las charlas con EL BARDO DE LA TAURINA

EL MILAGRO GUADALUPANO Los señores feudales para celebrar las festividades Guadalupanas ‘Cáceres, España 1326 – Tepeyac 1531’, optaron por traer un torero mágico Sebastián Castella que además es rete aficionado a los ritos ‘Guadalupanos’ y por eso le dé por visitar la basílica y encomendarse a ‘La Señora’ como él le dice, bueno como será su afición que el sábado por allá andaba y el lunes pues fue a comprar unas ‘gorditas’ de esas de masa que envuelven en papel de china de colores, como en el  que él envolvió a los peregrinos que el domingo se acercaron hasta la meca del toreo Teotihuacano donde el ‘Torero de la fe Guadalupana’ y ‘Guadalupano’ bendijeron el ‘Guadalupe – Reyes’ lo que para describirlo bastaría con decir que fue ‘Un Milagro’ indescriptible que se dio a pesar de algunos pecadillos, el primero que la sinfonía milagrosa se dio ante un toro sin cabeza que a parte fue alérgico a los caballos pero en cambio embistió como un bendito y encontró la absolución al alimón entre Sebastián Castellá y el juez Jorge Ramos quién se la jugo con la decisión de perdonarle la vida al ‘cara de niño’ lo que sin duda lo hizo en base a aplicar un  criterio ¡Macho! donde la ‘nobleza’ jugo su parte y aquí una reflexión en el sentido de que, jamás de los jamases los hombres que imparten justicia (que no necesariamente son los que aplican al dedillo  los reglamentos han sido perfectos y hoy mas que nunca ésta verdad oscila en el caso del burel indultado, el cual el domingo  se vio ante un Matador, que no mata y ante un juez que ‘supuso’ que la gloria para un ‘Guadalupano’ es irse a pastueñar a las praderas y es aquí donde la complicidad  entre torero & juez  desembocó en que  Castella renunciara a que su nombre se inscribiera con letras de bronce como un honorario más que ha conquistado un rabo en la México, eso sí con las agravantes de que fue en un cartel  indigno para tal celebración, que la faena se dio con el graderío más vacio que lleno, que el examen de bravura había sido reprobatorio y que el rabo se lo habría arrancado a un inocente que estaba más para el limbo que para la plaza mayor y aparte  había que correr el riesgo póstumo con el antecedente de que a los dos anteriores, más bien ‘los culeo’ así que el triunfo debe de abonársele  al animal que terminó dándole las tepalcuanas al maestro galo, y no al ganadero que prostituyo el hierro pues el trapío del animalillo era tan indigno que en el sorteo lo mandaron hasta la cola como última reserva y si la faena se logró es porque Castella es un ‘Milagro del Toreo Geométrico’ y un adicto a la pederastia vacuna.                                        CON SABOR A FIESTA  Teniendo como ingrediente el sazón de la pasión, es como la Fiesta Brava,  se aviva en las tertulias taurinas donde la enjundia de los aficionados se convierte en braza ardiente cual fuego que da vida a los manjares que degustan  los ‘VIP’ que acuden al Gipsy Grill hostelería chipén   que un torero  ha convertido  en el nuevo sitio donde los taurinos  se dan cita para charlar al más puro estilo de los parrilleros campiranos y donde se impone abrir el almuerzo previo a la corrida, con un ‘Tercio de arte’ (Jugo de carne toreado con un caballo tequilero y una chela bien elodia) ¡Pa’ revivir compadre! lo que ocurre a unos pasos de la Plaza México que fue el fogón donde hace años el gitano Alejandro Tarín, cautivara a los comensales   en un cartel de mucho sabor y es  que el hostelero mayor del Gipsy Grill   debutó en la México al lado de ese otro gipsy que lo es ‘El Pana’  con la coincidencia  gastronómica  que   ‘El Torero Gourmet’ se deglutió en su debut a ‘Pajarito’ al que despacho con bouquet ajerezado como también lo haría ‘El Tahonero de Apizaco’ ante  ‘Tabernero’ ¡Ah que ‘Pana’! desde siempre ligado a lo tabernero y ahora que andamos por la calle de Augusto Rodin  y Holbein viene  recordar que en ella estuvo enclavada la primera Plaza México del rumbo que  antecedió  a la Monumental, en fin las tertulias han vuelto a Mixcoac que puede ser considerado el barrio que más ha aportado a la fiesta, al grado que una tarde se dio un festejo con puros matadores y cuadrillas del terruño.