15 diciembre 2010

No es lo mismo ser Kitsch, que tener un gusto infame

La foto es de Sergio Hidalgo
  • por Luna TURQUESA

Kitsch se define como un arte pretencioso y de mal gusto. Es en sí, la exaltación del mal gusto. Pero hasta para eso, hay que tener inteligencia, conocimiento y sensibilidad, sobre todo para poder apreciar la magnificencia de lo Kitsch como expresión de una idiosincracia. Y es que los mexicanos somos Kitsch por naturaleza. Nos encanta lo recamado, lo que tiene foquitos, el perrito que mueve su cabecita en el tablero del coche, la imagen del Cristo hecho con holograma que abre y cierra los ojos, en fin, somos grandes exponentes de este arte único y admirado, del cual me ocuparé con mayor profundidad en otra ocasión ya que me encanta.

Pero, el atuendo que sacó ayer el joven Arturo Saldívar, no tiene parangón.
Yo tenía mucha expectación por ver al muchacho, pero mi curiosidad se fue al suelo en el instante mismo en que salió por la puerta de cuadrillas para hacer el paseíllo. ¿qué no han sido suficientes festejos los que hemos tenido con ocasión del Bicentenario? ¿Pos que no te enteraste que hubo un desfile conmemorativo el 15 de septiembre y que ahí hubieras lucido rete ufano tu tacuche con sus aguilitas mientras levantaban al Coloso? ¡Mijo! ¿En qué cabeza cabe, si es que cabe vestirse así? ¿En la México? ¿La tarde de tu confirmación?. El chamaco parecía monografía de niño héroe. Habrá cortado una oreja, pero su toreo no me dice nada. Decían por ahí los “enterados”, que qué traje tan original, cuánta prudencia. Decían también que el público estaba frío con el… ¡pos si no hizo nada! ¿Qué quieren? ¿Que le traigan mariachi aprovechando tanto patriotismo? Eso si, el muchacho se le ve seguro pero es mucho show pa’ mi gusto. La estocada, por cierto trasera, le valió calentar el ánimo del público y le dieron una orejita.

Y como no me gusta mezclar lo inmezclable… de Castella y su faena trataré en otra entrada.

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