer toro de la lidia ordinaria se llamó “Granadino” de Ayala. Ignacio estuvo valiente con el capote e inició la faena de muleta sentado en el estribo con un pase por alto, en el que fue horriblemente prendido por el animal recibiendo una cornada grave calificada de peligrosa, por lo que fue trasladado a Madrid donde debería ser operado, llegando con un grave decaimiento y a la mañana siguiente se le declaró la gangrena gaseosa, falleciendo la mañana del 13 de agosto. Su cadáver fue conducido a Sevilla y sus restos sepultados en junto a “Joselito” su cuñado, quien como se sabe había fallecido de igual al manera recientemente
Para terminar, unos versos de La Sangre Derramada de Federico García Lorca con motivo del fallecimiento del diestro:
¡Que no quiero verla¡
Dile a la luna que venga,
Que no quiero ver la sangre
De Ignacio sobre la arena,
¡Que no quiero verla¡
La luna de para en par,
Caballo de nubes quietas,
Y la plaza gris del sueño
Con sauces en las barreras.
¡Que no quiero verla!
Que mi recuerdo se quema.
Avisad a los jazmines
Con su blancura pequeña.
¡Que no quiero verla!
La vaca del viejo mundo
Pasaba su triste lengua
Sobre el hocico de sangres
Derramadas en la arena,
Y los toros de Guisando,
Casi muerte casi piedra
Mugieron como dos siglos,
Hartos de pisar la tierra.
No.
¡Que no quiero verla!
Por las gradas sube Ignacio,
Con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
Y el amanecer no era.
Buscaba su perfil seguro
Y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
Y encontró la sangre abierta.
No me digáis que la vea,
No quiero sentir el chorro
cada vez con menos fuerza;
Ese chorro que ilumina
Los tendidos y se vuelca
Sobre la pana y el cuero
De muchedumbre sedienta.
¡Quien me grita que me asome!
¡No me digáis que la vea!
¡No se cerraron sus ojos
cuando vio los cuernos cerca,
pero las madres terribles,
levantaron la cabeza.
Y a través de las ganaderías
hubo un aire de voces secretas
que gritaban a toros celestes
y mayorales de pálida niebla.
¡Que no quiero verla!
. . . . . . . .
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